En el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, que afectó cruelmente a las comunidades de nuestras instituciones universitarias, hemos asumido el compromiso de cumplir el mandato de educar para la democracia y los derechos humanos. La libertad, como la paz, requieren de procesos permanentes para su consolidación y para ello, las distintas generaciones debemos participar en la promoción y protección de los derechos humanos.
Adicionalmente, en un contexto de polarización política donde acuerdos que parecían básicos para la convivencia democrática se ponen en duda, las universidades tenemos el deber de preguntarnos sobre nuestra responsabilidad de contribuir a un acuerdo profundo que fortalezca aquella triada de la que nos habla la Corte Interamericana, compuesta por la democracia, el estado de derecho y los derechos humanos.
Si bien son muchas las instituciones de educación universitaria que han incorporado dentro de sus normas y políticas un real compromiso con los derechos humanos, persiste el desafío de expresar sin ambigüedades el deber para con la democracia y los derechos humanos en el ejercicio de todas las funciones universitarias, y especialmente en la convivencia de nuestras comunidades. Por ello, desde la Universidad de Chile, nos asiste la convicción de que la mejor forma de aportar al fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos es a través del ejemplo que podemos entregar las propias instituciones mediante una educación sobre los derechos humanos, a través de los derechos humanos y para los derechos humanos.
En este sentido, debemos apuntar a entregar sólidos contenidos académicos sobre estas materias en cada uno de los procesos formativos, además de generar una genuina convivencia basada en el pleno respeto de los derechos humanos que permita a todos los miembros de la comunidad desarrollarse en un clima de armonía y, asimismo, ofrecer una educación para que nuestros egresados y egresadas puedan actuar como agentes activos en la construcción de una cultura democrática y de derechos humanos.
Comprendemos que el desafío en materia de derechos humanos es conectar la dignidad del ser humano con las experiencias vitales de los individuos en las comunidades, de forma tal que el compromiso con estos derechos no sea solo una cuestión del otro, sino un desafío personal. Al mismo tiempo, es importante que el relato de las tragedias vividas, que nunca deberán repetirse, se vaya transformando en un relato común a través de la experiencia educativa. Es por ello que en los últimos años hemos puesto el acento en el compromiso con la equidad, la inclusión y la no discriminación, en la valoración de las diferencias y en la construcción de una comunidad cultural diversa que nos enseñe sobre el valor de la interdependencia, a la vez que nos convoque a una ética del cuidado, con reciprocidad y solidaridad.
De esta forma, en el actual contexto, la contribución del sistema de educación superior debe ser muy clara en condenar las violaciones de derechos humanos y la violencia como mecanismo de resolución de conflictos políticos, pero también debemos generar espacios para poder discutir, con rigor académico y en un ambiente de respeto, los fenómenos que configuran momentos de crisis en la sociedad chilena. Así la libertad académica y de expresión están aseguradas y también lo está el fuerte compromiso de las universidades con una democracia fundada en el respeto de los derechos humanos.
Más noticias
Columna publicada en El Mercurio
Rectora Rosa Devés y profesor Claudio Nash: Educación en Derechos Humanos
Rosa Devés, Rectora de la U. de Chile, y Claudio Nash, académico de la Facultad de Derecho