Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de lanzamiento del libro "Historia General de Chile", de Diego Barros Arana.

(Transcripción)

Quizás una de las cosas que más me impactó en la niñez fue una visita al Internado Nacional Barros Arana y encontrarme con la estatua colosal de don Diego Barros Arana: símbolo completo de la defensa de lo que en ese entonces era la institucionalidad de la educación pública; y años más tarde en el Instituto Pedagógico en especial admirarme con la figura de Diego Barros Arana, un hombre que había no sólo concentrado un trabajo colosal en la Historia de Chile, sino que además había influido -a veces no reconocidamente- en mucho de nuestra historia y que, por lo tanto, había proyectado mucho más allá del tiempo su visión y el conocimiento. Creo que vale la pena rescatar hoy día esas dos dimensiones.

Como Rector de la Universidad de Chile Barros Arana tuvo una influencia decisiva para consolidar su gestión desde el tiempo de Domeyko, pero eran también los tiempos en que el Rector de la Universidad de Chile era un líder, responsable de la creación de la Universidad y sus proyecciones mucho más allá. No era el Rector el que tenía que ir diariamente a hacerse cargo de las reglas injustas con que muchos tratan a veces de hacer funcionar una universidad como una entidad productora. No era el Rector el que tenía que estar en una lucha permanente por los problemas de activos y pasivos, y por los debates que debilitan mucho el trabajo universitario: era el tiempo de los grandes actores y de los grandes educadores. Barros Arana fue un defensor y una figura de la educación pública chilena. Nuestra misión hoy día es un homenaje a Barros Arana y yo creo que hay que rendirle un homenaje al educador, no solamente por el divertimento de conocer el pasado y poder reconstruirlo. Hay una visión de educación, de protección de valores nacionales, de construcción de valores en un sentido amplio y que son irreemplazables, y es un deber, y Barros Arana lo asumió, y es por esto que su obra corresponde mucho más allá que a la de un historiador común, para contribuir, creo, de una manera vital, de larga duración histórica, que se proyecta en la historia del país a los últimos 20 años. Muchas veces la imaginación y la capacidad de soñar para construir un país distinto tiene mucho que ver con las páginas de la historia y sus enseñanzas. Creo que esto es rescatable en los tiempos en que se piensa al Estado chileno y su rol irreemplazable en los temas de educación y de cultura como cosas pasadas de moda, cuando hay tantas cosas pasadas de moda que es necesario cambiar.

La Editorial Universitaria comienza con esta obra su compromiso con el país, un compromiso con la nación chilena, un compromiso con los ejecutivos, mucho más allá de los objetivos pequeños o grandes de obtener más o menos ganancias con la publicación. Quiero destacarlo, la Editorial Universitaria fue creada en los tiempos del Rector Juvenal Hernández para hacer una contribución al país y nunca para generar ganancias. Este es un homenaje a la educación pública chilena a través de Barros Arana, y es, al mismo tiempo, un compromiso con la cultura y con la creación que debe seguir proyectándose.

Muchas gracias.

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