Exposición del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Seminario Cultura y Desarrollo. Visión General.

(Transcripción)

Trataré de exponer sobre el tema del desarrollo y en esto voy a mirarlo desde un punto de vista integral, no sólo como desarrollo económico. Creo que el desarrollo implica cuatro cosas. En primer lugar, el tema del crecimiento que es lo que usualmente los economistas entienden por desarrollo económico y es la idea de un crecimiento autosustentable y autosostenido, es decir, que permanezca en el tiempo.

En segundo lugar, desde un punto de vista más social se agregan dos elementos. Uno tiene que ver con indicadores humanos aceptables, es decir, que este crecimiento mantenga niveles de pobreza muy bajos y que, por lo tanto, los indicadores de salud y educación se mantengan a un nivel aceptable.

En tercer lugar, está la distribución del ingreso que no necesariamente está directamente relacionada con la pobreza o con los indicadores humanos aceptables por sobre un piso y que también podemos ponerlo como una distribución aceptable. Sobre eso tengo algunos comentarios que adicionar más adelante en relación a la educación y la cultura.

Finalmente, el tener, el alcanzar, el lograr una sociedad más humana. El hombre como el fin y no como un medio, con valores y cultura. Estos cuatro elementos pueden constituir un concepto de desarrollo más o menos aceptable. Los economistas trabajan con una definición de desarrollo que está muy ligada a la idea planteada en primer lugar, otros adhieren a los puntos dos y tres. Pero determinación de una sociedad más humana, el tema de la cultura en general, no ha permeado a los conceptos económicos o de la economía social.

Me quiero referir al tema económico. En relación al ingreso per cápita del país del último cuarto de siglo, tenemos la tendencia a mirar hacia arriba lo que ha estado pasando por la experiencia de este indicador en los últimos 12 años y que es muy interesante: un país que ha logrado saltar de un ingreso per cápita de los 3.500 a los 5.000 dólares, y por lo tanto, como ustedes han visto en los comentarios económicos se habla de desarrollo: "el país se está desarrollando". Esto es un punto de vista discutible.

Otro elemento discutible que cae dentro de las concepciones más tradicionales de los economistas sobre estos temas, es el hecho que la cultura es un subproducto del desarrollo, así llamado, pero que en realidad es el crecimiento. Es decir, en la medida en que seamos un país más rico, vamos a ser un país más culto porque habrán recursos dedicados a eso y, por lo tanto, el país en la medida que va superando niveles de ingreso per cápita hacia el futuro, va a tener más recursos que podrán ser dedicados a cultura, la gente podrá consumir más cultura, que es concebida usualmente en los temas económicos como una especie de consumo suntuario, es decir, cada vez que uno cubre necesidades básicas, hay cultura.

Hay desde luego muchas interrogantes con ese enfoque, pero me gustaría referirme a esto del crecimiento. Porque si eso es cierto, entonces una de las preguntas es ¿cuándo vamos a ser nosotros un país desarrollado?, ¿cuánto nos cuesta en términos de tiempo llegar a este país piso del mundo industrial?, y ¿dónde podemos empezar a comprar cultura de una manera satisfactoria? Ese es el tema que me puse a pensar.

Si se miran las expectativas de desarrollo en ese sentido estricto y restringido, el actual ingreso per cápita del país, aproximadamente, es de unos 5.500 dólares este año, y creciendo un promedio real equivalente al 5% per cápita al año. Esto es un crecimiento anual del 7%. Este año presumiblemente se va a crecer en un 4% y el próximo 2%, después del remezón asiático se puede alcanzar un nivel más alto. Quiero hacer notar lo restrictivo de esto porque es una cifra muy alta, porque es per cápita. Entonces se alcanzaría el piso del mundo industrial aproximadamente el año 2020, considerando donde está actualmente el piso del mundo industrial.

Si tenemos menos fortuna y el crecimiento es de un 4%, entonces esto ocurrirá el año 2026. Y si se cumple que en realidad el crecimiento agregado va a hacer de un 5 % y, por lo tanto, el per cápita va a estar un poco por arriba del 3% por los próximos años, que es un supuesto bastante realista, entonces estamos alcanzando el piso del mundo industrial por el año 2032. El desarrollo es algo más que puro crecimiento económico, pero si nos referimos a crecimiento económico, por el año 2030 recién empezamos a hacer un país suficientemente rico, como para empezar a dedicarle más recursos a la cultura, concebida como un consumo suntuario.

Lo que estamos haciendo es un trabajo para las generaciones venideras y en el camino perdemos bastante, lo que hace de éste, un tema de índole socio-político, no sólo económico en un sentido estricto.

El otro aspecto que quiero mencionar, es que todas estas cosas pueden ser sueños de la economía chilena y de estos ánimos de desarrollo. Me quiero referir a Aníbal Pinto que es un autor que influyó en mi manera de observar estos problemas, particularmente por venir de la línea de la historia. Aníbal Pinto se preguntó, por qué el último cuarto del siglo XIX -en que el país tuvo una explosión económica muy importante y parecida a la que tenemos actualmente- ese desarrollo económico se frustró, y progresivamente cuando entramos al siglo XX el país vio una experiencia de desarrollo abortado. Pinto se refiere a una variable que es muy interesante que es la de los desequilibrios. Habla que esta frustración del desarrollo económico se produjo desde fines del siglo XIX porque el país tenía un alto desarrollo en lo social y lo político.

Creo que cuando él habla de lo social y lo político está también refiriéndose a lo cultural, y cuando uno lee la historia de la última mitad del siglo XIX, ve un país en una ebullición cultural, pero, sin embargo, el país tenía un escaso desarrollo en lo económico y efectivamente las estimaciones que hay sobre la capacidad de crecimiento de la economía para poder responder a esa enorme dinámica desde el punto de vista social, político y cultural -agrego yo- llevó a un estancamiento, a enormes contradicciones y a un fracaso del experimento chileno a pesar de todos los buenos resultados que se habían visto en el último cuarto del siglo XIX y que desaparecieron en la última parte del siglo XX.

Esa es una experiencia histórica muy importante para trasladarla a fines del presente siglo, porque actualmente la dinámica económica chilena está en desequilibrio en relación a los rezagos de los aspectos sociales, políticos y culturales. En el paso del siglo hemos reinvertido esta contradicción que efectuó Aníbal Pinto en el siglo XIX y que lo llevó a predecir incluso un rompimiento institucional por la dinámica que iba adquiriendo. El libro que contiene estas observaciones fue escrito el año ´57 y en ese año fue capaz de predecir los problemas que se presentarían 20 años después.

Si uno proyecta esa manera de pensar a lo que hoy día está ocurriendo, vamos a tener una nueva frustración en el proceso del desarrollo económico, porque hoy día existe este desequilibrio entre la dinámica económica, estrictamente el crecimiento, y la dinámica en otras cosas. Somos un país más inculto, con una perversa distribución del ingreso, con indicadores humanos bastantes discutibles en algunas áreas, pese a que en otras, son ilustrativos los progresos que tiene el país, pero aquí hay contradicciones.

Cuando se mira el índice de desarrollo humano, el país aparece en los primeros lugares por la tasa de mortalidad infantil y otros indicadores que son importantes, sin embargo, en otros indicadores como la calidad de vida o de desarrollo humano el país es bastante deficitario. Hay signos vitales de esta contradicción enorme que se está produciendo y que, en mi opinión, va a hacer que estas cuentas alegres que sacamos respecto de nuestro potencial de crecimiento experimenten una frustración nuevamente por las turbulencias que va a producir en lo social y político y que desafortunadamente se trasforman en un freno a todo lo que es el proceso cuantitativo de crecimiento.

Aquí tengo un indicador muy claro, que es la distribución del ingreso. Soy de los que cree que la distribución del ingreso es un indicador muy claro de bienestar. Yo entiendo que la pobreza es un problema distinto y que hemos hechos avances importantes. Pero observen países con los cuales nos gusta compararnos y que son países con un desarrollo similar. Aquí está el ingreso per cápita corregido por poder adquisitivo: Chile tiene 8.900 dólares y Corea 9.700 dólares, o sea, son dos países que se pueden comparar. El 40% más bajo de la distribución en Corea se lleva un 20% del ingreso total, en Chile se lleva solamente el 10%.

La distribución del ingreso en Corea que es un país bastante similar, es muy injusta. Uno puede comparar a Chile con otros países, como Brasil, donde la distribución es bastante más justa, pero también la evidencia indica que países con estos problemas estructurales y países más pobres como los africanos tienen una distribución del ingreso que es bastante más homogénea, pero a nosotros no nos gusta compararnos con Brasil, a nosotros nos gusta compararnos con Corea, Tailandia, Singapur, Costa Rica, etc. y Chile aparece en el último lugar del ranking desde el punto de vista de la distribución del ingreso, y si uno habla de la distribución comparando el 20% más pobre con el 20% más rico, esa diferencia en Corea es de 6 veces y en Chile 18 veces. Es decir, somos tres veces más injustos.

Esta es una evidencia clarísima, en mi opinión, que tenemos una contradicción fundamental entre estos logros macroeconómicos de crecimiento y de indicadores agregados de calidad de vida, con aquellos otros que tienen que ver con insostenibilidad política y social de un modelo que mantiene este tipo de situaciones. Se alega que esto ha sido tradicional en Chile, pero lo que no ha sido tradicional es tener las tasas de crecimiento que hemos tenido en el último tiempo, con lo cual no ha habido mejoras sustantivas en la distribución del ingreso y es un llamado de atención desde el punto de vista de políticas económicas.

La cultura es un bien social desde la perspectiva económica, y eso envuelve tres aspectos que son importantes: la protección del patrimonio cultural, el enriquecimiento del patrimonio cultural y la difusión del patrimonio cultural; que tiene que ver con educación, y en ese sentido concuerdo con el trabajo de Carla Corduha, que afirma que todo el informe de la UNESCO se olvida del tema de la educación y para mí son dos elementos indisolubles, por lo que tiene que ver con la difusión y la protección del patrimonio cultural.

Cultura y educación son gastos de tipo estratégico y por tanto deben ser elementos que requieren atención preferencial del Estado. O sea, discrepo del enfoque de que la cultura y la educación son bienes que uno puede comprar en un supermercado y que, por lo tanto, dependen de la preferencia de los consumidores, su nivel de ingreso y todas estas predicciones que aplican exactamente el mismo modelo de los zapatos al mercado de la educación y la cultura. Yo no creo en eso, porque son bienes que se deben proteger como bienes públicos o bienes de tipo social y que requieren de una atención diferente por parte del Estado.

Entre los factores claves del desarrollo, hay dos temas: la formación del recurso humano y el desarrollo cultural. Esto tiene que ver con educación, y lo segundo con investigación científica y tecnológica. Todos estos elementos no están separados, la cultura no puede verse como la cosa de los artistas, como lo han planteado la gente que toma decisiones en el país, y se ve cultura cuando se hacen exhibiciones de teatro. El concepto de cultura es mucho más envolvente que eso y tiene mucho que ver con el tema investigación y educación. Entonces la pregunta es ¿cómo lo estamos haciendo? Fíjense ustedes los logros académicos que tenemos del año 1991 en calidad de educación, estos son los resultados que tienen nuestros estudiantes medidos por las pruebas Simce.

La capacitación en Chile alcanza solamente a un 9% de la fuerza de trabajo y los años de educación formal han pasado de 4,5% a 8,8% en los últimos 40 años. Si se mira cuánto ha crecido el ingreso per cápita en Chile en los últimos 40 años, es muchísimo más que proporcionalmente a este incremento en los años de educación, lo cual, me hace pensar que hay un tema pendiente con la educación; y cuando se observa lo importante que es la educación por su carácter integrador, este carácter de impulsar unidad nacional y de además ser un elemento de difusión y protección del patrimonio cultural, entonces creo que esto revela que estamos en problemas.

Si uno compara a los estudiantes por cada cien habitantes (esto es una estadística del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) de nuevo encontramos una gran brecha respecto de los países con los cuales nos gusta compararnos. Corea saltó el año 1973 de 12,7 a 74 estudiantes por cada cien habitantes. En Chile entre el ´73 y el ´90 no ha habido ningún cambio en términos agregados.

¿Cuánto estamos invirtiendo en Educación Superior? Ese es otro elemento que no hay que olvidar. En Chile estamos invirtiendo en Educación Superior un 0,7% del producto interno bruto y en decadencia, porque partimos en un 1,5% y sigue cayendo, y todos los años cae un poco más, porque lo que subyace en esta forma de pensar es que en la medida que seamos más ricos, la Educación Superior, y también la investigación y la creación de universidades, van a ser un negocio privado.

En el mundo industrial, en los países con que nos gusta compararnos, la inversión es del 2 ó 3% del producto interno bruto, y para nosotros cerrar la brecha ameritaría invertir más que el 2% a 3% del producto interno bruto. Es un indicador muy importante de nuestras falencias. Cuando creemos que nos vamos a desarrollar en los próximos veinte años, pero tenemos 1,2 científicos por cada mil, y el mundo industrial, 4,6, y hay una brecha histórica que cerrar, somos un país que no tiene perspectivas sustentables frente a lo cual se dice. Y si comparamos la investigación afuera, es una respuesta todavía menos plausible, en mi opinión.

Si se mira en la población de 18 a 24 años que está en Educación Superior, con todos los avances cuantitativos, no cualitativos, uno se da cuenta que con países que habitualmente nos comparamos, como son Corea, estamos por debajo, es decir, lo que es educación, investigación y desarrollo. Nosotros somos un país que luce con un crecimiento muy importante, pero que no tiene estándares comparables. Somos un país centroamericano, africano, desde el punto de vista de nuestros progresos en estas materias, respecto de las que hay en la modernización de las empresas, del crecimiento económico, la internacionalización de los negocios, es decir, somos un país tremendamente moderno. Con un sector financiero dinámico, adecuado, eso no puede desconocerse, pero somos un país muy atrasado en estas otras materias y ese es el desequilibrio estructural que no hemos sido capaces ni siquiera de abordar en la discusión política.

¿Cuánto se gasta en la Educación Superior en temas de arte y cultura? En la Universidad de Chile se gasta un 15% de acuerdo a mis estimaciones. Aquí está el presupuesto de la Facultad de Artes, del Centro de Extensión Artística y Cultural, el presupuesto que tenemos en nuestra División de Extensión Cultural y algunos otros gastos que son más o menos obvios, pero creo que es un número razonable. Pero a mí me parece muy bajo, porque esto está derivado de los incentivos privados que tenemos en una Universidad como ésta y en todas las demás. Curiosamente en una Universidad del Estado que tiene un 30% de participación del dueño en el negocio y que va disminuyendo periódicamente y, en consecuencia, los incentivos que hay son privados. Si se toma un académico promedio, recibe una remuneración que viene del 60% ó 70% de su actividad privada o de su orientación privada, de los proyectos que vendió o del estudio que está haciendo financiado por una empresa, o finalmente de la docencia que en gran parte es privada porque se financia por la vía de los aranceles. Hay un incentivo de los privados que tiende a alejarlos de aquellas cosas que produce menos en el corto plazo como el arte y la cultura y, por lo tanto, si uno examina hacia atrás las áreas que más han sufrido en la Universidad, producto de los recortes financieros, de las presiones, de todo lo que a ocurrido en los últimos 25 años. En el mecanismo de financiamiento hay un alto énfasis profesionalizante en la Universidad. Me han planteado por qué la Universidad tiene que hacer cosas como arte, cuando eso tiene que hacerse en escuelas para señoritas, donde se puede enseñar a pintar o a danzar, y que la Universidad debiera dedicarse a formar a médicos e ingenieros que son las realmente importantes. Hay una visión del trabajo universitario que ha tendido a castigar todo lo que son las expresiones del arte y la cultura.

Por otra parte, el financiamiento no está dirigido a gastos estratégicos para el Estado porque no hay una política en todo esto. A uno le entregan un paquete de plata y "haga lo mejor que usted pueda con esto", y entonces se coloca la plata donde produce más y no necesariamente hay una rentabilidad social mayor. Necesitamos una política de desarrollo cultural, pero ésta debe ser una política integrativa; tengo la impresión que cuando se habla de crear una política de desarrollo cultural, cuando los candidatos presidenciales hablan de cultura, crean una comisión, en primer lugar, y segundo es una comisión donde participan 15 artistas destacados. Sale una excelente declaración de principios, pero que no tiene ninguna relación con lo que ocurre en otras áreas, de lo que pasa con el tipo de cambio o lo que se está haciendo con la internalización. Creo que es muy importante que otros profesionales sean los que piensen este tema. Es decir, meter este aspecto del problema en el área de la economía, de la ingeniería industrial, en todas las áreas, es un problema transversal a nivel de la Universidad y hay que enfrentarlo de ese modo.

Muchas gracias.

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