“Kan Kan, el susurro de la palma”, es una propuesta de exploración sensorial que integra las obras gráficas de la artista visual y egresada del Departamento de Artes Visuales (DAV) Ximena Bórquez, quien lidera este proyecto que se complementa con el trabajo sonoro del músico Fernando Godoy y el registro audiovisual de la documentalista Emilia Simonetti.
Si bien es un proyecto que se trabajó con anterioridad, los incendios que afectaron a la región dan hoy a la exposición una resignificación, rememorando y homenajeando estas áreas protegidas a nivel nacional, donde crece de manera natural la palma chilena, una especie endémica cuyas características la hacen única y que tomará varios años en ser recuperada.
Es una exposición que se abre al público luego de un trabajo en terreno de 8 meses, con estudio y levantamiento de información en el Palmar de Ocoa, del Parque Nacional La Campana, elegido por ser el que alberga la mayor población de palma chilena del país, el Palmar de Cabritería, ubicado en la quebrada del cerro Barón y Rodelillo en Valparaíso y el Palmar El Salto de Viña del Mar, recientemente siniestrado en un alto porcentaje de su territorio por los devastadores incendios.
“Los trabajos que he hecho están sumamente relacionados con lo que está perdido, por el momento. Es un testimonial de vivencias; de encuentros con seres, como la lagartija esbelta que es una especie típica que vive en las palmas, de la energía que entrega a través de su cromatismo y de la conexión que se generó con este hábitat que no volverá a ser igual”, cuenta Ximena Bórquez.
Kan Kan, el susurro de la palma, es una muestra que se compone por piezas gráficas de gran y pequeño formato, inspiradas en el contacto con el tronco y la hoja perenne de la palma, estas obras permiten el diálogo de lo visual con lo sonoro, lo lumínico con el subsuelo, el papel con la tierra, lo abstracto con lo figurativo, en un entramado que se sostiene en la persecución infatigable de la artista por los lenguajes geométricos de la naturaleza.
El paisaje sonoro de esta exposición aparece en el sutil contacto con el papel, mediante un sistema de transducción sonora donde el papel es utilizado como parlante, haciendo audible el sonido. Es la misma materialidad de la hoja la que amplifica el paisaje sonoro, en una relación simbiótica donde lo gráfico y lo sonoro se expresan indivisiblemente en la obra. A esto se suma: un corto documental, obras volumétricas y otras con intervención tecnológica sensorial, junto a una página web que reunirá todo este trabajo.
“Los estímulos sensoriales que recibe el cuerpo, como los sonidos, las temperaturas y los olores, son posibles de graficar. En esta exploración, se profundizó la experiencia táctil que derivó en un afecto y se generó una reciprocidad, permitiendo una comunicación más performática, más del cuerpo”, comenta la artista.
Los registros sonoros de la palma chilena se realizaron con diversas estrategias de grabación y distintos micrófonos. De esta manera, se logró captar el sonido de sus hojas en la parte alta de manera más nítida, como también el sonido de la propia vibración de las hojas producto del viento mediante micrófonos de contacto.
Estos archivos sonoros fueron utilizados por la profesora para exploraciones sinestésicas, en donde tradujo los sonidos a dibujos y luego a patrones gráficos con los que construyó su propuesta multimedial de diversos formatos.
“Transmitir la palma con sus misterios y con su antigüedad, fue entrar en una frecuencia lenta, de coincidir con el lugar, bajar los decibeles, calmar la mente, silenciarse, situándose en un estado de atención. Es notar que pertenecemos a un todo y que la mente muchas veces nos impide percibirlo. Hay una conexión con el mundo espiritual, con eso antiguo que es parte de una”, destaca Bórquez.
Por su parte, la documentalista Emilia Simonetti realizó un testimonio audiovisual de todo el trabajo. Captó las sesiones de registro sonoro de Fernando, las exploraciones sensoriales de Ximena y toda la grandeza del entorno natural de los palmares.
La muestra también cuenta con su propia composición sonora, basada en las grabaciones de campo, creada por Fernando Godoy y que el público podrá escuchar en la sala de exposición, generando un diálogo con la obra gráfica y acompañando la obra audiovisual.
La exposición se titula Kan Kan, el susurro de la palma, por el nombre dado a la palma en quechua, que significa sonido del agua, ya que sus hojas al golpearse entre sí asemejan el ruido de una vertiente. “Este proyecto nació a partir de un primer encuentro con la palma, en donde escuché agua. Quise saber de dónde provenía el sonido y me di cuenta que era el viento moviendo las hojas de la palma. Desde allí, tuve el deseo de querer traducir gráficamente ese sonido, lo que llevó a todas las exploraciones que hemos realizado en este tiempo”, concluye la artista.
Kan Kan, el susurro de la palma estará abierta al público hasta el 09 de junio en el Centro de Extensión del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Valparaíso (Centex), de martes a viernes, de 10:00 a 18:00 horas. Sábados, domingos y festivos, de 11:00 a 18:00 horas. Entrada liberada.