Discurso del Rector, Prof. Luis A. Riveros, con motivo de la Ceremonia de Celebración del 157 Aniversario de la Creación de la Universidad de Chile.

(Transcripción)

El 157avo Aniversario de nuestra Universidad, nos encuentra en un momento particularmente importante. Un momento de preocupación por el destino de la institución, tan dependiente de una política educacional del Estado que encontramos amenazante. Pero a la vez, también un momento que representa situaciones esperanzadoras y la confirmación de un cambio que se viene produciendo en nuestro espíritu, en nuestro posicionamiento y en nuestras formas de trabajo.

Nos aprontamos para dar el salto al próximo siglo, en el propósito firme de asegurar una transformación de la Universidad para proyectarla con su tradición a los tiempos que vienen y sus ineludibles exigencias, para ser capaces de encabezar un cambio que se requiere urgentemente. Para comprometer cada vez más a la Universidad de Chile con la Nación y con sus retos. En el marco de cinco principios estratégicos: Universidad Nacional, de excelencia académica, con énfasis en posgrados e investigación, eficiente y participativa, buscamos configurar una institución capaz de dar respuesta a las necesidades del país, y de recuperar, por lo mismo, el respaldo que la sociedad chilena l fue restando por diversas razones.

A comienzos de este siglo el rectorado de Valentín Letelier culminó un proceso de cambio en los enfoques tradicionales que había iniciado ya Barros Arana en 1990. En orden a vincular mayormente la Universidad de Chile con la Nación, con sus problemas reales, con las temáticas sociales y las tareas del desarrollo nacional. una agenda donde figuraba en forma prominente el tema educacional y el rol del Estado. Esas serían, precisamente, las temáticas que dominaron al país y la política durante más de un cuarto de siglo a partir de la pos primera guerra, indicando cuanto nuestra Universidad puede adelantar a lo que ocurre en el país, a los desafíos y preguntas que necesitan abordarse con la política pública.

Hoy, en el marco de políticas insatisfactorias de Educación Superior y aún sufriendo las heridas profundas que dejó la intervención de nuestra Universidad -como asimismo nuestra falta de decisión para recuperar nuestro rol nacional y público en momentos en que se recuperaba la democracia. La Universidad hoy se reposiciona en el contexto de su responsabilidad en vistas a las tareas de país, vuelve a asumir su rol nacional y público, y aspira a encabezas un cambio profundo en el concepto de Universidad que ha estado primando en la política pública. Para acentuar el compromiso con la excelencia académica, la creación, el arte y la ciencia, para comprometer más al Estado en la tarea de educación superior y de la investigación, que son elementos inseparables. Para exigir una política que no se base en criterios secundarios, sino en la necesidad real de respaldar el trabajo académico y el énfasis del mismo en las prioridades de nuestra Nación. Sin duda, el tema educacional y social, que le es inseparable, se convertirá en la gran problemática a ser abordada en las próximas décadas para que el país pueda concretar sus sueños de desarrollo y equidad.

En lo interno, la Universidad debe abordar sus problemas de estructuras y mecanismos de Gobierno, de modo de introducir un cambio sustantivo que nos permita operar con mayor efectividad y mayor compromiso. Evidentemente, este cambio no puede ser producto de una acción vertical, ni del puro convencimiento de las autoridades; tampoco puede serlo sin sacrificios y sin un diagnóstico consensuado acerca de nuestro ser institucional y de nuestros objetivos estratégicos. Por ello, la constitución de la Comisión Normativa Transitoria que hemos formalizado esta mañana, es un acto de gran trascendencia, ya que la comunidad universitaria tendrá por esa vía la capacidad de pensar a la Universidad y de proponer las vías de cambios que no son obvias ni simples y que, para demandar un cambio en la política pública, son, sin embargo, urgentes.

La Universidad de Chile es una Universidad Nacional, Pública y estatal que, como tal, reclama por políticas públicas apropiadas, que dejen de privatizar día a día nuestra esencia, dejen de extraer desde el seno de la Universidad a nuestros investigadores y la actividad de investigación, dejen así de privatizar nuestro quehacer. Pero en lo interno es urgente reponer el desarrollo balanceado de nuestra investigación y creación, profundizar y ampliar nuestra excelencia académica y trabajar en la modernización de nuestra docencia.

Queremos, sin embargo, reglas de financiamiento que efectivamente reflejen un compromiso del Estado para con nosotros -Universidad Nacional y Pública- para así poder comprometer de verdad nuestro trabajo con el país y sus problemas. Deseamos volver a ser el centro de reflexión sobre el país, para poner nuestro capital en función de los objetivos nacionales y de las grandes necesidades de desarrollo que tiene nuestro Chile. Queremos una investigación que mire al largo plazo, y a los retos sustantivos del país en materia de crecimiento, de humanización de nuestra sociedad, y del natural respaldo que ello necesita en cuanto a creación científica y tecnológica. Deseamos liderar el cambio en la enseñanza universitaria que los retos del siglo que bien nos levanta y que requerirá una nueva estrategia de formación de pregrado y posgrado. Queremos una política que deje de mirar a la Universidad de Chile -creada para Chile- como una entidad de la Región Metropolitana y que, como tal, sufre por el legítimo derecho de las regiones a un trato más equitativo y a políticas más descentralizadas. Todo eso, todas nuestras aspiraciones, todas nuestras demandas y nuestros sueños, requieren de una política pública comprometida con la educación, con la juventud, con el ámbito público y con una visión de futuro.

la Universidad debe en este último aniversario del siglo, comprometerse a enfocar su trabajo en el contexto de nuestra misión institucional: "Crear y diseminar conocimiento para el desarrollo integral del país", tratando de ser cada día una mejor Universidad para Chile, pero también exigiendo que se nos trate en forma consecuente con nuestra tarea pública y Nacional.

No aceptamos que aún no se hayan revisado los criterios de financiamiento universitario en el marco definitorio de una política universitaria del Estado sustantiva -que considere la gran diversidad de instituciones, la enorme necesidad por mejor regulación y las demandas por instrumentos diversificados de financiamiento. Tampoco aceptamos la incompleta, y muchas veces controvertida implementación de fondos competitivos por recursos, a los cuales no nos negamos y frente a los que debemos prepararnos para participar exitosamente en virtud de nuestra excelencia y de nuestro proyecto institucional. Pero tampoco aceptamos que esa se convierta en la única vía de proporcionar más recursos entidades que necesitan mayores presupuestos para hacer frente a la tarea permanente de investigación y docencia. Ni aceptamos las insuficientes políticas de ayuda estudiantil, ni la lentitud para implementar cambios anunciados como la acreditación de carreras y programas y el establecimiento de normas que obliguen a todas las instituciones a dar cuenta sobre el uso de los recursos públicos.

En los momentos en que el país debe decidir sobre su próximo gobierno, nosotros anunciamos que haremos todo lo posible para exigir una definición clara de política, para que existan más recursos para el sistema universitario en general, y para que existan mejores reglas que permitan el progreso de nuestra institución en un marco de justicia y de premio a la excelencia. También exigimos que los recursos presupuestarios de la Universidad de Chile sean todos incluidos en su presupuesto global para evitar seguir con una distorsión que mantiene como "aporte especial para la Universidad de Chile" un ítem separado que corresponde a una decisión política en orden a otorgar una parcial compensación presupuestaria que nuestra Universidad obtuvo con el regreso a la democracia -y en virtud de tanto daño hecho al presupuesto de la Universidad durante más de una quincena. También exigimos una política de financiamiento para los estudiantes que sea efectivamente solidaria y propenda a restablecer la igualdad de condiciones, tanto por la vía de mejorar la enseñanza media pública, como por la de entregar apoyo solidario a los más capaces pero sin riqueza.

El reposicionamiento externo de la Universidad ha constituido nuestra prioridad durante este tiempo, incluyendo nuestra profunda sobre educación superior y universitaria. Pero también es importante que nos miremos críticamente hacia adentro, para mejorar en nuestros espíritus y en nuestra vocación como organización. Hay tanto que hacer para transformar una cultura de aislacionismo -y ciertamente de egoísmo- que se nos ha introducido por la vía de los hechos aún recientes de los incentivos inadecuados, de los vacíos de política y de mecanismos de financiamiento, que promueven menos investigación, más pobre docencia y mayor venta de servicios. Hay tanto que hacer para transformar nuestra organización de trabajo, para reducir lo innecesario, simplificar la proliferación de organismos y unidades, y crecer en lo sustancial. Para hacer mejor las cosas, para valorar adecuadamente nuestro trabajo académico, para estimular a los académicos jóvenes, para desarrollar más y mejores posgrado. Para lograr una Universidad comprometida efectivamente con su tarea nacional, donde todos sintamos el deber de defenderla y de crear los espacios para discutir la política pública. Para que volvamos a sentirnos una comunidad. Para terminar con los egoísmos que coartan los proyectos de desarrollo que traen lo nuevo e inspirador del cambio, y que tratan siempre de volver a lo viejo, cargado de pequeños privilegios, usualmente atomizador y negativo para la Universidad de Chile.

¿Dónde está el cambio? preguntan muchos por cierto no se encontrará este en un decreto, ni en ninguna formalidad administrativa o académica. El cambio está, primero, en crear una Universidad con posición y cumplimiento de su tarea nacional en el sentido más amplio, para así reganar los espacios de credibilidad perdidos. Una tarea de todos, puesto que la propuesta sobre el cambio en la política no puede ser confinada a un problema de la autoridad superior, sino que debe despertar una voz generalizada en defensa de la Universidad. El cambio, viene luego, con un reestudio de nuestras estructuras y de nuestras fórmulas presupuestarias, junto a un plan estratégico recién delineado, más no totalmente consensuado como es necesario para su plena y efectiva vigencia. Pero el cambio no es exógeno, sino que se derivará del cambio en nosotros mismos, en la claridad sustantiva de nuestro aporte a la Universidad.

El cambio debe incluir la eliminación de las desconfianzas, el aumento en la transparencia en nuestras relaciones, y en la eliminación de los temores paralizantes -como si cada paso para mover distinto a esta gran institución, sea una acción contraria, sospechosa, desechable u opcional.

El cambio está en marcha. Esta Comisión Normativa es parte del mismo. Su trabajo debe ser el reflejo de ese nuevo espíritu de construcción universitaria que necesitamos para mirar todo de nuevo y en profundidad. Yo llamo a la comunidad universitaria, con la mayor insistencia, a respaldar la actitud innovadora, a mirar con actitud positiva todo lo que venga en pos de remozar lo que tenemos y hacemos. Llamo a transparentar las preguntas y la participación. Llamo también, como lo hice hace un año a aislar, a los que pregonan lo negativo, a los que anuncian el caos, a los que defienden lo inconfesable aunque dañe a la institución. Declaro aquí mi compromiso en orden a fortalecer la estructura de nuestros Campus, a preparar el cambio en estructuras que necesita la modernización de nuestra docencia, a mejorar las capacidades para competir en proyectos, a introducir una seria transformación en los procesos administrativos y a implementar la reforma presupuestaria que lleve a mayor descentralización y proponga una nueva estructura que entre a funcionar en un plazo de tiempo razonable en estas tareas, la acción de la Comisión Normativa Transitoria será fundamental.

Pero también aquí reitero mi solemne compromiso en orden a defender el prestigio de la Universidad de Chile, que nada ni nadie se puede sentir en el privilegio de mancillar sin ser castigado, y lo haré cueste lo que cueste, incluyendo las incomprensiones y las intenciones que a ello puedan interesadamente atribuirse. Reitero también mi compromiso de defender el futuro de nuestra institución, contra quienes sea, ya que en mi espíritu habrá otra cosa que no sea el interés por poner a esta Casa en el nivel de respeto que corresponde a su prestigio y tradición.

Hemos homenajeado como corresponde a nuestros Premios Nacionales de este año. Ellos son la muestra de nuestro gran legado para el país, el ejemplo más preclaro del esfuerzo que en esta Casa se hace para contribuir al arte, las humanidades y la ciencia en el espíritu de nuestro rol universitario nacional. y es bueno recordarlos, nuevamente, en estos momentos en que culminamos la celebración del último cumpleaños de nuestra Universidad durante el siglo XX. Es bueno porque nos inspiran en la mirada al futuro. es bueno, porque nos indican que el sacrificio nuestro y el trabajo que a diario desempeñamos no debe ni puede ser en vano. Es bueno porque nos señalan un camino y un ejemplo, que todo académico de esta Universidad debe seguir. Es bueno para darnos cuenta que queda tanto por hacer, tanto por buscar, tanto por construir y tanta responsabilidad en nuestras manos.

Barros Arana, San Cristóbal, Barros Borgoño, Rengifo y Letelier, fueron los rectores que prepararon el cambio del siglo XIX al XX para una Universidad de Chile que ya se había asentado, gracias al trabajo de Bello, Domeyko y tantos otros, en el alma nacional. durante este siglo, la obra de Juvenal Hernández permitió abrir la Universidad al país, a la extensión artística y cultural, como también para sentar una Universidad de Chile verdaderamente de Chile, en todo Chile. Un trabajo consolidado brillantemente por Juan Gómez Millas y que erigió esta Universidad que fue considerada el faro luminoso de América, o la luminosa estrella de nuestra bandera -como lo dijo Neruda. El espíritu de tantos se encuentra aquí presente, fuerte y sensible, para seguirnos inspirando y para demandarnos nuestro trabajo en esta hora de responsabilidad.

Nuestro Himno dice:

No sólo eres el Hogar de la Ciencia

Yunque nuevo de un nuevo Metal

También eres la sangre y la fuerza

Alas firmes de la libertad

Seamos capaces de merecer este concepto de Barrenechea, seamos de verdad el hogar de la Ciencia, de lo nuevo, de la fuerza y la sangre creadora, y de una libertad que tenemos día a día que construir en nuestras ambiciones y en nuestros espíritus.

Mirando al nuevo siglo no temblemos de temor, ni lloremos más sobre todo lo que se nos hizo y se nos trató de hacer para exterminarnos antes de que este concluyera. Con la frente en alto, con el orgullo de una gran historia y la seguridad de un gran futuro, n la confianza de ser capaces de construir el legado que nuevas generaciones nos agradecerán, intensifiquemos el trabajo, mirando más allá del próximo milenio, para construir en el fundamento de nuestras raíces, en el legado fantástico de nuestros creadores, y volver a refrescar a Chile con el agua vivificadora de nuestro accionar.


Feliz cumpleaños querida Universidad.

Muchas gracias.

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