En su visita a la Universidad de Chile, la académica de la Universidad Estatal de Arizona llegó hasta la Casa Central para dictar la conferencia “Yo soy india: la identidad mestiza de Gabriela Mistral”. En la instancia profundizó sobre su propuesta biográfica del relato identitario de la premio Nobel y sus relaciones “transaccionales” como describe en su más reciente publicación “Mistral, una vida. Solo me halla quien me ama”, bajo el sello de Lumen.
“Lo interesante es que Mistral fue totalmente autodidacta, entonces, alguien que es autodidacta puede escoger sus influencias”, afirma en esta entrevista Horan, refiriéndose a la capacidad que tuvo Mistral de crecer desde un recóndito valle del norte de Chile, para luego establecerse en diferentes ciudades de Chile, espacios en donde las relaciones que construyó, sirvieron de semillero para sus futuros vínculos y relaciones.
En un sistema de cartas, Horan relata los pasos que siguió Mistral para codearse con las plumas más reconocidas de la época. Su capacidad para adentrarse en la vida de las y los escritores es deslumbrante y así lo afirma la biógrafa: “ella establece correspondencias con gente que podría ayudarla a entrar en el mundo literario (…) ella sabe que va a hacerlo por correspondencia: encantar a la gente por medio de sus cartas. Y lo hizo”, explica.
- Su visita se desarrolla en torno a la conferencia "Yo soy india": la identidad mestiza de Gabriela Mistral". Al respecto ¿Cómo se entiende esta relación mestiza en la figura de la Premio Nobel?
Lo que quiero decir cuando uso las palabras india y mestiza -que no son iguales- es para referirme a cómo está siempre cambiando su presentación en cuanto a su identificación racial. Mistral escribe en forma de código, semejante a lo que hace con su orientación sexual. Un ejemplo de eso es que se auto refiere como una valquiria india, que es una combinación mestiza, una mujer fuerte.
Entonces, valquiria, por un lado, pero india por otro. Esto es, una combinación de europea con americana. Y habla de su cuerpo de valquiria india para indicar que parece que tiene fortaleza, pero en realidad ella dice que no, no tiene, siempre está enfermita. Está siempre cambiando su representación. Sin embargo, se ve que ella tiene una identificación mestiza, pero en el Chile de aquel entonces nadie dice eso. Nadie dice ‘yo soy india’, no es decible en aquel entonces. Comienza a hacerlo en código. Más tarde, cuando muere su madre, comienza a asumir esta identidad mestiza.
- ¿Por qué decide estudiar y centrar su investigación en Mistral?
Me topé con sus escritos y comencé con “Lecturas para mujeres”. Yo pensaba ¡qué título tan raro! Y me pregunté ¿por qué es solo para mujeres este libro? Entonces, comencé a leerlo. Empecé con algunas de sus poesías -viviendo en Estados Unidos- y me percaté que no se enseñaba en aquel entonces la poesía de Mistral en las clases de español. Leíamos a Lorca o Neruda. En esa época, comencé a leerla y no pude creer la calidad de su poesía.
Le escribí una carta a Doris Dana, me presenté y le dije que me entusiasmó la lectura y le conté que fui alumna del Barnard College. No sabía que ella había conocido a Gabriela Mistral ahí. Me llamó por teléfono y me invitó a conocerla. Cuando estuve en Nueva York fui a visitar a Doris Dana y le pregunté -en aquel entonces tenía 27 años- cosas intrusas: “¿Qué va a pasar con todos esos archivos cuando se muera usted?”, y ella me decía que tenía una sobrina.
Cuando llegué a Chile el año 1985, pude leer toda su prosa y poesía. La gente me preguntaba a qué me dedicaba y yo les decía que estudiaba a Gabriela Mistral, y me decían -y siguen diciendo- “¿pero para qué?”, porque no era muy bien estimada ella en aquel entonces. Pienso que la figura que tenía Mistral, era muy distinta de la que tenemos ahora.
- ¿Cuál es su visión sobre las influencias de la poeta?
Lo interesante es que Mistral fue totalmente autodidacta, entonces, alguien que es autodidacta puede escoger sus influencias y decidió desde muy temprano cuáles debían ser. Desde temprana edad fue muy latinoamericanista. Sí, leyó a europeos, pero ella estaba siempre interesada en el asunto latinoamericano. Ella tenía sus propios gustos que formó de su manera. Eso requiere de mucha autoconciencia, confianza también, de que ella sabía formar su propio gusto e influencias.
- Dice en su libro que “más que amigos, tiene relaciones transaccionales”
Pues yo no quisiera usar esa palabra, pero terminé usándola en mi libro, entonces, tengo que defenderlo.
Ella entra en una serie de correspondencias, de intercambios. La cantidad de cartas es impresionante y ella estableció correspondencias con gente que podía ayudarla a entrar en el mundo literario sin tener un padrino. No hubiera sido posible hacerlo sin eso. Y ella lo sabe, porque venía de un valle chiquitito, no tenía apellidos significativos y no tenía esa belleza, en el sentido de aquel entonces de lo que una mujer debiera tener. Entonces ella sabe que va a hacerlo por correspondencia: ella encantaba a la gente por medio de sus cartas. Y lo hizo.
- ¿Y cómo logra establecer relaciones con otras personas a través de esas cartas?
Mistral tenía una capacidad extraordinaria de adivinar los deseos de sus corresponsales, que incluso ellos, no sabían. Y nombrarlos es un don. ¿Cómo tenía esa intuición? No lo sabemos.
Yo creo que lo sabe porque estudia sus escritos, porque son gente que publican en las revistas de aquel entonces y ella tuvo la suerte de haber nacido en una época en que los medios están en explosión. Sabemos que en la misma provincia de Coquimbo existían más de 18 diarios o revistas, eso es bastante. Y ella publicó en muchos de ellos.
- ¿Cómo se entiende la carrera de Gabriela Mistral a través de esta relación que menciona en su libro de “mecenas-beneficiario”?
Yo traté de mostrar en este libro una biografía grupal, que es una tradición que tenemos en inglés, de mostrar la red que existe entre personas. Mistral siempre cultivó relaciones y había otras personas que hacían fila por detrás. Ella era una genia, estaba como en un juego de ajedrez. Cuando ella salió de Coquimbo, de la provincia, seis años después, ya había publicado 85 veces. O sea, más que cualquier otra persona en aquella época, entonces cada vez que tuvo una oportunidad, no la perdió.
- ¿Cómo influyen las bibliotecas en la vida interior y exterior de Mistral?
Son lugares de formación, son lugares para pensar en el mundo que queda por fuera, pero también que queda por dentro y reflexionar. Y pues, por formular sus ambiciones sumamente desde muy temprano. Eso es realmente lo impresionante. Creo que su madre y su hermana mayor ayudaron bastante en eso, que su hermana era profesora y ella sabía que tenía un intelecto no común y corriente, y ver cómo es que podía hacer lo que hizo, pero también una capacidad de relacionarse con la gente.
- ¿Cómo resume su perspectiva sobre Gabriela Mistral?
La pregunta central que tengo es cómo es que una mujer que viene de un valle remoto, que no tiene apellido conocido, que no tiene belleza en ningún sentido convencional y que no se casa y que, pues, de familia con padre ausente, con ninguna certificación educacional, que terminó su educación formal cuando tuvo 11 años, llegó a la cima a nivel internacional, a la fama, en la diplomacia, en la escritura, ganando el Premio Nobel, en el Periodismo y una celebridad educacional ¿Cómo lo hizo? Y lo hizo por medio de su capacidad para ayudar a sus amigos y ellos se ayudaron en ella.
- ¿Qué mensaje les enviaría a las futuras generaciones para que conozcan y estudien a Mistral?
Diría a los lectores de Chile que conozcan la historia de cómo una chilena llegó a representar a su país, al mundo. Y lo otra sería, es que, si tienen algo de ambición, podrían imitarla.