Fenómeno cultural en ascenso

Fascinación asiática en Chile: expertos de la Casa de Bello explican su creciente influencia

Fascinación asiática: expertos Uchile explican su creciente influencia
Este fenómeno no solo representa una simple moda, sino una transformación cultural impulsada por la inmediatez de la globalización, el desarrollo tecnológico y la influencia de las redes sociales.
Este fenómeno no solo representa una simple moda, sino una transformación cultural impulsada por la inmediatez de la globalización, el desarrollo tecnológico y la influencia de las redes sociales.
Según una investigación realizada por el Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón, estos programas de animación, transmitidos entre los nacidos en 1985 y 2000 en Chile, marcaron el inicio de una generación cautivada por el animé como referente cultural.
Según una investigación realizada por el Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón, estos programas de animación, transmitidos entre los nacidos en 1985 y 2000 en Chile, marcaron el inicio de una generación cautivada por el animé como referente cultural.
Esto, sumado a la popularidad del K-pop desde el año 2010 en adelante a través de la música, permitió el asentamiento de la comunidad kpoper en Chile y el mundo, convirtiéndose en una cultura con gran influencia e impacto en la sociedad y juventud.
Esto, sumado a la popularidad del K-pop desde el año 2010 en adelante a través de la música, permitió el asentamiento de la comunidad kpoper en Chile y el mundo, convirtiéndose en una cultura con gran influencia e impacto en la sociedad y juventud.
Franco Casoni, especialista en cultura pop japonesa, y también en cultura asiática de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile expresó que “Hay lecturas que identifican esta simpatía inicial de nuestro país —con el animé, por ejemplo— con la orfandad o más bien con la idea del cabro que se queda viendo televisión luego del colegio”.
Franco Casoni, especialista en cultura pop japonesa, y también en cultura asiática de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile expresó que “Hay lecturas que identifican esta simpatía inicial de nuestro país —con el animé, por ejemplo— con la orfandad o más bien con la idea del cabro que se queda viendo televisión luego del colegio”.
Tomás Peters, académico de la Universidad de Chile pronunció que “Hay un componente chileno que ve en la sociedad coreana una suerte como de imaginario de deseo, de vivir esa suerte de sueño económico, de bienestar, de seguridad, de tranquilidad”.
Tomás Peters, académico de la Universidad de Chile pronunció que “Hay un componente chileno que ve en la sociedad coreana una suerte como de imaginario de deseo, de vivir esa suerte de sueño económico, de bienestar, de seguridad, de tranquilidad”.

En los últimos años, la cultura asiática ha tomado un lugar central en la vida de muchos chilenos. Este fenómeno no solo representa una simple moda, sino una transformación cultural impulsada por la inmediatez de la globalización, el desarrollo tecnológico y la influencia de las redes sociales, que difunden elementos musicales, culturales, gastronómicos, estéticos y audiovisuales en los fanáticos y fanáticas, transformando las identidades colectivas y creando nuevas formas de conexión nacionales e internacionales.

Su gran interés comenzó en Chile en la década de los 80 con la llegada del animé y el manga, inicialmente a través de la televisión abierta con series como “Marco”, “Heidi” y “El Festival de los Robots”. Posteriormente, según una investigación realizada por el Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón, estos programas de animación, transmitidos entre los nacidos en 1985 y 2000 en Chile, marcaron el inicio de una generación cautivada por el animé como referente cultural.

Franco Casoni, especialista en cultura pop japonesa, y también en cultura asiática de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile expresó lo siguiente con relación al sentido que tiene para los fanáticos de nuestro país el animé:

“Hay lecturas que identifican esta simpatía inicial de nuestro país —con el animé, por ejemplo— con la orfandad o más bien con la idea del cabro que se queda viendo televisión luego del colegio. Este abandono proviene del ritmo de vida de nuestra sociedad, trabajos con muchas horas a la semana y familias que tienen que adaptarse a este modelo. También hay otras lecturas que identifican la recepción de estos productos culturales con los relatos que proponen: la superación de diferentes conflictos en realidades hostiles. Esta última tiene un punto en común con la primera, la idea de una juventud encontrando sentido en algo que inicialmente es extraño”.

Actualmente, la animación japonesa se ha popularizado al nivel de formar parte del catálogo de plataformas como Netflix, HBO, Amazon, entre otros. Además, desde el año 2002 se realiza la Expo Anime en el Centro Cultural Estación Mapocho, convención en la que se reúnen fanáticos del animé, cómics, mangas, videojuegos y cosplay para compartir con personas de gustos similares.

Por otro lado, el ascenso de la cultura coreana de la mano de los k-dramas o teleseries coreanas a partir de la transmisión de “Star in My Heart”, el primer producto cultural emitido por Chilevisión en 2001, se sumó Televisión Nacional de Chile (TVN) al emitir en 2006 “A Stairway to Heaven”, y Mega con “Boys over Flowers” en 2012, el que tuvo éxito rotundo.

Esto, sumado a la popularidad del K-pop desde el año 2010 en adelante a través de la música, permitió el asentamiento de la comunidad kpoper en Chile y el mundo, convirtiéndose en una cultura con gran influencia e impacto en la sociedad y juventud, formando comunidades de fans que se identifican intensamente con los artistas y su estilo de vida.

Estos espacios, además, propician la relación entre fanáticos con los mismos gustos, creando grupos con aficiones en común como bailar, comer, ver series, dibujar, entre otros, generando un fuerte sentido de pertenencia. Además, incentivan no solamente el gusto por los grupos de idols, sino que también por los k-dramas, la gastronomía, skincare, idioma y moda.

Casoni declaró que los principales difusores de esta cultura son los mismos fandoms. “Hay un caso muy bueno de esto: cuando muere Gojo en el manga de Jujutsu Kaisen, se le hizo un altar en un afiche del metro de Santiago. Esto fue genial, primero porque se recrearon las famosas animitas, y segundo la muerte de este personaje solo se conocía en el manga. O sea, tenemos consumidores mucho más activos que forman parte de una comunidad mundial y que buscan hacer presente este fenómeno en los espacios públicos”.

Asimismo, comentó que esto va de la mano con la aparición de espacios de consumo y prácticas culturales, como las reuniones que realizaban los seguidores del K-pop en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) o la importancia gastronómica que alberga el Barrio Patronato en la actualidad. 

Industrias creativas

Ambos elementos, el K-pop y el anime, forman parte esencial de las industrias creativas de Japón y Corea del Sur. De acuerdo al artículo publicado por la UNESCO, ambos buscan abrirse paso a nivel global mediante el uso estratégico de las tecnologías de la comunicación y creatividad, siendo un medio para dar a conocer la identidad y el patrimonio cultural del país, consolidándose como un componente crucial para la promoción de la riqueza y diversidad cultural mundial.

Tomás Peters, académico de la Universidad de Chile y Doctor en Estudios Culturales por el Birkbeck College, University of London, pronunció que “Son países que se vuelven atractivos bajo un proceso migratorio. Hay un componente chileno que ve en la sociedad coreana una suerte como de imaginario de deseo, de vivir esa suerte de sueño económico, de bienestar, de seguridad, de tranquilidad, de una cultura atractiva que es lo suficientemente extraña, pero al mismo tiempo occidental, que hay disponible a nivel mundial”.

Por otro lado, mencionó que el tema de la identidad cultural es importante en sociedades como la nuestra, porque estamos muy abiertas culturalmente, y nos interesa mucho el mundo.

Actualmente en nuestro país han surgido nuevos espacios que permiten la socialización de estas prácticas, como centros gastronómicos de comida asiática en Providencia, Las Condes, y Santiago. Lo mismo ocurre con locales de venta de merch, ya sean mangas, álbumes de K-pop y/o photocards, sumado a tiendas de skincare, y prácticas que nacen desde los mismos fans como eventos culturales de cosplay, dancecover, entre otros.

Respecto a esto, el especialista en cultura asiática, Franco Casoni, expuso que: “Siempre que hablo de estas cosas me pregunto a la inversa ¿Sabemos qué es Chile en realidad? Creo que esa variación es lo que nos ha acercado tanto a la cultura asiática. Ese momento de reflexión cuando nos preguntamos por qué la cultura chilena encuentra sentido cuando vemos hacía lo otro, en este caso, Asia”.