Cuando hablamos de paridad de género en la educación superior, el tema se suele relacionar con la escasa participación de mujeres en carreras históricamente masculinizadas. Sin embargo, no existe la misma visibilización ni problematización en torno a la participación de hombres en carreras consideradas femeninas, a pesar de que el equilibrio en ambos espacios es fundamental para terminar con los estereotipos de género y promover que hombres y mujeres puedan desempeñarse en cualquier área.
Aunque se han desarrollado iniciativas para estimular la participación de mujeres en áreas consideradas masculinas, como las carreras STEM, en el caso de los hombres los incentivos son escasos y se espera, más bien, que la manifestación de interés sea propia y voluntaria.
El Informe “Tendencias de estadísticas de educación superior de pregrado”, del Consejo Nacional de Educación, destaca que en 2022 solo 34 hombres se matricularon en Educación Parvularia, frente a un total de 2.301 mujeres, lo que equivale al 1,5% y 98,5%, respectivamente. En el mismo informe, además, se señala que en Obstetricia y Puericultura solo 4% de los matriculados fueron varones, mientras que en enfermería llegan aproximadamente al 11% de total. Por otra parte, según cifras de la Subsecretaría de Educación Parvularia, en 2022, el total de educadores, asistentes y técnicos en educación parvularia asciende a 21, mientras que las educadoras de párvulos mujeres llegan a 29.640.
El problema detrás de esta realidad estaría relacionado con los estereotipos y roles tradicionales de género, que determinan incluso las elecciones profesionales o de carrera. Muchas veces estas profesiones son percibidas como extensiones de la maternidad, los cuidados y el hogar, lo que constituiría la principal barrera para una mayor participación de hombres. También se menciona la falta de referentes masculinos, así como la brecha salarial y de reconocimiento social que existe entre las profesiones consideradas "femeninas" y "masculinas".
En este sentido, prevalece la desconfianza, los cuestionamientos y los prejuicios respecto a la presencia de varones en estos espacios. “Desde el momento de tomar la decisión de estudiar educación de párvulos y comunicarla al entorno, se provocan distintas reacciones. En el caso de las negativas, estas son asociadas principalmente a los prejuicios que acompañan el ejercicio masculino de la carrera, tales como que se trata de una labor exclusivamente femenina, no rentable, de baja exigencia académica, con bajo estatus social, y donde se asocia a los varones que la ejercen con la homosexualidad o la pedofilia” [1]
“Cuando estudias enfermería, inmediatamente te enfrentas a prejuicios. Por ejemplo, dicen que eres gay y te comienzan a estigmatizar de distintas maneras, porque los aspectos del cuidado la sociedad los ha construido como un rol de la mujer, por lo tanto, se nos ve como hombres más femeninos”, señala Cristián Pérez, enfermero y director de la Escuela de Enfermería de la U. de Chile.
Por este motivo, muchos hombres adoptan conductas preventivas con el fin de evitar cuestionamientos y crear vínculos de confianza. En el caso de los educadores de párvulos, estos señalan evitar estar a solas con los niños y niñas, acompañarlos al baño y mudarlos, y en el caso de los enfermeros, muchas veces se restan de realizar labores de limpieza a mujeres. “Desde la experiencia clínica, me pasó en algunas oportunidades que pacientes mujeres se negaron a recibir mi atención porque era hombre”, señala Cristián Pérez.
Mayor reconocimiento y posibilidades de ascenso
No obstante, hay coincidencia en señalar que los hombres en estas carreras son más visibles y llegan más rápido a cargos de mayor responsabilidad. Además, cuando ingresan a alguna de estas carreras, se tiende a prestarles más atención y a darles un trato privilegiado, a diferencia de lo que ocurre con mujeres en un entorno masculino, quienes manifiestan ser invisibilizadas y poco escuchadas.
“Es frecuente que cuando eres el único o uno de los pocos hombres en esta área, tus propias compañeras te lleven cosas para comer y te tratan súper bien. Creo que esto está muy relacionado con la reproducción del rol de cuidadoras que históricamente han tenido las mujeres, y porque como somos menos, somos más visibles”, señala el director de la Escuela de Enfermería, quien agrega que “ocurre mucho que las personas que no son profesionales de la salud te dicen 'doctor', no así a las mujeres, y también es frecuente que a una doctora la reconozcan como enfermera”,
Pablo Gálvez, director de la Escuela de Obstetricia de la U. de Chile, coincide con esto, ya que “muchas veces los mismos pacientes llaman doctor a los matrones, pero a mis colegas mujeres les dicen matronas. A mí algunas personas me han dicho doctor también”. Destaca, asimismo, que “en pregrado pasaba mucho que algunas tutoras clínicas tenían clara preferencia por los hombres antes que por las mujeres, eran menos exigentes, las calificaciones eran mejores o era más fácil para los hombres pasar ciertos ramos”.
Estas experiencias remiten al concepto de “glass escalator” (escalera de cristal), acuñado por Christine L. Willkiams en 1992, que se refiere a que los hombres en profesiones feminizadas ascienden más rápido que las mujeres en profesiones masculinizadas.
María Jesús Viviani, directora de la Escuela de Educación Parvularia de la U. de Chile, afirma que “quienes están en aula son las mujeres, y los hombres que ingresan generalmente se desempeñan en labores fuera del aula. En educación, aunque no necesariamente educación parvularia, suele suceder que los hombres llegan más rápidamente a ser, por ejemplo, directores y es más frecuente que accedan a puestos de mayor poder y responsabilidad”.
Frente a esto, la directora de Género de la Facultad de Ciencias Sociales, Carolina Franch, advierte que “es interesante que ingresen hombres en estas carreras, pero tenemos que preguntarnos si realmente se distribuyen equitativamente las tareas entre ellos y las mujeres o se reproducen los roles tradicionales de género, como -por ejemplo- que los hombres son la autoridad, los que ponen las reglas, directores del jardín, etc., y las mujeres son las que hacen los peinados y mudan, porque puede ocurrir que cuando los hombres entran a estos espacios femeninos adquieren un reconocimiento como que 'eres el mejor'. Por esto, hay que sustentar políticas de ingresos equitativos en estas carreras, pero -al mismo tiempo- tenemos que asegurar que no se reproduzcan las segregaciones que afectan a las mujeres y que perpetúan que lo femenino tiene menos valor porque, de lo contrario, no quebraremos el paradigma y las cosas no van a cambiar”, advierte Franch.
Bajos salarios, escasa valoración y pocos referentes masculinos
Las bajas remuneraciones son otro factor identificado como relevante al momento de decidir qué carrera estudiar, sobre todo considerando el prejuicio de que los hombres deben ser los proveedores principales de la familia. Pablo Gálvez advierte que “muchos y muchas colegas se sienten insatisfechos/as con sus remuneraciones porque los sueldos aquí son más bajos y con pegas que son muy similares a otras áreas de la salud. Yo creo que hay una insatisfacción generalizada en este sentido, no tanto respecto a lo que hacemos, pero sí respecto a los sueldos”.
Al mismo tiempo, María Jesús Viviani destaca que “en la ausencia de hombres influye mucho la falta de reconocimiento y valoración social que tiene esta carrera, porque la educación parvularia es vista, generalmente, como una carrera de cuidados más que de educación, y que -por lo tanto- la puede ejercer cualquier persona, específicamente las mujeres, tengan o no la profesión”.
Respecto a la importancia de contar con referentes varones, Gabriela Rubilar, directora de la Escuela de Trabajo Social de la U. de Chile, señala que, “en general, quienes ingresan a esta carrera han conocido otros varones que son trabajadores sociales. Para un estudiante hombre es interesante ver el ejercicio profesional, por ejemplo, de un académico que es trabajador social. Los referentes masculinos son importantes porque los estudiantes los pueden ver desarrollándose profesionalmente”, plantea.
Programa Ingreso Prioritario de Equidad de Género en la U. de Chile
Al igual que en el Programa de Ingreso Prioritario implementado por la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas para aumentar el ingreso de mujeres en ingeniería, en 2019 comenzó a funcionar un programa para promover el ingreso de estudiantes hombres a la Escuela de Educación Parvularia y a Trabajo Social. Pero las experiencias han sido disímiles.
En Trabajo Social, la mayoría de los años se han llenado los siete cupos disponibles. La directora de la Escuela de Trabajo Social indica que “el Programa de Ingreso Especial de Equidad de Género lo hicimos para favorecer la heterogeneidad de nuestro estudiantado, porque nos parece importante promover no solo la equidad de género, sino también cupos PACE, BEA, SIPEE, deportistas destacados y transferencias internas/externas. A eso nos referimos cuando hablamos de la importancia de un aula heterogénea y diversa”.
En Educación Parvularia, en tanto, “a pesar de contar con dos cupos, no ha ingresado ningún hombre por esta vía. El año pasado ingresó un estudiante vía PSU y se retiró a mitad de año. Lo mismo sucedió el año anterior con otro estudiante”, relata la directora de la Escuela de Educación Parvularia.
“El sistema de cupo es correcto, pero no podemos permitir que queden vacíos. Ahí la Universidad se tiene que hacer cargo de que se llenen y, por ejemplo, ir a los colegios, realizar un trabajo de concientización en los liceos públicos y educar desde pequeños a niños y niñas, porque no podemos quedarnos en que el ingreso se produce en la puerta de la universidad. El trabajo se tiene que hacer desde mucho antes, de lo contrario, no estamos administrando bien el sistema de cupos. La inequidad no se evita solo con el ingreso, entonces hay que hacer vínculos con el medio”, advierte Carolina Franch.
Axel Sánchez, estudiante que ingresó a través del Programa de Ingreso Prioritario de Equidad de Género a la carrera de Trabajo Social, señala que “el tema de las cuotas rompe directamente esta reproducción naturalizada de los sesgos, y es un avance para cambiar la imagen de estas carreras, que son disciplinas que cualquier persona puede estudiar, independiente del género. Para mí esta carrera es completamente unisex, no porque estén relacionadas con ciertas tareas son de mujeres. Que ingresen hombres hace cuestionarse este tema”.
[1] Tesis “¿Y LOS EDUCADORES?: Trayectorias educativas y laborales de educadores de párvulos chilenos”. Joseph Strauss Quijanes, Escuela de Trabajo Social, U. Católica, Santiago, 2022).