“Un poeta, Pablo Neruda, ha hecho donación de su biblioteca, de su casa y de sus colecciones; la donación del poeta se convierte en fundación para instituir el lugar en donde los jóvenes puedan trabajar y donde la Universidad pueda recibir huéspedes”. Estas son las palabras que el Rector Juan Gómez Millas pronunció para dar la bienvenida a la donación que el Premio Nobel hacía de su biblioteca personal a la Universidad de Chile, el 20 de junio de 1954. Esta noticia fue comunicada en diciembre del año previo al Consejo Universitario.
En ese mismo acto, el discurso del Rector ahondó en el rol de la poesía, en los acervos y en la relación del poeta con su pueblo, justamente una de las razones por las cuales el Premio Nobel donó su colección personal a la U. de Chile, hito que cumple 70 años. La estrecha relación de Pablo Neruda con la Casa de Bello se consagró con esta entrega. Todo comenzó con su ingreso en 1921 a la carrera en Pedagogía en Francés en el Instituto Pedagógico, periodo en que publicó uno de sus primeros poemas, La canción de la fiesta, en la revista Claridad, de la Federación de Estudiantes de Chile (FECh), así como sus primeros libros, Crepusculario y Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
La entrega material de la donación se realizó en la casa del poeta, ubicada en Avenida Lynch 164, Los Guindos, en un acto académico presidido por el Rector Juan Gómez Millas. Entre los invitados se encontraban Salvador Allende, Volodia Teitelboim, Alejandro Lipschutz, Jorge Sanhueza, Juvencio Valle, Laura Reyes, Mireya Lafuente, Delia del Carril, entre otras y otros. Inicialmente, los libros y caracolas permanecieron en aquella casa, ya que la intención era constituir allí un centro para el estudio de la poesía, dirigido por Neruda. Posteriormente, en marzo de 1955 y con el acuerdo del escritor, la colección pasó a incorporarse a la Biblioteca Central, ubicada en la Casa Central de la U. de Chile, espacio que en 1994 pasó a constituir el Archivo Central Andrés Bello.
“Yo fui recogiendo estos libros de la cultura universal, estas caracolas de todos los océanos y esta espuma de los siete mares. Le entrego a la Universidad por deber de conciencia y para pagar en parte mínima lo que he recibido de mi pueblo”, fue parte también del discurso de Neruda. Asimismo, agregó, “esta Universidad no nació por decreto, sino por la lucha de los hombres y su tradición progresista renovada hoy por el Rector Gómez Millas. En fin, es poco lo que doy, lo que devuelvo, lo que pongo en las manos del Rector y a través de él en el patrimonio de la patria”.
En este sentido, la donación de su preciada colección fue en reconocimiento a la historia y carácter público de la Universidad de Chile. Así lo destaca Kemy Oyarzún, presidenta de la Fundación Pablo Neruda y académica de la Facultad de Filosofía y Humanidades del plantel. “Neruda estaba muy consciente de donar estos importantes recursos del patrimonio material e inmaterial a la Universidad como un centro de pensamiento, cultura y educación, atento a la responsabilidad universitaria hacia el país, no solo de la capital, sino que en su conjunto de regiones y geografías culturales”, señala. Arguye también que esta entrega se debe a “la riqueza de las memorias de las distintas generaciones que se van incorporando como estudiantes de todas las carreras, hasta los académicos y las académicas, pero sobre todo con una Universidad que tenía un muy claro deber de extensión, un deber de llevar la palabra de la comunidad”.
Cuidado de la colección
En un inicio, esta colección contempló cerca de 3.500 ejemplares, número que se fue incrementando con los años por iniciativa del propio poeta y del curador del repertorio Jorge Sanhueza. Hoy, la Universidad salvaguarda 5.107 libros, 8.400 caracolas, 155 discos y 263 revistas pertenecientes a Neruda, labor que, de la mano de la profesionalización del Archivo Central en materia de conservación, específicamente con la creación del Área de Conservación y Patrimonio, tuvo como hito la declaratoria de Monumento Histórico Nacional de esta Colección y otras el año 2009.
El trabajo de conservación y restauración del material contempló el diagnóstico y acciones para el cuidado de la colección bibliográfica del poeta, tales como limpiezas de encuadernación, aplicación de marbetes, injertos, costura de cuadernillos y cajas de conservación. Todo esto fue resguardado principalmente en la Sala Neruda, diseñada por el propio poeta junto al arquitecto Fernando de la Cruz. Este trabajo constante ha contado con la participación de estudiantes pasantes del Archivo, y de profesionales, como los conservadores y especialistas Iván Oyarzún, Richard Solís, Romina Carozzi, Yerko Quitral, entre otras y otros.
El año 2012, el equipo de conservadores se adjudicó un proyecto Fondart para seguir trabajando en la sección bibliográfica de las piezas más relevantes. Entre dichos ejemplares destacan libros del siglo XV, clásicos de la ilustración francesa, libros con dedicatorias a Neruda y libros que eran autorías de los famosos “poetas malditos”. Entre los más de 5 mil libros, más de 500 llevan dedicatorias de grandes escritores como Federico García Lorca, Octavio Paz, Rafael Alberti, entre otros.
La conservadora del Archivo Central Andrés Bello, Loreto Millar, quien actualmente continúa la línea de trabajo legada por el primer equipo, destaca que “la colección bibliográfica es muy relevante por las riquezas que tiene, por sus ediciones y encuadernaciones, y era lo que sin duda necesitaba mayores cuidados”. Estos se siguen aplicando constantemente en la Sala Neruda, que mantiene las condiciones necesarias de humedad relativa y temperatura, a través de aparatos de monitoreo y perfiles ambientales anuales, labor fortalecida con las obras de infraestructura recientemente aplicadas al Archivo Central. “Se hacen limpiezas periódicas para eliminar el polvo, que es uno de los agentes de mayor deterioro de los bienes patrimoniales”, detalla la profesional.
Libros de especial valor
La colección se caracteriza por poseer contenidos que abarcan las diferentes disciplinas intelectuales, con exponentes del arte, la cultura e historia de América Latina y el mundo, junto a dedicatorias de diversos autores al poeta. Uno de estos ejemplares es Une saison en enfer, de Rimbaud, en la edición de 1873, hecha por la Alliance Typographique, de Bruselas, cuyo volumen conservado en el Archivo Central Andrés Bello es el único que existe en América. También destacan las pruebas de imprenta de la primera edición de Los trabajadores del mar, de Víctor Hugo, corregidas a mano por el autor; libros y manuscritos de Lautremont, Verlaine, Petrus Borel, Leconte de L'isle, Marcel Proust y Gustavo Flaubert. A ellos se suma Triunfos y canciones de Petrarca, un libro incunable impreso en Italia en 1484 (ocho años antes de la colonización europea en América).
"Recogí estos libros en todas partes. Han viajado tanto como yo, pero muchos tienen cuatro o cinco siglos más que mis actuales cincuenta años. Algunos me los regalaron en China, otros los compré en México. En París encontré centenares. De la Unión Soviética traigo algunos de los más valiosos. Todos ellos forman parte de mi vida, de mi geografía personal", comentó Neruda en el discurso que realizó en la ceremonia de entrega.
Respecto al valor material de la colección, la especialista Loreto Millar releva que en ella se puede apreciar “la historia de la encuadernación o de la historia del libro”. La colección, en definitiva, “condensa contenidos históricos, políticos, biológicos. Todas esas dimensiones intelectuales están representadas en esta colección”, la cual, agrega, “es la más miscelánea por lejos, es la que acumula más libros con diferentes épocas y contextos. Por eso, es más rica en información para estudiarlo desde diferentes perspectivas”.
Caracolas
Estas piezas corresponden a parte del imaginario social del poeta. Las caracolas constituyen la colección malacológica, compuesta por ejemplares marinos, de agua dulce y terrestres, provenientes de Chile y de diversos lugares del mundo. Algunas aún cuentan en su interior con una etiqueta escrita por el propio Neruda en la que indica el nombre científico, el valor comercial y el lugar donde la adquirió. Estas caracolas destacan por su variedad (múltiples tamaños, formas y colores) y fueron una de las grandes fuentes de inspiración del poeta. De las miles de caracolas que reunió, 8.400 se encuentran en la Universidad de Chile para ser compartidas con toda la comunidad.
La colección fue inventariada y clasificada por malacólogos, que identificaron las especies que la componen. Además, el Archivo Central Andrés Bello se ha preocupado por la difusión de este material a través de diferentes exposiciones, pues, como detalla Kemy Oyarzún, este interés por la materialidad evidencia un “pensamiento geofísico y geopolítico”, donde se muestra “la importancia de la relación materia y energía, por las caracolas, por poemas al océano, al aire, a las piedras de Chile. Hay un poeta que tiene un amplísimo repertorio de imaginarios tanto materiales, geopolíticos y de energía, pues todo se mueve en la poesía de Neruda”.
En la actualidad, estos ejemplares se encuentran resguardados en cajas de conservación y mantenidas en condiciones ideales para que no se dañen químicamente con el tiempo. Respecto a su cuidado, “cada cierto tiempo se hace mantención, se limpian con brochas de pelo suave y se deben utilizar guantes, mascarilla, delantal. Se hace en el depósito y se evita en gran medida moverlas, ya que este tipo de materiales son delicados”, detalla la conservadora Loreto Millar.
Conoce la colección
Como parte de esta conmemoración, la Universidad de Chile abrirá las puertas de la Sala Neruda del Archivo Central Andrés Bello. Serán cuatro jornadas que, previa inscripción, permitirán al público conocer parte del acervo. El llamado es para los días martes 25 y jueves 27 de junio, una a las 12:00 y otra a las 15:00 horas. Inscripciones acá.
Actualmente, las y los investigadores que deseen conocer o ahondar en la colección deben agendar una visita a través del correo archivo.central@uchile.cl, revisando previamente el inventario para identificar las obras a consultar. Además, hay un total de 67 ejemplares de la colección disponibles en línea, en el catálogo de la Biblioteca digital. Entre ellos, figuran “Homenaje a Gabriela Mistral” (1954); “Los mejores versos de Pablo Neruda” (1957); “Oda a la tipografía” (1956); “44 poetas rumanos. Traducidos por Pablo Neruda” (1967), entre otros.