En una reveladora expedición realizada el 19 de enero de 2024 al sector Las Vertientes, en Calama, el equipo de investigadores liderado por el profesor Marco Méndez, académico del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, hizo un sorprendente hallazgo. Después de que este hermoso oasis en el Desierto de Atacama se secara casi por completo hace cinco años, fueron encontrados seis ejemplares y una larva la Ranita del Loa (Telmatobius dankoi), especie en peligro crítico de extinción, en este, su hábitat natural.
El reciente muestreo realizado por los investigadores no solo confirma la supervivencia de la población, sino que también brinda esperanza sobre su futuro. Aunque el ecosistema aún no se ha recuperado por completo, la presencia de agua ha regresado lentamente al área. La especie, endémica de este lugar ubicado en el extremo norte de Chile, enfrenta numerosos desafíos. Pero el profesor Méndez, especialista en este y otros anfibios, junto a su equipo están comprometidos con su conservación.
En este esfuerzo están trabajando con el Centro de Biodiversidad y Conservación de Calama (CENByC), apoyado por Codelco en su primera etapa, mediante un convenio entre la Corporación de la Cultura y Turismo de Calama y la minera estatal. El centro está ubicado en el Parque el Loa, en dependencias del Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama. Aquí la Universidad de Chile está presente también a través de un convenio de colaboración con la Municipalidad de Calama.
- ¿Qué descubrió en su último viaje a Las Vertientes?
Con el apoyo del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES, por su sigla en inglés), financiamos la campaña para ir a hacer un muestreo para ver en qué estado estaban o si todavía quedaban anfibios ahí. Encontramos seis ejemplares de Ranita del Loa y una larva, señales positivas de que la población aún persiste. Los animales están en buena condición. Esto es es bueno porque significa que, a pesar de que el ambiente probablemente está intervenido, todavía puede mantener la población, es capaz de mantener ejemplares. Esa es una buena noticia.
- ¿Cómo se está recuperando el ecosistema?
Aunque el agua ha regresado, aún no alcanza los niveles originales. Seguramente, gracias a un mejor manejo del agua, un uso más racional. Como Universidad estamos trabajando en iniciativas de manejo de recursos hídricos, como el proyecto Laboratorio Natural Desierto de Atacama (LANDATA), para comprender y mejorar la situación en la región, entre otras iniciativas. Este es un nodo de ANID que está en su segunda etapa y trabajamos en conjunto con la Universidad Católica de Norte.
- ¿Cómo avanza el proyecto de conservación de la ranita?
Los telmatobius son exclusivamente acuáticos, no son los típicos sapos que van al agua y salen, yo les digo “peces con patas”. Para recapitular, cuando se secó su hábitat cayeron en desgracia y se empezaron a morir. Unos colegas hicieron un rescate y llevaron algunos ejemplares a otra cascada, que se llama Ojo de Opache, hoy Santuario de la Naturaleza. Y algunos los trajeron acá al Zoológico Nacional, unos 14 ejemplares, donde un grupo de especialistas los recuperó. Murieron varios, pues estaban en malas condiciones, pero los que sobrevivieron están bien y reproduciéndose. A la fecha ya hay dos eventos de reproducción, hay muchos sapitos. En ese entonces, se despertó una gran preocupación por esta especie. Así, con un grupo de investigadores reunimos fondos para trabajar en la conservación de esta especie y de otras de la zona.
- ¿Están trabajando para regresar a los ejemplares del Zoológico a su casa original? ¿Qué se necesita para aquello?
Con fondos de Codelco, se armó en Calama un laboratorio que es un centro de conservación y diversidad, donde estamos trabajando. La primera idea fue que iban a trasladarse algunos ejemplares del Zoológico a Calama, pero esto funciona solo si logramos tener más ejemplares. De hecho, ahora estamos haciendo el estudio de la paternidad de los ejemplares que están acá en Santiago. Entonces, vamos a ver con marcadores genéticos cómo están emparentados para hacer cruces dirigidos, de manera que no sean hermanos ni primos, por supuesto.
Este trabajo se llama cultivo ex situ, es decir, fuera de su lugar de origen. Y la idea es repoblar. Pero eso es a largo plazo, porque en el Centro se están generando las condiciones para poder mantener individuos ahí para reproducirlos y que esos individuos sirvan de semilla para ir liberando las larvas y empezar a repoblar los lugares. Ahora genotiparemos también a los seis nuevos individuos que encontramos en Las Vertientes, porque así aumentamos la diversidad genética para el repoblamiento. Mientras más individuos nuevos existan, mejor.
- ¿Qué pasó con los ejemplares que se liberaron en 2019 en Ojo de Opache?
No los hemos podido volver a encontrar. Para muestrearlos, usamos una malla, como una red para capturarlos en el agua, pero ha crecido mucha vegetación y es imposible hacer ese tipo de muestreo. Así que puede que estén, pero puede que no estén también. Así que en ese lugar no sabemos si todavía quedan, pero sí en Las Vertientes y en el Zoológico.