Gabriela Mistral y la Universidad de Chile

Nació en Vicuña, pequeño pueblo de la provincia de Coquimbo, el 7 de abril de 1889. Su nombre en aquel entonces era Lucila Godoy Alcayaga. Una vez  seducida por el mundo de las letras, comenzó a utilizar el seudónimo de Gabriela Mistral.

Hija de profesor, desde temprana edad, la futura poetisa sintió su vocación de maestra con una convicción conmovedora:

¡Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestra que Tú llevaste por la Tierra.

Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes (..)

No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las que enseño.

Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes. Dame que alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y a dejarte en ella clavada mi más penetrante melodía, para cuando mis labios no canten más. 1

En sus primeros años como profesora recorrió el país ejerciendo su rol en diversos liceos de regiones al mismo tiempo que dio rienda suelta a la producción poética que la convertiría en una de las más grandes figuras literarias de Chile y Latinoamérica.

Su obra poética se compone de cuatro volúmenes de poesía: Desolación, publicado en Nueva York en 1922, por el Instituto de las Españas de Columbia University; Ternura, colección de poemas infantiles y canciones de cuna, publicado en Madrid en 1924; Tala, publicado en Buenos Aires en 1938; Lagar, publicado en Chile por la Editorial del Pacífico.

Surcado rostro itinerante

En 1924 realizó su primer viaje a Europa. El Gobierno la distinguió con una jubilación por decreto-ley, como caso excepcional en mérito a sus trabajos literarios.

En 1925 regresó al viejo continente como Delegada de Chile al Instituto de Cooperación Intelectual de Ginebra, nombrada por el gobierno de la época. Al poco tiempo, asumió una carrera consular que la llevó a vivir en países como Italia, España, Portugal, Brasil, Guatemala, Francia y Estados Unidos.

Durante su estadía oficial en Petrópolis (Brasil), recibió una de las consagraciones máximas para un escritor: en noviembre de 1945 fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura. Era la quinta mujer que alcanzaba tal distinción y el primer escritor de la América hispana que recibía un reconocimiento universal de tal categoría.

En 1945 se trasladó a Estados Unidos, donde residió los últimos años de su vida. El 5 de enero de 1957 un cable noticioso informó que se encontraba en estado de suma gravedad en el Hospital de Hempstead de Long Island, Nueva York.

Falleció en la madrugada del 10 de enero de 1957.

Para honrarla en vida

En el número 106 de la revista Anales de la Universidad de Chile, realizado por completo en homenaje a la poetisa, Luz Machado de Arnao describió con singular detalle la visita de Gabriela Mistral en 1954 para recibir múltiples reconocimientos.

La vi llegar a su patria después de 16 años de ausencia. Gabriela (...) Fue el 9 de septiembre de 1954, cuando nuevamente la invitaba el Gobierno de Chile para rendirle honores, otorgarle el título Doctor Honoris Causa de la Universidad de Chile(...)

Al día siguiente la recibía la Universidad. Tuve suerte esta vez. Quedé frente al estrado. Arriba flameaban las banderas de los 21 países americanos, sobre las cabezas del Cuerpo Diplomático. La acompañaba el Ministro de Educación, el Rector, el Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, el Secretario General de la Universidad y su secretaria. El Coro Universitario cantaba melodías con poemas suyos. Sonreía ella cuando puso el pie derecho sobre la tarima roja. Llevaba los zapato negros, cerrados, bajos, de gamuza; un abrigo gris sobre traje azul plomo. Tenía las manos libres. Se sentó después de la ovación (…)

Comenzaron los dicursos. Los ojos vagaban algunos minutos sobre el auditorio y caían en el orador. A ratos, los cerraba, como si apretara lágrimas. Cuando llegó el momento de ofrecerle el título, todos nos pusimos de pie y se aplaudió largamente. Ella entonces se adelantó a agradecer. Frente al micrófono ya sentada, se puso los anteojos, hojeó las cuartillas y comenzó a hablar con su ´voz de vencido´. Sin sonreír, su rostro revelaba amargura y secular desolación. Cuando dijo las últimas palabras, dobló las cuartillas y alzando el rostro declaró: " ¡lo demás se me quedó en la casa! Me he portado como una niña olvidadiza. Perdónenme. Pero yo quiero, con la venia del Rector, hablar a ustedes". Y Gabriela habló durante una hora sobre los pueblos de Europa, sobre la miseria y la forma de combatirla, sobre la ayuda de unos a otros; habló de Italia, a la que parecía admirar mucho, de Dinamarca y sus formas económicas, de otros pequeños pueblos, "que no deben esperar sólo la ayuda de los grandes". Habló de Chile. Reveló su inquietud por su destino. Y preguntó varias veces al público si los mineros habían logrado reivindicaciones. Un corto silencio cubrió la sala. Continuó hablando. Parecía fatigarse. Recomenzaba la frase. Estaba turbada, indudablemente. Se le acercaron el Ministro, el Rector y su secretaria Doris y en voz baja…¿Qué le decían?...Ella sonreía , y seguía, seguía. Doris le pidió las cuartillas y las guardó. Le secreteó algo y ella respondió: "Está bien chiquitita…Gabriela se despidió del público. Eran las 9 y 30 de la noche. Un grupo joven se abalanzó hacia el estrado. Hubo de salir casi en brazos del Ministro y del Secretario Feliz Cruz. 2

Para despedirla en su muerte

Con fecha 19 de enero de 1957 llegaron sus restos a Chile, los que fueron velados en el Salón de Honor de la Universidad de Chile.

Más de 200 mil personas asistieron a la Casa de Bello para despedirse, en un mudo homenaje a la poetisa. El día 22 de enero fue sepultada transitoriamente en el Cementerio General de Santiago, mientras se construía un mausoleo en la aldea nortina de Montegrande.

Laura Rodino, cercana a Gabriela Mistral, en colaboración con la edición de Anales de la Universidad de Chile dedicado a la literata, señaló el rol reivindicador en vida y muerte que llevó a cabo la Universidad para con Mistral:

Justo es decir que la Universidad limpió nuestra frente en el caso de Gabriela, si recordamos que ya en 1926, por acuerdo unánime, en vista de sus dificultades de una parte, y de su sobresaliente preparación, su cultura general y sus brillantes actuaciones internacionales por otras, se le concedió el título correspondiente para desempeñarse -sin sobresaltos- como directora de su Liceo N°6, gracia que ella no usó por estar ya avanzado su expediente de jubilación.

En su último viaje, en el solemne acto en que la Universidad de Chile, ungió a Gabriela Mistral, Doctora Honoris Causa y en que se expresaron conceptos humanísticos sublimes, ella respondió con su insobornable sencillez campesina, pidiendo solemnemente por los desheredados de la cultura…

La Universidad valorizó altamente su mínima actitud, la que tuvo más eco en el Alma Mater que en un discurso académico.

Por eso, antes de entregarla a la Majestad de la Tierra, puso su cuerpo junto a su pueblo, el que por tres días y tres noches fue fijándolo en el ensueño de su alma y la despidió, en voz de su Rector, con el más alto título, el más puro, el de Doctora Angélica. 3

Bibliografía

1  Mistral Gabriela. Desolación. Santiago, Chile, Ed. Del Pacífico, S. A (1954). P. 197.

2 Machado de Arnao, Luz. Yo conocí a Gabriela Mistral. En Anales de la Universidad de Chile, N° 106 (Segundo trimestre de 1957). Santiago, Chile. P. 81-82.

3  Rodig, Laura. Presencia de Gabriela Mistral (Notas de un cuaderno de memorias.  En Anales de la Universidad de Chile, N° 106 (Segundo trimestre de 1957). Santiago, Chile. P. 291.

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