Las tecnologías están en todas partes y en todo momento, desde el nacimiento, cuando los orgullosos familiares comparten las fotos del nuevo retoño, hasta en el trabajo y en las clases. Por eso, qué le pasa a los niños y niñas con su uso ha sido un tema de estudio permanente para los especialistas. En 1999, la American Academy of Pediatrics desalentaba el uso de pantallas para los menores de dos años, pero con el tiempo esa opinión fue cambiando.
El investigador del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Mauricio López, reconoce que las tecnologías de información y comunicación están cada vez más presentes en la vida diaria. “Las tecnologías son herramientas que crea el ser humano para resolver problemas y en los últimos años se han masificado y estado más presentes”, plantea. Las complicaciones de la pandemia de SarsCov-2 permitieron una explosión en el uso de las plataformas de comunicación en todos los ámbitos: clases, trabajo y entretención, por ejemplo.
“Uno de los aspectos en que hay consenso entre los especialistas, es la necesidad de encuadrar el uso de tecnologías de la información y de las comunicaciones por parte de niños y adolescentes, en el entendido que resulta difícil de evitar que se encuentran expuestos a este tipo de dispositivos”, señala el Doctor en Psicología e Investigador de la Universidad de Chile, Carlos Díaz.
Los investigadores en psicología han estudiado, en particular, los dispositivos de pantalla táctil. Antes, funcionalidades como telefonía, cámara, GPS e Internet estaban separadas, pero ahora es posible encontrar todo esto en un mismo aparato. “Los smartphones tienen características especiales que tienen que ver con el desarrollo de la educación de niños y jóvenes y esto hace que nos tengamos que preguntar por el uso y efecto que tienen en los niños, niñas y adolescentes", agrega López.
La familiaridad con los dispositivos es cada vez más temprana y los menores ya saben usar un teléfono inteligente incluso antes de hablar. “Entonces, la pregunta que nos hacemos como investigadores es: ¿Cuál es el uso que le queremos dar a los dispositivos?”, sostiene el profesor López.
Lo importante es entender que las tecnologías son un medio, una herramienta para comunicarse o recibir contenidos. En tal sentido, “es relevante la acción de las madres, padres y cuidadores. El uso que nosotros, los adultos, decidimos darle es mucho más relevante que la tecnología en sí misma”, asegura el psicólogo Mauricio López. En el caso de los niños y niñas de cero a seis años, de hecho, puede ser un medio que permita una relación entre mayores y menores, incluso de entretención. En este sentido, señala que “conocer el uso de las tecnologías es relevante en el proceso de alfabetización digital”.
Las advertencias
En niños y niñas de mayor edad, la situación es diferente. El contenido observado y la interacción pueden ser problemáticas. López precisa que “el acuerdo internacional entre los especialistas es que la conectividad global presenta riesgos. Podemos establecer contacto con cualquier persona en cualquier lugar del país y del mundo, pero la anonimización puede ser un peligro porque algunos niños, niñas y adolescentes no pueden distinguir con quién están interactuando”. En este contexto, la exposición a pornografía, malware y otros códigos nocivos es una realidad.
Cabe destacar, asimismo, que estas tecnologías no solo presentan riesgos, sino que también pueden constituir herramientas útiles para el desarrollo cognitivo de los niños, niñas y adolescentes, y para facilitar la comunicación entre madres, padres y cuidadores con ellos. Los resguardos, el tiempo, los momentos de uso, y fines de uso de TICs -comenta el profesor Díaz- "son aspectos que importa considerar, siendo el establecimiento de reglas con criterios reconocibles en su aplicación práctica el mayor desafío, particularmente en lo que refiere al segmento adolescente, quienes se encuentran en una etapa de desarrollo en la que requieren ir asumiendo crecientes grados de autonomía y consideración de sus opiniones y necesidades”.
Por otra parte, cuando los niños son pequeños y utilizan smartphones o tablets, los adultos pueden establecer controles parentales para poder limitar el acceso a ciertas personas o a ciertas aplicaciones. “¿Pero de quién es la responsabilidad? Ciertamente de todo el sistema educativo, la familia, profesores y profesoras y también del Estado”, añade.
López enfatiza también que los vínculos con las personas son relevantes en la salud mental. “El deporte, las actividades al aire libre o los espacios de encuentro con otros en torno al arte o la cultura son fundamentales”.
En relación a la investigación que está desarrollando, sobre la percepción de madres, padres y cuidadores en torno al uso de tecnologías, el profesor López detalló que existe una creencia en que los aparatos son educativos en sí mismos, “pero para el niño de 0-6 años es necesario que el uso de los dispositivos esté mediado por adultos en la familia y los agentes educativos”.
Por último, el profesor Díaz destaca que las tecnologías, al igual que el dinero, no hacen la felicidad, pero ciertamente pueden facilitar la vida práctica y, al igual que el dinero, pueden contribuir a distorsionar la relación que las personas sostenemos con el mundo, con las personas, con el mundo y consigo mismo, si es que se pierde de vista que son medios para lograr fines prácticos, y no son fines en sí mismos.