Discurso del Prof. Luis A: Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de entrega Convenios Proyectos de Investigación.

Quisiera comenzar diciéndoles que hace unos minutos comentábamos con Texia Gorman, nuestra Directora de Investigación, que este documento podríamos haberlo enviado por Internet, y no haber estado presentes en esta reunión. Pero nos parece muy importante que los investigadores, los profesores de la Universidad, compartan el sentido de comunidad que tiene la Universidad de Chile. Observen también la diversidad de nuestro trabajo: aquí hay gente de nuestro Departamento de Teatro, pero también gente de Química Ambiental, de Tecnología de los Alimentos, de Ingeniería. Eso es la Universidad de Chile: la diversidad manifestada en el trabajo aplicado de investigación en las distintas áreas y, por lo tanto, es muy importante que nos convoquemos para poder hacer palpable esta realidad que pocas universidades tienen en términos de su diversidad y complejidad.

Cuando uno asiste a estas ceremonias que tienen que ver con recursos de investigación, no se puede dejar de recordar las carencias que tiene la política nacional en materia de indagación científica. Estas falencias son múltiples, y tienen que ver, por un lado, con el escaso financiamiento de un país que posee pretensiones de alcanzar su desarrollo en algunos años; con los pocos recursos que dedica a la creación de nuevo conocimiento; un país que reconoce los grandes desafíos que enfrenta en materia de diversificación de sus exportaciones, por ejemplo, o en términos de la integración nacional que aún hoy posee carencias importantes y que, sin embargo, no pone los recursos para entender esos problemas y para poder construir no solo un país más exitoso mirado desde el aspecto cuantitativo, sino también un país más satisfecho consigo mismo del punto de vista de la integración, de la óptica del reconocimiento de todos nosotros como pertenecientes a la nacionalidad chilena. Y esta falla que no ha sido corregida a pesar de los anuncios, de las declaraciones y de los compromisos, nos mantiene como un país con tasa de crecimiento similar al mundo industrial, pero con nivel de financiamiento de la investigación probablemente equivalente a un tercer nivel de países en desarrollo. Y eso pone de relieve una inconsistencia que va en paralelo, por cierto, con el financiamiento de la educación superior que todavía vemos como una especie de subsidio gratuito para gente que realiza actividades que tienen que ver consigo misma, con lo cual no se visualiza a la educación superior como integrando la investigación dentro de ella en un proyecto fundamental para el país en términos de su proyecto de desarrollo y de su realización nacional. Y este enfoque no ha sido corregido, a pesar de las declaraciones, los compromisos y las decisiones.

Entonces, cuando una Universidad como la Chile hace este esfuerzo de poner recursos para poder asignarlos de la mejor manera, en la forma más racional posible, para estimular aquello que es tan importante para el país y para la propia Universidad, uno se pregunta qué clase de reconocimiento tiene eso, y la verdad que el reconocimiento es muy menor, porque el país y su clase política fundamentalmente entienden que las universidades son lugares donde se hacen clases y donde probablemente ellas se hacen al menor costo posible, ojalá con personas contratadas por horas que pasen por la sala diseminando lo que saben a las nuevas generaciones de estudiantes. Y entonces el concepto de complejidad de las universidades que está tan vinculado a la investigación y a la formación de postgrados queda también postergado a pesar de las declaraciones, de las decisiones, las políticas y los compromisos.

Creo que el próximo año va a ser nuevamente una oportunidad para reponer este debate a nivel del país, una discusión que va mucho más allá del problema del financiamiento de las universidades, de los déficits, de los conflictos seculares por el mantenimiento de un sistema de educación superior aceptable. Hay que ir a la profundidad del problema de cuál es, efectivamente, el rol de una universidad nacional, de excelencia y compleja como la Universidad de Chile en esta visión que existe sobre el desarrollo de la educación superior y de la investigación. Este es un ejemplo de esfuerzo institucional destinado a promover justamente aquellas áreas en que el sistema nacional manifiesta graves falencias: desarrollo de académicos jóvenes; proyectos nacionales que no tienen rentabilidad privada, por lo menos en el corto plazo, pero que alguien tiene que llevarlos a cabo y financiarlos; el desarrollo de las artes, de las humanidades y las ciencias sociales, parientes pobres en todos los sistemas de investigación y todos los sistemas concursables.

Este esfuerzo, sin embargo, no constituye una noticia. Se constituye una noticia si hay un conflicto, si hay un enfrentamiento, un problema, pero no constituye una noticia que esta Institución haga un esfuerzo importante para poder proveerse a sí misma de aquello que fundamenta su crecimiento, su desarrollo y su vinculación con los objetivos del país. Ninguno de los académicos presentes y que han obtenido recursos para desarrollar su investigación está pensando llevarlo a cabo como una investigación de rentabilidad privada, porque eso tiene un efecto mucho más importante en los objetivos nacionales, en la vinculación que tenemos con los problemas del país, o con el propio desarrollo universitario como es el caso de los estudios de postgrado.

Por todo esto, me parece que esta reunión es muy necesaria, en primer lugar, para estar en contacto. Somos una Universidad no solo dispersa geográficamente, sino que también tendemos a tener una grave dispersión cultural y es bueno que sepamos que también en Derecho, en arte, en humanidades y no solo en ciencias físicas, ciencias o en química se realiza investigación, porque la investigación de esta Universidad es integral, es complementaria y, por lo tanto, es mucho más maciza que la que provee cualquier otra institución en el país. Pero también es importante que estemos juntos para recordarnos que aquí en el país tenemos un problema pendiente respecto del cual la Universidad de Chile debe tener una opinión y la tiene, pero debemos seguir presionando para que esa formulación se convierta efectivamente en el espíritu de la política pública que hasta ahora no lo ha sido, una opinión que se extiende mucho más allá del problema de la Universidad, que tiene que ver con el sistema de educación superior, y por qué no decirlo, con el sistema educacional en el cual también existen graves falencias en materia de calidad, en la profundización de lo que se ha avanzado efectivamente en materia de cobertura.

Esos compromisos se relacionan efectivamente con el rol nacional de la Universidad de Chile y es por eso que me gusta tanto ver como, proyectos en el ámbito de educación, también los estamos financiando, porque es muy importante, en nuestra opinión, esa materia. No podemos quedarnos al margen de un problema nacional de primera importancia como es la formación de nuestros niños y jóvenes. Eso tiene que ver con la tarea de la Universidad, que es la universidad de nuestro país, de nuestra historia, pero al mismo tiempo es una universidad del futuro. Nosotros tenemos un compromiso muy importante en formación de postgrados que hemos ido implementando, con dificultades, pero con éxito. Tener el número de doctorados que nosotros hemos logrado concretar y seguir avanzando en otros en los cuales tenemos que proveer una oferta importante y significativa, constituye, en primer lugar, el cumplimiento de un compromiso con el país para proveer profesionales y académicos de la mayor formación, pero también cumple con un compromiso con la Universidad, que es el compromiso de la renovación de nuestros propios cuadros académicos.

Y no es este solamente el tema de la renovación etaria, es también el tema de la renovación intelectual, porque los más jóvenes son capaces de aventurarse en campos en los cuales nosotros ya probablemente estamos culturalmente limitados en nuestras respectivas disciplinas. Es una renovación importante para la Universidad, porque, como lo dicen nuestros lineamientos estratégicos, mos hemos convertido en los proveedores de académicos para el sistema universitario nacional. Pero debemos dejar los mejores con nosotros, y por eso los programas de postgrados y la investigación son tan importantes; por lo tanto, los concursos de iniciación a la investigación no son tan inocentes como para proveerles de una oportunidad a los más jóvenes, sino que invertimos justamente en aquello que es el corazón del futuro de la Institución, los académicos del mañana.

Yo los felicito porque éste ha sido un sistema de competencia y en estos sistemas uno va a ganar o a perder sobre la base de los méritos de su proyecto y de sus antecedentes. Por lo tanto, los que están acá han ganado no en una batalla asignativa o de poderes, sino que han triunfado en una lucha legítima de tipo académico. No hay otra institución en el país que pueda decir con orgullo que sus académicos compiten internamente en forma valida y transparente por los recursos que se necesitan para hacer la mejor investigación posible y eso lo estamos logrando y creo que por esa razón la Universidad de Chile tiene, entre todos, un alto reconocimiento, no por encuestas de opinión. Tiene reconocimiento cuando se compara efectivamente su productividad académica a nivel del mundo.

No estamos entre las mejores universidades del mundo por casualidad, ni por encuestas de opinión que han considerado de alguna manera factores objetivos. Ésta es la mejor universidad del país y una de las mejores del mundo también, y lo decimos con mucho orgullo, porque eso se debe al trabajo que los investigadores, los académicos de esta Universidad llevan a cabo. Eso no es gratuito y eso tenemos que garantizarlo para el futuro. No sería una buena cosa que en el futuro esta Universidad se declarara docente y que termináramos financiándonos mejor quizás con un esquema un poco privatista como el que hoy impera plenamente en el sistema de educación superior a través del mercado. Nosotros tenemos que comprometernos a seguir siendo una universidad de investigación, a seguir siendo una universidad de postgrados y seguir siendo también el alero intelectual para los mejores profesionales del país. Los chilenos tienen aquí la Universidad diversa que somos, la universidad nacional que necesitamos, la institución comprometida con el país que hemos sido.

Universidad restringida, por cierto, por políticas que no nos ajustan ni nos satisfacen, pero al mismo tiempo de solicitar que eso se cambie y de provocar un debate sobre ese problema para que eso varíe, tenemos que seguir haciendo el esfuerzo para ser los mejores todos los días y ustedes nos permiten hacer eso, porque están dispuestos a poner sus ideas comparativamente junto a los de otros para obtener recursos y seguir avanzando en nuestra investigación y creación. Ustedes lo posibilitan también porque el corazón de esta casa de estudios es la investigación y la carrera académica; esos son los dos grandes pilares fundamentales de esta Institución que permitirá su subsistencia pese a quienes quieran empujarla, destruirla, amilanarla o desintegrarla para que se diluya en el tiempo.

Mientras haya investigación sólida, mientras haya una sólida carrera académica, esta Institución tiene un futuro y ustedes garantizan que así ocurra y todos se lo agradecemos. Les felicito por su esfuerzo, porque sé cuánto sacrificio hay que hacer, para con pocos recursos poder realizar todo lo que esta Institución ya ha hecho. Tenemos centenares de proyectos de impacto nacional, que muchas veces uno se pregunta, bueno y por qué se está haciendo esto es solamente aquí, y la respuesta es porque hay una vocación de servicio a la sociedad chilena. Esa vocación de servicio al país está también hoy día vinculada a la gente joven, a quienes están terminando nuestros doctorados, a quienes son investigadores jóvenes, porque esa es la semilla que tenemos que dejar para que esta Institución siga siendo siempre la gran Universidad de Chile. Muchas gracias.

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