“En educación, he escuchado muchas veces decir que estamos bien porque hay más mujeres que hombres”, señaló al inicio de su intervención la investigadora del CIAE y académica del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la Universidad de Chile, Lorena Ortega, durante el seminario “¿Cómo andamos por casa?: Equidad de género en la investigación educacional”, actividad organizada por ambas instituciones con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer de este 8 de marzo.
La académica profundizo que, sin embargo, pocas veces se problematiza sobre las disparidades de género en educación. Según explicó, es una área donde se tiende a subestimar el rol del género en las trayectorias de académicos y académicas, principalmente porque es un campo altamente feminizado. Si bien en pregrado y en el profesorado se ve una alta representación de mujeres, Ortega señaló que esto no ocurre en la academia. “A medida que vamos avanzando en la trayectoria académica vemos una menor representación de mujeres”, sentenció la académica de la U. de Chile.
Según cifras de la Radiografía de Género del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, solo el 34% de quienes desarrollan investigación en Chile son mujeres y un 16% lidera centros de excelencia científicos-tecnológicos. Otros datos, publicados en febrero de este año por Idea País, muestran también que en el área de ciencias existe una menor participación de mujeres que siguen estudios de postgrado. En este sentido, los datos indican que ha habido una tendencia a la baja en la participación femenina, un 10% de disminución en la última década a nivel de magíster y un 3% en doctorado.
Pero los desafíos no están solo en representación y acceso. "Se suele pensar que con participación o acceso se solucionan los problemas de género... Para nosotras son útiles los datos de hombres y mujeres, sin embargo, hay mucha conversación que va más allá", argumentó Ana Luisa Muñoz, académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
En esta línea, Marcela Mandiola, investigadora en Estudios de Género y Estudios Organizacionales del Instituto de Estudios Críticos de México, quien también estuvo presente en el seminario, apuntó a que es necesario traspasar el conteo binario. ”Se pone atención en el elemento productivo del trabajo académico, en particular la investigación”, señaló, y llamó a poner atención al desarrollo y desempeño complejo del trabajo académico.
Abriendo la conversación sobre brechas de género
Ana Luisa Muñoz instó a reflexionar sobre cómo contar las historias de brechas de género de manera diferente. “Que no sea solo pensar cuántas mujeres y varones tenemos en los números, y eso nos obliga a decir cuáles son las otras historias y ahí empieza toda la conversación de brecha salarial, productividad, espacios, cómo nos divulgamos, cómo tenemos que producir, con quién trabajamos, publicamos e investigamos, las luchas que damos, resistencias y acciones colectivas. Cuando avanzamos un poquito más allá de la conversación sobre brechas se abre un mundo”, precisó.
Por su parte, Marcela Mandiola señaló que el acceso y la inserción de mujeres no necesariamente cambia una práctica, y que es necesario revisar el entorno laboral. “Yo no sé si las estrategias debieran ser desplegadas en un entorno laboral que no se revise. Antes de pensar en estrategias, el contexto académico debiera revisarse, porque la preocupación por la productividad en investigación o la participación en investigación desde el punto de vista de género es solo un elemento, muy relevante, pero solo un elemento”, dijo.
En este sentido, y según diversos estudios, las investigadoras enfrentan discriminación, desigualdades salariales y disparidades en adjudicación de financiamiento para investigación, lo que tiene un impacto directo sobre su productividad y promoción académica (Shen, 2013; Vinokurova, 2015). Además, existe una división desigual de la labor académica, con mujeres desempeñándose significativamente más en labores de servicio, gestión y docencia que los hombres, quienes tienden a disponer de más tiempo para realizar investigación (Guarino & Borden, 2017). Por otro lado, entre académicos y académicas existe un involucramiento dispar en labores de trabajo doméstico y cuidados, que se exacerbó durante la crisis sanitaria por COVID-19 (Cervia & Biancheri, 2017; Fusulier et al., 2017).
Sobre esto, la profesora Ortega explicó que “es clave, entonces, visibilizar el rol del género en la formación de trayectorias académicas en investigación educacional. Más específicamente: patrones generalizados de deserción académica, productividad, liderazgo y colaboración académica a lo largo del curso de la vida académica”.
"Evidencia Género y Educación"
En el marco de este nuevo 8M, además, el CIAE del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la Universidad de Chile presentó el dossier "Evidencia Género y Educación", que reúne una serie de investigaciones, papers, informes y capítulos de libros sobre brechas de género en educación.
El dossier es una invitación a reflexionar sobre cómo mejorar los espacios educativos que compartimos, y avanzar desde la práctica cotidiana hacia una educación que dé las mismas oportunidades a niñas, niños y jóvenes.
A continuación, puedes revisar la transmisión de Youtube del seminario “¿Cómo andamos por casa?: Equidad de género en la investigación educacional”: