Con la participación de la socióloga Pierina Ferretti, el abogado especialista en derechos humanos, Rodrigo Bustos y el periodista Sergio Campos, Manuel Guerrero Antequera lanza este jueves 6 de abril en el Museo de la Memoria y Derechos Humanos su libro titulado “Sociología de la masacre. La producción social de la violencia” de editorial Paidós.
Sociólogo y doctor en Sociología, académico del Departamento de Bioética y Humanidades Médicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile e integrante del consejo directivo de la Cátedra de Derechos Humanos de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Casa de Bello, son algunos de los títulos que resumen la vasta experiencia del profesional e investigador Manuel Guerrero.
Bioética, Epistemología y ética de la investigación en Psicología, Fundamentos Psicológicos y Socioculturales de la Intervención, Ética de la Investigación Científica con Seres Humanos y Metodología de la Investigación en Salud y Ética de la Investigación, son algunos de los cursos que ha dictado este especialista que llega este 6 de abril a narrar parte de su experiencia y autoría en “Sociología de la masacre”.
Para el coordinador académico de la Cátedra de Derechos Humanos, Claudio Nash, el libro del profesor Manuel Guerrero “es fundamental para entender el tema de la violencia y debe ser una lectura obligada para todos aquellos interesados en la compleja interrelación entre violencia y derechos humanos”. En esa línea, el especialista agrega que como Cátedra Derechos Humanos “valoramos el permanente aporte que hace el profesor Guerrero en el comité académico de nuestra Cátedra y como docente del curso de formación general que dictamos cada año. Sin duda este libro será un aporte para el debate público en materia de derechos humanos en Chile y en la región”.
Primer capítulo: “Nuestra Masacre”. Una radiografía sobre la articulación de la violencia
Manuel Guerrero Antequera relata en esta pieza literaria cómo, a los catorce años vivió el segundo secuestro de su padre, Manuel Guerrero Ceballos. El relato se entremezcla con sus propios recuerdos, testimonios y datos que decantan en un conjunto de tres hechos diferentes de su historia familiar. Estos, al ser interrelacionados, constatan el peligro que vivían los activistas sociales y el modus operandi de las autoridades durante la dictadura cívico militar chilena.
El autor comienza narrando cómo su yo de adolescente intenta encontrar explicación al secuestro de su padre y al especial interés de la fuerza coercitiva en él. “¿Por qué el afán de las autoridades por dar con el paradero de su padre, quien desde hace unos días estaba siendo buscado en diferentes casas de familiares y amigos?”, se pregunta.
De esta forma, el segundo secuestro del padre ocurrió a la luz de una mañana de marzo en 1985, fuera del Colegio Latinoamericano de Integración. Mientras niños y niñas se encontraban trotando por la vereda en su clase de educación física, y, otros alumnos al interior del recinto prestaban atención a los pizarrones de clases, dos policías motorizados cortaron el tránsito. Las conversaciones de las y los estudiantes de la época se vieron interrumpidos por el vuelo de un helicóptero, seguido de gritos estrepitosos y el sonido de una bala.
Ante las preguntas del autor sobre las razones del descarado hecho descrito anteriormente, la indagación le llevó a un gran descubrimiento: su padre, junto a José Manuel Parada, sociólogo de la Vicaría de la Solidaridad y la periodista Mónica González se encontraban realizando una investigación, declaración y recopilación de testimonios sobre los desaparecidos políticos. La importancia de esto recaía en la llegada de información de primera fuente sobre los horrores que el Estado cívico militar quiso ocultar.
Dejando atrás la situación presencial que vivió el autor y las razones de esta, el relato se remonta a un suceso previo de su nacimiento, cuando, en 1976, su padre fue secuestrado por primera vez. De esta manera, la madre de Manuel Guerreo, en ese entonces embarazada, pasó sentada horas frente a la oficina del presidente de la Corte Suprema, José María Eyzaguirre, hasta que ella logró una reunión donde acusó a la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) para conocer más antecedentes de la irregular detención.
Luego de que Eyzaguirre aseguró que “no existen los detenidos desaparecidos” procedió a llamar al director de la DINA, Manuel Contreras, para que le respaldara sus dichos. Sin embargo, cuando Contreras se enteró de que este preso político se encontraba en manos de la organización clandestina, Comando Conjunto, hizo todo lo posible para tener al rehén en su poder y quedarse con los méritos. Nada presagió que el accionar de la lucha de poder interna determinaría el destino del padre de Manuel Guerrero.
Así, en este primer capítulo, y desde una mirada personal, el autor deja en evidencia cómo se articula el engranaje de poder, coerción y huida en una sociedad fragmentada por la violencia, pero aún con ápices de esperanza y memoria.