A medio siglo del golpe de Estado que fracturó la democracia en Chile, recordar, reflexionar y revisar los hechos históricos y la memoria colectiva constituye un acto elemental para construir una sociedad que avance en reparación y justicia. Bajo esta premisa fue organizado el seminario internacional “Chile a 50 años del golpe de Estado: Derechos Humanos, Memoria y Democracia”, actividad realizada este miércoles 6 de septiembre en la Casa Central de la Universidad de Chile.
El encuentro, impulsado en el marco de la “Semana del Nunca Más”, reunió a diversas académicas y académicos, organizaciones civiles e invitadas e invitados internacionales, entre ellos, la ex Presidenta Michelle Bachelet; el representante en América del Sur de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), Jan Jarab; la socióloga argentina Elizabeth Jelin; y Peter Kornbluh, autor del libro “Pinochet desclasificado: Los archivos secretos”.
La Rectora de la Universidad de Chile, Rosa Devés, quien dio inicio a esta jornada, afirmó que “hemos convocado a nuestra comunidad bajo el lema ‘Educación para la Democracia’, enfatizando una formación fundada en los valores de la universidad pública”. Durante su discurso de bienvenida, la Rectora Devés también destacó la serie de actividades organizadas en el marco de la “Semana del Nunca Más” que ha organizado la Universidad.
“En estos encuentros confluye el arte con las experiencias de vida de las y los integrantes de nuestra comunidad, el conocimiento de las organizaciones de la sociedad civil y el saber académico para tejer puentes entre distintos actores y crear espacios de colaboración que fomenten el diálogo entre generaciones, entre personas y comunidades diversas”, dijo. “De esta manera, podremos comprometernos colectivamente con el cuidado de un país que respete los derechos humanos, donde los hechos trágicos que hoy recordamos no vuelvan a repetirse y las desigualdades estructurales no consoliden otras formas de injusticia”, agregó, reforzando el compromiso de la institución.
También invitado a este seminario, el representante Regional de la Oficina para América del Sur de ACNUDH, Jan Jarab, destacó la importancia de revisar hechos históricos del pasado reciente de Chile. En este sentido, aseguró que, “dado el tenor y la temperatura de la opinión pública del debate que hemos seguido en los medios, aparece como muy valioso contar con espacios académicos, espacios de reflexión individual y colectiva en la historia reciente del país”.
“Parece que están en el aire preguntas básicas a 50 años del golpe ¿La sociedad chilena es capaz de condenar tajantemente el golpe de Estado y las graves violaciones a los derechos humanos que resultaron de este? ¿Reconoce el daño que han generado las violaciones a los derechos humanos en toda la sociedad y en su patrón de convivencia? ¿Se ha recuperado plenamente la confianza en el Estado, en el orden constitucional, en la democracia, en las instituciones, la confianza en los vecinos, en los compañeros de escuela, de trabajo? Si no se han recuperado, ¿se pueden recuperar? ¿Se puede buscar un horizonte u objetivo común a pesar de las naturales y deseables diferencias de opinión, ideas, creencias, cultura, identidad? O, por el contrario, ¿no hay otra opción que dejar pasar las afirmaciones que abierta o soterradamente relativizan el daño causado en las vidas de las víctimas y banalizan el sufrimiento? ¿Qué impacto tendría esto para la convivencia pacífica y constructiva?”, se preguntó.
De este modo, fue contestando a sus propios cuestionamientos. “Si bien muchas veces las representaciones del lenguaje quedan cortas, estrechas, ante un quiebre tan fuerte y ante los dolores tan profundos causados por las ejecuciones, desapariciones forzadas, y otros crímenes atroces, claro que se pueden condenar estas graves violaciones de derechos humanos de forma inequívoca, sin relativización. Claro que se puede reconocer el daño que estas han causado a la sociedad, y por supuesto se puede seguir construyendo la convivencia democrática entre personas que piensan distinto. Es más, no solo se puede, se debe, hay un imperativo ético y jurídico”, expresó. “El futuro democrático solo será garantizado si las sociedades son capaces de condenar las graves violaciones de derechos humanos, cualquiera sea la ideología de sus perpetradores”, afirmó.
La relación entre el arte y la memoria
La conferencia inaugural estuvo a cargo de Alfredo Jaar, artista, arquitecto, cineasta y Doctor Honoris Causa de la Universidad de Chile (2021), quien a propósito de las preguntas que expuso el Representante de ACNUDH comenzó observando que “en nuestro país a 50 años de esta tragedia nacen nuevas preguntas y yo creo que se siguen buscando las respuestas”.
“Yo tenía 17 años cuando fue el golpe, estaba terminando mis estudios de colegio y estaba a punto de entrar a la universidad a estudiar Arquitectura. ¿Dónde se refugia un niño de 17 años cuando ocurre un golpe militar? Yo me refugié en la música y en la Universidad”, comentó. “Estoy muy agradecido a esta Universidad porque este lugar se convirtió en un espacio de resistencia, de esperanza y de libertad, y es allí que yo crecí como artista y arquitecto, y tengo que empezar diciendo que en ese contexto en el cual nos vimos sumergidos, donde la tristeza era inhabitable, aparecieron tres personajes que me cambiaron la vida y necesito empezar haciendo un homenaje a ellos”, manifestó el artista, quien homenajeó a tres de sus profesores.
El artista realizó una revisión visual de una serie de sus obras, como un ejercicio para dar cuenta de cómo el arte puede ser resistencia a la censura, específicamente durante el periodo de la dictadura, por medio de algunos de sus trabajos que fueron desarrollados en ese contexto, entre ellos, un calendario realizado con letraset en que decidió marcar la fecha 11 de septiembre de 1973. Durante su presentación, también incluyó algunas de sus intervenciones artísticas en la vía pública que buscaban responder a la pregunta “¿Es usted feliz?”. Además, dio a conocer una serie de retratos, además de otras piezas más recientes que, según comentó, conformarán una exposición próxima a inaugurar en el Museo de Bellas Artes.
Debates de memoria y futuro
La primera mesa de conversación se tituló “Debates de memoria y futuro” , que fue moderada por la Premio Nacional de Periodismo 2007, Faride Zerán. En ella participaron la socióloga e investigadora argentina, Elizabeth Jelin; el director del Proyecto Chile y Archivo de Seguridad Nacional de Washington DC y autor del libro “Pinochet desclasificado: Los archivos secretos”, Peter Kornbluh; la presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, Alicia Lira; y la periodista y presidenta del Directorio del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, Marcia Scantlebury.
En su rol como moderadora, Faride Zerán, también Profesora Titular de la Facultad de la Comunicación e Imagen (FCEI) de la Universidad de Chile, presentó a quienes conformaron esta mesa y propuso iniciar la conversación con la pregunta: “Por qué están aquí y qué ha pasado en estos 50 años que han cruzado nuestras vidas y nuestras biografías?”
Marcia Scantlebury, quien también fue prisionera política y exiliada, contó algunos detalles en respuesta a la pregunta de la profesora Zerán. “Primero quisiera decir que soy parte -me gusta mucho eso de ser parte- de una generación donde la vida nos puso por delante, desgraciadamente, un suceso inesperado y brutal, que fue el golpe de Estado”, declaró. “Antes del golpe de Estado era periodista, tenía un muy buen trabajo, me iba bien, estaba contenta con lo que hacía porque también era una manera de expresar mis disidencias y preocupaciones”, prosiguió.
“A raíz del golpe, a esta generación se nos presentaron algunas interrogantes no menores”, planteó. Esa interrogante, en su caso, fue si quería continuar su carrera como periodista o si arriesgarse. Ante la coyuntura en su experiencia, la actual presidenta del Directorio del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos comentó que eligió: “correr más riesgos, domesticar el miedo y atreverse a hacer otras cosas".
“En 1975 me tomaron detenida, fui a Villa Grimaldi, estuve muchos meses ahí, y creo que fui una de las presas que más estuve en tortura, estuve en dos oportunidades. El MIR fue el partido al que entré a militar mientras estaba en la cárcel, pero vino una amnistía de navidad y salí al exilio, eso es una cosa comprimida de lo que fue mi vida”, explicó.
Peter Kornbluh, por su parte, tenía 17 años cuando fue el golpe de Estado. En su intervención, reveló un poco más de su nexo con Chile, qué ha motivado sus investigaciones, y el largo trabajo que prueba la intervención de Estados Unidos en Chile y Latinoamérica desentrañando documentos clave. “Perdí a mi compañero joven, Rodrigo Rojas, quien estaba viviendo en Washington antes de regresar aquí”. El investigador expresó que, a diferencia de sus compañeras de panel, “no perdí mi vida por los principios que ustedes han trabajado todos estos años, yo solamente soy un gringo puro que quería obtener los documentos sobre el rol de su propio gobierno en lo que había pasado en este país”. Kornbluh mencionó, además, que estuvo casado con una chilena.
La socióloga e investigadora Elizabeth Jelin, en tanto, tuvo palabras para referirse a la inestable situación política que vive Argentina por estos días, algo que asegura “no es extrema derecha, es locura”. Esto, luego de que la candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, negara los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura argentina. “Pensar que la memoria es la nuestra, es la linda, es la del sufrimiento nuestro, y dejar de lado, no estudiar, no investigar, no ponernos a mirar en profundidad, también no entender esas otras representaciones, esas otras memorias, nos lleva a situaciones como las de esta semana en Argentina”, señaló Elizabeth Jelin.
La autora de “Los trabajos de la memoria” aseguró que “nunca hay una memoria única, nunca hay un relato único, la memoria es un campo de disputas. Las luchas por el pasado, el sentido del pasado, son presente. Eso es lo que está pasando hoy. Las memorias son memorias vivas, son memorias que están en acción y están en acción de un lado y de otro”. En ese sentido, la autora argentina aclara que “negacionismo es ‘aquí no pasó nada’, reivindicación es otra cosa, y yo creo que lo que hay es reivindicación, dice ‘lo que hicieron, lo hicieron bien’, entonces cuando yo veo la palabra negacionismo, hay que tener cuidado con esta palabra”.
Alicia Lira, recientemente reconocida por la Universidad de Chile con la “Medalla derechos humanos y democracia” en el marco del Día de los Derechos Humanos y la Memoria, resaltó la lucha colectiva que ha desarrollado, especialmente después de sumarse a la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos en la búsqueda de verdad y justicia para las víctimas de la dictadura, particularmente de su marido Felipe Rivera, ejecutado el 8 de septiembre de 1986 por agentes del Estado.
“Yo soy una agradecida de la vida, pero reivindico mi clase, reivindico la lucha que es colectiva. Esa es la fuerza que tengo, amo lo que hago, tengo la convicción de que sí vamos a ser capaces de tener una sociedad más justa e igualitaria”. Destacó, además, que "la sociedad, las familias, las víctimas, hemos dado una lucha por el Nunca más. El negacionismo no es negar, es reivindicación de la derecha y su sector, porque niegan lo que pasó y reivindican la figura del dictador”.
Justicia y garantías de no repetición: Nunca Más
La segunda instancia de conversación del seminario que se desarrolló durante la tarde, fue titulada “Justicia y garantías de no repetición: Nunca Más”, que contó con el periodista estadounidense, corresponsal especial en América Latina durante el periodo de las dictadura, John Dinges; la psicóloga chilena especialista en derechos humanos y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2017, Elizabeth Lira; el sociólogo y autor del libro “Sociología de la masacre”, Manuel Guerrero Antequera, actual encargado de contenidos de La Moneda y Pamela Fernandez, de la Secretaría de la Memoria y Derechos Humanos de la FECH, todo moderado por el académico Claudio Nash.
“¿Cómo reparar graves violaciones de derechos humanos? ¿Cómo garantizar que eso no vuelva a repetirse y por eso la variedad de enfoques y miradas?”, planteó Nash, también coordinador académico de la Cátedra de Derechos Humanos de la Universidad de Chile para comenzar la conversación.
La psicóloga Elizabeth Lira, analizando el tema de reparación y justicia, asegura que “hay siempre una dimensión irreparable cuando se le provoca un daño a una persona y o siempre he pensado que es una aspiración idealista cuando, precisamente en el Derecho Internacional, se plantea la idea de la restitución como si uno pudiera volver la momento anterior al daño causado”.
“¿Por qué digo irreparable? porque la muerte es irreparable, porque la desaparición es irreparable pero también la experiencia subjetiva de haber sido dañado, violentado, maltratado, humillado, es una experiencia que no se borra”, señala la profesional chilena.
La Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2017, Elizabeth Lira, añade que “el Estado tiene obligaciones en nombre de la sociedad y en nombre de la comunidad que es reconocer lo que ocurrió, nombrarlo y reparar con todos los matices que tienen las formas de reparación que se han inventado” y agrega: “Reparar es algo que podemos diseñar desde distintas disciplinas, que podemos diseñar desde la política, pero que tenemos siempre un componente moral, emocional, que es particular de cada sujeto y entonces es ahí muchas veces fracasamos”.
“Ahora que en estos días estamos conmemorando, revisando lo que ocurrió, tenemos una tremenda hostilidad en un sector de la sociedad que no quiere que se hable porque la mejor garantía de que no pase nada ni nada cambie es que nadie se entere de lo que efectivamente pasó y de las consecuencias que tiene”, indica Elizabeth Lira.
El periodista estadounidense John Dinges agrega que “la verdad para mí es la garantía de la no repetición, es la garantía de llegar a la justicia y, al contrario, la mentira es la garantía que prepara la vuelta del autoritarismo, que es un problema que estamos viendo en Estados Unidos en carne propia”.
“Para tener credibilidad más allá del círculo de los creyentes, para persuadir a los grandes sectores de la sociedad que están con nosotros en la no repetición, tenemos que no sólo denunciar sino persuadir y la herramienta más importante es la verdad y los hechos", señala el escritor norteamericano, quien añade que “mi gran preocupación es la falta de acuerdo en lo que es verdad y lo que no es verdad, siempre puedo decir que todos tenemos opiniones, tú opinión es tú opinión, pero los hechos son los hechos, si no podemos estar de acuerdo en lo que pasó, o sea, en los hechos concretos, no podemos funcionar como democracia”.
Por su parte, el sociólogo Manuel Guerrero, como académico e investigador de esta casa de estudios, destacó que "uno de los temas que más choca cuando uno estudia y analiza los datos de la violaciones a los derechos humanos a partir del 11 de septiembre mismo, ya concluido el día en que fue la operación del asalto a La Moneda mueren alrededor de 25 0 26 personas y el país estaba neutralizado”.
El autor de “Sociología de la masacre” recordó que tras el golpe todas las regiones estuvieron bajo control, dado que quienes ocuparon la fuerza militar para terminar con un gobierno democráticamente electo se organizaron desde cada regimiento. “Para la medianoche de ese día 11 de septiembre -excepto algunos pequeños focos de resistencia que luego fueron aplacados rápidamente-, ya sabían que no había otro enemigo armado al frente que estuviera disputando eventualmente el poder”.
De acuerdo a su mirada, Guerrero ahondó en algunos aspectos históricos en torno a cifras que dan cuenta de la violencia ejercida en dictadura cívico-militar. “Entre el 12 de septiembre y el 30 de diciembre del 73 se concentran más del 50% de todos los muertos de los 17 años de dictadura”, comentó. “Murieron más de 1.800 personas en tres meses y medio”, precisó. El especialista planteó que “cuando uno se enfrenta a esos datos se da cuenta que la violencia tiene una dinámica, tiene una velocidad, la violencia tiene una espacialidad que de a poco se está tomando conciencia en Chile”.
Guerrero agregó que “esta violencia, que no fue una guerra, fue una masacre, en términos de números de población afectada, si pensamos en Paine por ejemplo, y otros lugares, la violencia tuvo una velocidad y una espacialidad muy concentrada y después ya se vuelve sistemática con este aparato de terrorismo de Estado que tiene incluso prácticas de exterminio frente a ciertos grupos”.
“Estos datos que son descorazonadores porque implican que un grupo de personas muere no solo por agentes del Estado sino también porque hay participación de cierta parte de la población que se hace parte de esta violencia, porque para alcanzar ese número de ese muertos es porque también había gente que estaba entregando a sus vecinos, a sus estudiantes, a sus colegas, a sus familiares, y esas con las heridas que hoy cuesta mucho reconstruir”, continuó.
Desde la Secretaría Memoria y DD.HH FECH, Pamela Fernández, abordó la impunidad biológica como “impedimento para el nunca más”, idea que desarrolló durante su intervención. , comentó la licenciada en Historia. “La impunidad biológica como concepto hace algunos años lo comenzó a trabajar el colectivo Bugambilia, un colectivo que lleva haciendo un trabajo con madres de detenidos desaparecidos”, dijo.
“En Chile existen algunos otros antecedentes, encontré el antecedente del juez Alejandro Solís que en el 2015 decía en una entrevista, ‘hay más de mil causas pendientes, esperemos que sea a corto plazo y termine con una decisión importante lo que denomino como impunidad biológica donde se están muriendo las víctimas, los testigos y los inculpados’”, señaló.
Para la representante de la Secretaría de Memoria y DD.HH, “la impunidad biológica finalmente es este paso del tiempo, del tiempo biológico, del tiempo natural del cuerpo humano que es imposible de detener y en ese tiempo, los familiares de detenidos desaparecidos, de ejecutados políticos, quienes sobrevivieron esperan y han esperado justicia durante todos estos años y ese tiempo biológico imposible de de detenerse la justicia no llegaba y cuando llega a veces es demasiado tarde”.
Estreno de “Golpe a la Chile”
Continuando con el programa del Seminario Internacional “Chile a 50 años del golpe de Estado: Derechos Humanos, Memoria y Democracia”, tras la segunda mesa de conversación, se exhibió el primer capítulo de “Golpe a la Chile”, la primera producción original de UChile TV, protagonizado por Gilda Gnecco, docente de la Escuela de Salud Pública. Esta serie fue coproducida en conjunto con la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones y la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile.
En el marco de los 50 años del golpe de Estado, la serie documental “Golpe a la Chile”, dirigida por Carlos Saavedra, rescata aquellos relatos que forman parte de la historia de la Universidad y que al mismo tiempo evidencian parte de la historia del país.
A través de esta producción, se abordan las consecuencias tras el golpe que afectaron tanto a quienes integraron la comunidad universitaria, como a quienes la componen actualmente. Por medio de los relatos se da cuenta de la crudeza de represión, las desapariciones forzadas, la imposición de rectores delegados, entre otros efectos trágicos.
Puedes volver a ver la mesa de conversación del Seminario Internacional “Chile a 50 años del golpe de Estado: Derechos Humanos, Memoria y Democracia” a continuación: