Femicidios y crimen organizado, un cáncer que se propaga en Honduras

Femicidios y crimen organizado, un cáncer que se propaga en Honduras
Adelay Carías Reyes, representante del Centro de Derecho de Mujeres de Honduras.
Adelay Carías Reyes, representante del Centro de Derecho de Mujeres de Honduras.

Un completo análisis sobre las causas, cifras y consecuencias de los femicidios en el contexto del crimen organizado en Honduras entregó, esta tarde, la representante del Centro de Derecho de Mujeres de Honduras, Adelay Carías Reyes, invitada a exponer sobre el tema por la Cátedra Centroamérica y la Cátedra Seguridad y Globalización del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.

En este contexto, Adelay Carías explicó que este fenómeno se puede categorizar en una zona intermedia entre femiicidios íntimos y femicidios del ámbito de lo público, porque el contexto en que se producen está conformado por normas, leyes y relaciones sociales definidas desde superestructuras bélicas con alto poder organizativo y coercitivo, del mundo de lo público.

“Otra conclusión a la que hemos llegado en nuestro trabajo de investigación es que no siempre estos femicidios son más violentos que otros, sino que va a depender del móvil con el que se ejecuten. Cuando se trata de asesinatos de mujeres de la misma mara, generalmente la muerte se produce con un solo disparo. Pero cuando se trata de muertes realizadas por miembros de la mara contraria, el asesinato se hace infringiendo mucho dolor, con la intención explícita de dejar un mensaje o una advertencia al grupo contrario”, afirmó.

Desgraciadamente, según el estudio llevado a cabo por Adelay Carías, cada vez hay más mujeres involucradas y recluidas por delitos relacionados con el crimen organizado. Por esta causa solo el 32.1% de los presos son hombres, mientras que las mujeres alcanzan al 76,9%.

“En los últimos 10 años la población masculina recluida por este tipo de delitos se ha triplicado, pero en el caso de las mujeres se ha multiplicado por 10. Ello porque al ocupar las últimas posiciones en la cadena de la división del narcotráfico, son mucho más  vulnerables a ser apresadas. Esto también las hace más vulnerables a ser víctimas de femicidio, ya que como no ocupan puesto de poder, son fácilmente reemplazables, lo que no sucede con los hombres”, afirmó.

Asimismo, resaltó que la mayoría de las mujeres involucradas en el crimen organizado se dedican a la venta y tráfico de drogas; al secuestro y extorsión de personas; lavado de dinero, y trata de personas.

“Hoy no se puede ver a las mujeres únicamente como víctimas silenciosas o colaterales de la violencia letal desatada por el crimen organizado, sino como sujetas activas de estas redes, que también se benefician de las ganancias, del poder y del estatus social que da la pertenencia a estos grupos. Esto implica dejar de lado esa visión romántica de las mujeres como incapaces de realizar actos violentos o de extrema crueldad, como un medio para escalar de posición y adquirir poder y prestigio social”, sentenció.

Finalmente explicó que de acuerdo a cifras entregadas por el Instituto Universitario en Democracia Paz y Seguridad (IUDPAS), dependiente de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, entre 2014 y 2018 se registraron 1.319 femicidios, de los cuales solo 104 casos fueron ingresados a los Juzgados de Letras de lo Penal (el 7,8% del total de los casos registrados) y apenas 21 de ellos cuentan con sentencia condenatoria. Por lo que a nivel policial y sobre todo a nivel judicial existe una deuda pendiente en este sentido.