Proyecto Fonis 2023

Oír bien para hablar bien

Oír bien para hablar bien
Proyecto FONIS “Acceso a los sonidos del habla a través del audífono y sus variables asociadas, en niños/as con hipoacusia implementados en el sistema público de salud en Chile”
Proyecto FONIS “Acceso a los sonidos del habla a través del audífono y sus variables asociadas, en niños/as con hipoacusia implementados en el sistema público de salud en Chile”
Equipo de investigación y de evaluadores en conjunto con académicos de la Universidad de Magallanes
Equipo de investigación y de evaluadores en conjunto con académicos de la Universidad de Magallanes
Equipos de evaluación realizando las mediciones de práctica
Equipos de evaluación realizando las mediciones de práctica
El equipo Affinity Compact
El equipo Affinity Compact
Profesora Daniela Cortese
Profesora Daniela Cortese

La profesora Cortese, que también es fonoaudióloga encargada del programa GES de hipoacusia en el Hospital Roberto del Río, donde trabaja desde hace 12 años, explica que “en la medida en que me he especializado, pues hice un magíster en la Universidad de Manchester entre el 2017 y 2018, aprendí que algunas cosas que hacemos en nuestro país no están acordes a lo que exige el estándar para la atención de población pediátrica en materia de adaptación auditiva. Por eso quise aportar generando evidencia científica que tenga impacto en las políticas públicas, para que esas recomendaciones aparezcan en las guías de GES”.

De esta forma, y junto a investigadores de la Pontificia Universidad Católica, “nace este proyecto a partir de una necesidad real, como es diseñar un protocolo que avale qué es lo que efectivamente los niños y niñas con hipoacusia necesitan, en este caso de su audífono, para hacer que su proceso de desarrollo del habla sea adecuado. Además, es algo que las empresas productoras de audífonos no hacen”.

Y es que, añade, lo que habitualmente se hace cuando una persona tiene hipoacusia es, después de realizarle una audiometría para determinar su capacidad auditiva, es ponerle audífonos y luego repetir la audiometría, para constatar la diferencia en la audición. “Pero la audiometría tiene la limitación de que solamente evalúa un tono puro, que es un sonido de una frecuencia específica. El habla tiene un amplio espectro frecuencial que debe poder ser detectado”.

En todo el espectro del habla

Para esta investigación multicéntrica, el equipo de académicos que reúne a fonoaudiólogos y otorrinolaringólogos, reclutará a 80 niños de entre uno y 15 años de los hospitales Roberto del Río, Luis Calvo Mackenna y Padre Hurtado, que ya lleven al menos un año de uso de audífonos y que estén en terapia de rehabilitación en alguno de los recintos asistenciales descritos.

Mediante un equipo denominado Affinity Compact recién adquirido, “lo que haremos será medir objetivamente el nivel de presión sonora que le entrega el audífono al oído, entonces obtendremos un porcentaje que indica cuánto acceso tiene el niño o niña a los sonidos del habla”, dice la académica.

“El audífono lo que hace es que capta el sonido del ambiente, lo procesa, lo amplifica y lo entrega al oído de la persona que tiene pérdida auditiva. La intervención que haremos mediante el Affinity Compact es insertar en el oído del niño un micrófono muy pequeñito a través de una sonda, para luego ponerle el audífono y darle a escuchar ciertos sonidos, que están normados, para que el audífono los procese y los entregue al oído. Eso es lo que nosotros captaremos con ese micrófono: la medición en oído real, para determinar cómo el audífono entrega el sonido procesado, pero considerando además las características que tiene cada persona, porque cada conducto auditivo tiene particularidades específicas según las cuales acústicamente el sonido se modifica. Esa medición nos permitirá conocer, mediante el índice denominado Speech Intelligibility Index, si ese porcentaje de escucha es adecuado para que el niño adquiera o acceda al lenguaje, si lo está recibiendo adecuadamente, para luego ajustar ese audífono de acuerdo a sus características propias para escuchar correctamente”.

Una de las señales de habla que se utilizarán, agrega, “y que se usa internacionalmente, no sólo tiene sonidos del español, sino de distintos idiomas, porque también tenemos que pensar en que, si hay niños bilingües, deberemos saber si va a escuchar en el idioma en que le hable su familia. Esto, además, nos permitirá comprar nuestros resultados con los de estudios de otros países”.

Otra de las facilidades que ofrece el equipo adquirido es que, explica la profesora Cortese, “vamos a usar una medida que se llama RECD, que se utiliza mucho en población pediátrica, según la cual se toman los valores obtenidos y se puede simular el oído del niño en el equipo, lo que es muy útil en el caso de los más pequeños, porque se pueden hacer los ajustes al audífono directamente en el mismo equipo. Por eso es una recomendación que esperamos que se pueda incluir a futuro en las guías como método de verificación de estas ayudas auditivas”.

Con ese fin, añade, se han realizado capacitaciones del equipo de evaluación, en instancias en donde se han revisado detalladamente los protocolos y el manejo del equipamiento. Asimismo, para favorecer la colaboración con otras instituciones públicas de educación superior, se invitó a participar a académicos de la Universidad de Magallanes y a profesionales de los hospitales incluidos en el proyecto.

La evidencia para futuras políticas públicas

Actualmente, refiere la académica, “estamos haciendo el proceso de reclutamiento, determinando a los posibles candidatos, para luego hacer la selección aleatoria y comenzar las evaluaciones, que se podrán hacer en cada uno de los centros participantes o en visitas domiciliarias, pues el equipo es portátil”. Cada medición incluirá una entrevista a la familia, “para considerar muchas otras variables que también inciden en que eventualmente el niño esté o no desarrollando el lenguaje; por ejemplo, los exámenes que le realizaron, cuán lejos residen del centro en el que se hacen los controles, porque es un factor que puede incidir en la adherencia; el número de controles; el nivel de alfabetización en salud de la familia, para saber si el conocimiento que tienen sobre el uso del audífono y sobre la pérdida auditiva tiene también alguna influencia; cómo está ajustado el audífono, con qué parámetros, para ver si corresponden a las recomendaciones o si cada empresa proveedora lo hace de forma autónoma”.

Por último, agrega la profesora Cortese, “realizar esta medición requiere de este equipamiento, que es más sofisticado y que no todas las empresas manejan, así como no todos los profesionales están capacitados para usarlo. Por eso sucede que, si las empresas que proveen a los hospitales de estos audífonos no tienen los equipos para ofrecer este servicio, no pueden entregarlo; y si el profesional que está a cargo de la licitación no tiene la formación, tampoco lo va a exigir. Con los resultados de esta investigación, si se incorporan a las guías de atención de GES para hipoacusia en niños, las empresas deberán incorporar estas mediciones a sus servicios y los profesionales de los recintos asistenciales tendrán que capacitarse”.