El cáncer hoy representa uno de los principales problemas de salud pública. A nivel nacional, el año 2021, esta enfermedad se convirtió en la primera causa de muerte, según datos del Ministerio de Salud. Esta realidad es refrendada desde el Centro para la Prevención y el Control de Cáncer (CECAN), quienes señalan que en América 67 mil personas mueren cada año tan solo por cáncer gástrico, que es una de las variantes más difíciles de detectar.
Justamente, ser capaces de detectar el cáncer de forma temprana es uno de los mayores desafíos de la medicina moderna. De acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), una detección temprana y tratamiento adecuado pueden curar la enfermedad en un 30% de los casos. Sin embargo, como señala el profesor del Departamento de Oncología Básico Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Enrique Castellón, la detección temprana resulta compleja al ser el cáncer una enfermedad que afecta al cuerpo de manera silenciosa, hasta que es demasiado tarde.
“Cuando ya sentimos dolor, empezamos a adelgazar sin causa aparente o tenemos otro tipo de problema como anemia, generalmente es demasiado tarde. Entonces, lo que nosotros tratamos de hacer es tener el diagnóstico lo más tempranamente posible, y para ello es fundamental los programas, por ejemplo, de tamizaje o screening, que son aquellos programas en los cuales las personas que tienen más riesgo de tener ese cáncer se someten a una serie de controles preventivos”, indica el también director alterno del CECAN.
El cáncer se entiende como un conjunto de enfermedades cuyo tratamiento depende en gran medida del lugar donde se origina. Inicialmente, comienza con una mutación dentro del proceso de multiplicación de una célula, lo que da origen a una célula “maligna” que se multiplica de forma desproporcionada y afecta a las células sanas. El doctor Castellón señala, además, que su peligrosidad radica en la capacidad de estas células de viajar a otras zonas del cuerpo en un proceso que se conoce como metástasis. “Esta célula transformada pierde ese control de posición y se puede ir a otros órganos, viajar por la linfa o por el torrente sanguíneo y diseminarse a otros órganos”, detalla el académico.
Actualmente, existen tres formas de tratar sus efectos: extraerlo mediante cirugía, controlarlo con quimioterapia o hacerlo de forma más localizada con radioterapia. Pese a que actualmente se han desarrollado tratamientos más avanzados e incluso revolucionarios, basándose en la respuesta inmunológica del cuerpo para detectar y atacar el cáncer, sus costos los vuelven por el momento inviables para su aplicación general en la salud pública. Esta situación, advierten desde el CECAN, puede aumentar aún más las brechas existentes en la salud chilena.
“Estaríamos aumentando la inequidad. Estaríamos ofreciendo algo que solo puede pagarlo alguien que tiene los recursos y dejando atrás a los que no tienen. Entonces, nuestra preocupación en nuestro centro es poder disminuir la inequidad y proponer políticas públicas para implementar nuevos tratamientos, nuevas tecnologías y nuevos exámenes, pero que estén al acceso de más del 80% de las personas que se atienden en el sistema público de salud”, afirma el director adjunto del centro, Enrique Castellón.
Un tema de Estado
El cáncer es una enfermedad de múltiples orígenes, señala la doctora y directora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Lorena Rodríguez, quien apunta a factores medioambientales, genéticos e incluso alimenticios los que pueden propiciar su desarrollo. Frente a estos factores de riesgo, la doctora Rodríguez sostiene que existe una responsabilidad del Estado en términos de lograr su prevención.
“La Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud sacaron justamente una revisión muy exhaustiva de la evidencia científica, que muestra que hay algunos factores que son posibles de modificar y esta posibilidad de modificar no es responsabilidad únicamente del cambio de hábito de las personas, sino que también es responsabilidad del Estado cambiar los ambientes en los que vivimos las personas, para que sea más fácil cambiar de conducta”, señala la académica.
Dentro de estos factores de riesgo se encuentra la alimentación, principalmente el consumo de alimentos ultra procesados o altos en grasas y calorías. Sin embargo, estos alimentos también son aquellos a los que la población tiene más fácil acceso en cuanto a disponibilidad y precio, advierte la Dra. Rodríguez. Es por ello que la también investigadora del CECAN propone establecer barreras que dificulten su acceso y promuevan el consumo de alimentos más saludables.
“El gobierno puede, por ejemplo, establecer un impuesto a los alimentos que son menos saludables para que cuesten más caro. Esa es una forma de desalentar el consumo de esos alimentos y, al mismo tiempo, pueden subsidiar alguna parte del proceso productivo de los alimentos más saludables para que cuesten más barato”, propone la académica de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile.
En los últimos años, Chile ha avanzado en algunos de estos aspectos. Hoy cuenta con una ley del cáncer, un plan de cáncer y una estrategia estatal para enfrentar esta enfermedad. Además, muchas de las patologías relativas a cáncer están incluidas en las Garantías Explícitas en Salud (GES), lo que asegura la subvención de su tratamiento. Pese a ello, siguen existiendo inequidades asociadas a su tratamiento cuando uno mira la trayectoria de una persona desde que se sospecha el cáncer hasta que está en la etapa de rehabilitación. “Se ha evidenciado que las personas que tienen mayor nivel socioeconómico avanzan más rápido que aquellas que tienen menor nivel socioeconómico” apunta la doctora Lorena Rodríguez.
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