Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Inauguración de la V Conferencia Bienal de la Sociedad de Economía Ecológica.

Ésta es una gran reunión en términos cuantitativos y es muy alentador ver mentes brillantes preocupadas de un tema tan crucial. Ésta es una gran reunión por la presencia de ustedes, pero también por lo que esperamos sea el fruto de las discusiones y, por sobre todo, sea el fruto en términos de los incentivos que le demos a nuevos investigadores, a los economistas y ecólogos jóvenes, así como a las otras disciplinas para producir más conocimiento en una materia tan relevante.

Es también una significativa reunión por la temática. Hoy día es suficientemente claro que el tema ecológico, el tema del medio ambiente y el tema de la contribución de la economía, es abordar los problemas más evidentes e importantes en esos ámbitos que ya están fuera de discusión.

Hace sólo 10 años atrás en las reuniones profesionales en economía se consideraba que las contribuciones en el ámbito de la ecología eran todavía cosas raras, excepciones. Muchas veces en los comités editoriales de las revistas mirábamos con sospecha las contribuciones tan poco definidas en estos ámbitos, y en los años que progresaba con tanta firmeza la economía neoliberal veíamos casi como un peligro el que existiese este tipo de enfoque tan poco sistemático.

Quiero darles la bienvenida a una importante reunión por su excepcional temática y trascendencia. Quiero hacerlo, desde luego, a nombre de la Universidad de Chile.

Para nosotros como Universidad no es una contribución el haber colaborado a la organización de esta reunión: lo consideramos un deber, porque el trabajo de la Universidad está en la búsqueda de los temas que son de país. Dicha búsqueda para una Universidad como la nuestra, que es nacional, pública, y que este año cumple 156 años de vida, los temas de país son fundamentales.

Nosotros identificamos como temas de país aquellos que no están necesariamente conectados con el interés privado de corto plazo, pero que responden a las necesidades de investigación, de conocimiento en un contexto de largo plazo, y teniendo en consideración todo el cúmulo de externalidades que están presentes en el desarrollo de muchos procesos.

El tema de la ecología, el tema del medio ambiente y el tema de las políticas, son en Chile problemas de país. No hemos podido avanzar para poner esto en la agenda del trabajo privado, es aún marginal la contribución real que las empresas hacen al conocimiento, a la creación, a la investigación en el ámbito ecológico. Estamos en una etapa muy primaria respecto a convencer al sector privado que los equilibrios importan también en un contexto de largo plazo. De manera que este tema es, fundamentalmente, un tema universitario y un tema que cabe sobre todo en las lógicas de financiamiento de mercado que se utilizan para las universidades en nuestro país, cae en el ámbito preferencial de las universidades del Estado, las universidades públicas.

La contribución de la universidad a esto debe ser muy importante, pero para eso estamos tratando de cambiar nuestras lógicas de universidad, porque un tema como el medio ambiente es por necesidad un tema transversal, un tema multidisciplinario y no nos acostumbramos a conversar los biólogos con los químicos, con los economistas, con los sociólogos, con los cientistas políticos. Uno de los grandes retos que surge de una reunión como ésta, es, precisamente, buscar los caminos para tener una mayor capacidad de diálogo interdisciplinario.

El problema de la ecología y el medio ambiente no es monotemático y la universidad tiene que ir adaptando sus propias estructuras para enfrentar estos desafíos de una manera distinta. La estructura de las facultades y de los departamentos que caracteriza a la organización de las universidades en todo el mundo es cada vez menos reveladora de una disposición a abordar estos temas multidisciplinarios e interdisciplinarios. Nosotros estamos haciendo ese esfuerzo a través de la constitución de centros de investigación, y últimamente de un programa de posgrado en temas ambientales a través de cuatro facultades. Pero son ejemplos, todavía son casos excepcionales.

Creo que el gran horizonte para nosotros es un reto que deberá tomar pie en esta reunión, en sus conclusiones y en sus trabajos. Para la universidad es ir superando estas barreras internas artificiales, entre distintas disciplinas para poder abordar como un todo un tema de la trascendencia y de la urgente necesidad que tiene la temática medioambiental.

Nuestros participantes extranjeros han llegado a un país que es un excelente ejemplo de los desbalances que pueden crearse en el camino al desarrollo económico, de los balances muchas veces insostenibles pero tan evidentes y tan drásticos que ponen preguntas respecto a la viabilidad efectiva de un proceso de desarrollo económico.

Chile es un país que ha experimentado durante los 12 ó 15 años un proceso de crecimiento importante, ha permitido que su ingreso per cápita haya saltado de 3.000 dólares por habitante a más de 5.000 dólares por habitante. El crecimiento se proyecta después de estas turbulencias a una tasa probablemente de 4,5 a 5% por año, lo cual permitiría al país alcanzar un nivel de un país modesto del mundo industrial el año 2025.

Muchos piensan en esta dimensión del desarrollo económico, y creen que la simple matemática del desarrollo económico, a través de las tasas de crecimiento, puede llevarnos a satisfacer nuestras ansias de ser un país que tenga no sólo capacidad económica para crecer, sino que también tenga capacidad para ser un país más solidario y con la mente puesta en el largo plazo.

En la medida que hemos tenido estos resultados que son gratos, el crecimiento en Chile comparado con la década del 60' ha sido prácticamente triplicado. La tasa de inflación en los últimos años es menos de la mitad de la tasa de inflación de la década del 60'. La tasa de inversión como porcentaje de producto interno bruto (PIB) es aproximadamente 50% mayor que la tasa de inversión de los años sesenta. Es un país con gran éxito. Sin embargo, cuando se observan los indicadores sociales, particularmente los indicadores de distribución del ingreso, se encuentra una fuente importante de preocupaciones; la diferencia del ingreso promedio entre el quintil más rico y el quintil más pobre es en Chile de 17 veces.

¿Por qué ha pasado esto? En gran parte porque este énfasis en el crecimiento económico, en los indicadores de inversión, de inflación y crecimiento, en los instrumentos macroeconómicos, han descuidado esta otra dimensión, que es la dimensión de la equidad, pero no sólo de ella, han descuidado también la dimensión de los equilibrios medioambientales de los cuales la ciudad de Santiago es uno de los mejores ejemplos.

La crisis ambiental que se vive en Santiago es producto no sólo de un tema de desregulación más o menos evidente, en la medida que durante muchos años la ciudad, el desarrollo de su sector industrial, el desarrollo de sus medios de transporte, no tuvieron lo que podríamos llamar la vieja y olvidada planificación, tampoco tuvieron una estructura de incentivo de precios y de regulaciones apropiadas, llegando a convertir a Santiago en lo que muchos califican, creo yo con justicia, un desastre ecológico.

Más que eso, los problemas que hoy día vivimos en esta ciudad tienen que ver en gran parte con nuestra incapacidad para anticipar estos sucesos, y eso porque en Chile no se hizo investigación en las universidades, ni en ninguna parte, respecto de los temas ambientales durante más de 20 años.

Las universidades estaban más bien diseñadas y pensadas para formar profesionales, pero no para atacar estos problemas en años venideros. Ese es un error, y ha sido un error fundamental que hoy día lamentamos. Por eso digo que ustedes han venido al lugar más apropiado para tener estas discusiones.

Es el lugar más apropiado, porque aquí se han ido creando todas estas contradicciones fenomenales de los procesos económicos, con los procesos sociales y los procesos medioambientales. Ello permite diseñar en la necesidad de mover fronteras para mejorar nuestro entendimiento de estos problemas, para poder decirle a otros países latinoamericanos, y del mundo en desarrollo, cuáles son las prevenciones que hay que tomar.

Hoy día tenemos que empezar a bajar del pizarrón a la realidad, en muchos de estos problemas y de estas temáticas. Los economistas, durante mucho tiempo, hemos estado más bien preocupados de lo adecuado de nuestros modelos, y de la necesidad de cerrarlos adecuadamente; mientras tanto, afuera hay necesidades de respuestas concretas, de políticas, de recetas, de implicancias, de lecciones, a las cuales hemos prestado menos atención. Pienso que estamos en un camino de vuelta en esa materia; también lo estamos en la economía social, en la economía laboral, en la economía de la distribución del ingreso y, sin lugar a dudas, en la economía ecológica y de los temas medioambientales.

Hay cuatro temas que son fundamentales y que, revisando el intenso programa de trabajo de esta conferencia, se han constituido también, en temas fundamentales en las contribuciones de tantos participantes venidos de tantas partes del mundo.

El primero de ellos, según mi opinión, es el tema de la eficiencia económica versus la eficiencia social y ecológica. No cabe ninguna duda, por lo que he señalado, que estos procesos de expansión en economías como las latinoamericanas, que están caracterizadas por profundas contradicciones de base, en que esos procesos deben estar caracterizados por tremendas externalidades. Externalidades que extienden diferencias fundamentales entre el corto y largo plazo, y que ameritan políticas distintas para enfrentar diferentes problemas. La diversidad de estos países es tal, sus quiebres estructurales son tan importantes, donde la realidad de las capitales no es la realidad de los países enteros; la realidad de los sectores agrícolas nada tiene que ver con la de los sectores mineros; las realidades de sus poblaciones indígenas no tiene nada que ver con la de sus poblaciones importadas.

De esta manera, el tema de compatibilizar las eficiencias y de relativizar nuestros conceptos de eficiencia en el diseño de las políticas, me parece que es un reto de fundamental importancia en este campo.

El segundo, y por lo mismo, es el tema de los precios relativos. Los precios relativos de los temas de inversión de largo plazo, cuando ellos contribuyen a deteriorar el medio ambiente, es un tema que no ha llegado aún a la política. Es un desafío, que no se entiende porque es un tema que se mantiene en el contexto de corto plazo, en circunstancias que esos efectos e implicancias de largo plazo, pueden ser fundamentales.

El estudio de sistemas de precio, en general, el estudio de los mecanismos de mercado en el ámbito de las políticas sociales y, de las políticas medioambientales, es hoy día un conjunto de preguntas que necesitamos abordar. No podemos seguir, en muchos de estos aspectos, dando respuestas en teoría, a problemas que la gente y nuestros pueblos sufren en la práctica.

El tercero, es la necesidad de compatibilizar el crecimiento de corto plazo con las necesidades integrales de largo plazo de nuestras economías. Aquí hay un campo fundamental que está relacionado con el desarrollo humano, que tiene que ver con las políticas medioambientales, pero que está ligado, fundamentalmente, con nuestra capacidad de poder generar una cultura distinta respecto de la extensión de las implicancias políticas, de las implicancias en el tiempo de nuestras decisiones.

Finalmente, uno de los retos más fundamentales que debe quedar después de una reunión como ésta, es poder, efectivamente, introducir estas preocupaciones en la agenda de la política y de los políticos. El tema medioambiental está presente en todos los discursos políticos, en todas partes del mundo, pero particularmente en nuestra región, especialmente en nuestro país. Pero, hay poco de real en las agendas de trabajo, en las preocupaciones, en las acciones de verdad y no sólo en las declaraciones, porque, y los economistas saben de eso, aquí hay un costo-beneficio que es muy importante. Los beneficios de las malas acciones en problemas medioambientales se viven en el corto plazo, los costos se pagan en el largo plazo.

¿Cómo ser eficaces para cambiar esa relación? ¿Cómo ser capaces de aumentar los costos de las decisiones para las malas decisiones ambientales? ¿Cómo conseguir traspasar esos costos al sector privado? Y, en definitiva, ¿cómo conseguir compatibilizar un sistema de mercado, un sistema democrático, con un sistema que también tome decisiones buenas, adecuadas, sustentables?

Pienso que los retos que se enfrentan son mayores. Asimismo, la contribución de tantas mentes brillantes a estas discusiones, a la generación de conocimientos, y a mover fronteras en este camino, me parece promisorio. Por lo tanto, mi mejor deseo, junto con saludarlos y reiterarles nuestra bienvenida a nuestro país, es también el desear que esta reunión sea capaz de mover, de empujar fronteras, porque mucho lo necesitamos en nuestros países, y la contribución que podemos hacer es ampliar ese espacio de conocimiento, para diseñar mejores políticas para las nuevas generaciones.

Muchas gracias.

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