Este viernes, aproximadamente a las seis de la mañana, SUCHAI 1 se desintegrará en su intento de reingresar a la Tierra, tras más de seis años en el espacio. El nanosatélite de la Universidad de Chile, lanzado el 22 de junio de 2017, ya había terminado su misión en octubre de 2018, tras 457 días en operación.
Su lanzamiento se convirtió en un hito histórico para Chile, que ofreció lecciones sobre la dinámica del espacio, permitió formar capital humano nacional altamente especializado y obtener el conocimiento necesario para continuar el programa espacial de la Universidad de Chile, que en la actualidad cuenta con otros tres satélites en órbita y ya se preparan otros cuatro.
“SUCHAI 1 se convirtió en la esperanza de que nuestro país, algún día, pudiera ser independiente en asuntos espaciales, de ahí su nombre SUCHAI, una analogía a la palabra suyai en mapudungun, que significa ‘esperanza’”, señala Elías Obreque, ingeniero de sistemas e investigador del Laboratorio de Exploración Espacial y Planetaria (SPEL) de la FCFM.
“Es una esperanza, quizás no la más importante, pero ciertamente una de gran significado. Me emociona nuestro cubesat, aunque la frenética actividad de operar los tres satélites en órbita y el desarrollo de nuevas misiones espaciales me impidan dedicarle más tiempo a la reflexión. Sin embargo, me llena de gratitud haber tenido la oportunidad de trabajar en algo que me apasiona y de que todas las condiciones se hayan alineado para llevar a cabo este proyecto”, indica Marcos Díaz, académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica (DIE) y coordinador del programa SUCHAI.
IMPACTO NACIONAL
Con SUCHAI se demostró que en las universidades nacionales existe el potencial para desarrollar tecnología espacial, dice Elías Obreque. “Que los estudiantes de pregrado y postgrado pueden realizar proyectos a un nivel comparable al de las principales instituciones de exploración espacial en el mundo. A través de él, aprendimos a crear nanosatélites, a colaborar e integrar conocimientos. Los logros del SUCHAI son la herencia que dejamos a las misiones SUCHAI 2 y 3, así como a PlantSat, que actualmente están en funcionamiento. Cada experimento fue concebido por estudiantes de la Universidad de Chile, no por ingenieros extranjeros, y esto ha servido de inspiración para las nuevas generaciones, incluyéndome a mí”, cuenta.
Marcos Díaz concuerda y destaca que el proyecto logró formar numerosos profesionales en campos como la ingeniería, la ciencia y la investigación. “También ha propiciado el surgimiento de múltiples misiones y colaboraciones, insinuando que su impacto podría trascender la fugacidad. Sin embargo, la sostenibilidad de este conocimiento y su arraigo en nuestro país aún están por definirse”, sostiene.
“A pesar del considerable apoyo recibido de diversos departamentos de la Facultad y, por ende, de la Universidad, así como de las agencias de financiamiento que gradualmente han comenzado a respaldar este ámbito en nuestro país, persiste la situación negativa de que la industria local y las instituciones que requieren tecnología y datos espaciales aún no explotan plenamente la experiencia y el conocimiento disponibles en el ámbito nacional. Esto favorece la preeminencia de la industria internacional y conlleva que la inversión en la formación de nuestros profesionales se aproveche más allá de nuestras fronteras, ya que muchos de los que hemos formado trabajan en el extranjero. Sin embargo, mantengo un optimismo firme en que esta situación cambiará a medida que logremos demostrar resultados concretos. Esta es nuestra misión”, enfatiza.
“En la actualidad, contamos con varios proyectos respaldados por la Oficina de Investigación Científica de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y por ANID, los cuales están en proceso de construcción y tienen como objetivo alcanzar el espacio. Además de los proyectos en curso, estamos avanzando en la planificación de otras cuatro nuevas misiones espaciales”, indica el académico.
SEGUIMIENTO
Hasta ahora el satélite sigue operativo y es escuchado por radioaficionados de todo el mundo (ver acá). La última vez que fue registrado fue durante la mañana de este jueves 5 de octubre, aproximadamente a las 9:00 horas (ver acá). Su mensaje en clave morse es su nombre: “SUCHAI”.
“Hay mucho trabajo detrás, no cruzamos los dedos y cerramos los ojos al entrar al espacio, pero dependemos de que muchas cosas salgan bien, tanto dentro como fuera de la universidad. Quiero agradecer el apoyo de nuestras familias, de la Universidad, de nuestros estudiantes fantásticos y altamente comprometidos y de la sociedad en su conjunto. No todo depende de nosotros solos, y el descenso del SUCHAI evoca todo ese apoyo”, enfatiza Marcos Díaz.
DATOS
SUCHAI 1 partió al espacio el 27 de junio de 2017, llevando a bordo una serie de experimentos tecnológicos y de ciencia espacial. Diseñado y operado por estudiantes y académicos de la FCFM, se transformó entonces en el primer nanosatélite desarrollado en Chile
Tras el éxito de SUCHAI 1, la Universidad de Chile extendió sus capacidades y se ha aliado a otras instituciones para continuar la construcción nacional de nanosatélites, contando en la actualidad con tres vehículos espaciales que en en abril de 2023 cumplieron un año en órbita, SUCHAI 2, SUCHAI 3 y Plantsat.