Es un hecho que Chile está envejeciendo. Hoy, casi el 15% de la población es mayor de 60 años y se estima que para el 2050 la tercera parte del país supere dicha proyección. Ante este contexto, resulta pertinente preguntarse por la calidad de vida de las personas mayores, quienes en muchas ocasiones quedan al cuidado de residencias o instituciones de carácter hospitalario, generalmente aislados de la vida social. Pero, ¿por qué no proyectar esta etapa de otra manera? ¿planificar nosotros mismos/as cómo queremos envejecer?
Estos son algunas de las preguntas que abordan desde el programa de Envejecimiento Activo y Saludable (EAS), iniciativa que nace en el Hospital Clínico de la Universidad de Chile y que desde 2021 tiene por objetivo modificar los estilos de vida de la población chilota aplicando conocimientos de la Universidad de North Karelia (Finlandia).
Mediante una estrategia conjunta entre universidades, municipios, comunidades, empresas, sistema de salud y de educación, el proyecto ha operado en las comunas de Curaco de Vélez, Quinchao y Chonchi a partir de cuatro pilares de impacto: control y prevención, nutrición, actividad física y vivienda. Esta última línea apuesta por fortalecer ciudades más amigables, mirando la vida desde un enfoque comunitario, donde quienes componen dichos espacios puedan ser verdaderos actores para incidir en la organización de sus barrios y lugares de encuentro.
“El envejecimiento es un fenómeno que ha sido usualmente abordado desde la salud, sin embargo, desde una visión centrada en el hábitat también es importante revisarlo, porque los rápidos cambios que se dan en el entorno afectan muchísimo la calidad de vida de las personas mayores”, señala Felipe Sáez, arquitecto y profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Chile y presidente de la Fundación CoHousing Chile, quienes colaboran con el proyecto EAS.
Sáez explica que, dadas las transformaciones que experimentan las ciudades, las personas mayores no reconocen sus barrios y tienden a encerrarse más en su propio mundo, perdiendo una esfera de acción social muy importante. “Por lo mismo nos parece interesante fomentar el encuentro, el arraigo cultural y la permanencia de las personas en el lugar, en este caso, Chiloé”, complementa el arquitecto.
Desde CoHousing, el hábitat es comprendido como un conjunto de dimensiones que involucra comunidad, arquitectura, urbanismo, espacio político y cultura. Dicha perspectiva es llevada al proyecto EAS en Chiloé, donde se han tomado diversas acciones para promover una mejora en el envejecimiento de su población. Una de ellas fue la instalación del primer módulo de acople para viviendas de personas mayores en Curaco de Vélez.
Tras una serie de visitas a la comuna, el equipo detectó problemas con las viviendas sociales, las cuales tienen más de 30 años y en su mayoría presentan deterioro o no cumplen con las normativas actuales respecto a movilidad reducida. Por lo mismo, desde EAS se optó por incorporar estos módulos de acople fáciles de montar y conectar a redes de agua y alcantarillado. Según detalla el arquitecto, estas instalaciones incorporan baño y lavadero, que generan un acceso protegido a la vivienda, permitiendo transformar el primer dormitorio en un área de circulación amplia para la movilidad de sus habitantes.
A su vez, este proyecto busca proteger la identidad cultural de la zona: “La vivienda chilota gira en torno a la cocina, al calor, al fuego. Por lo tanto, no podíamos proponer un modelo que irrumpiera con estas prácticas y sentidos de pertenencia. Es así que, en miras a no desechar la vivienda, pensamos en adaptarla prolongando su vida. Además protegemos el arraigo, cuestión que afecta muchísimo a las personas mayores”, explica Sáez.
Abordaje interdisciplinario y multiprofesional del envejecimiento
Otra de las acciones que han impulsado desde el proyecto EAS es el Diploma Internacional Envejecimiento Activo, que tiene por objetivo compartir conocimientos y habilidades que permitan a sus participantes desarrollar y liderar intervenciones integrales dirigidas a la prevención, la calidad de vida y bienestar de la población, con foco en la realidad local y considerando las mejores prácticas internacionales.
El énfasis en lo local ha orientado el diplomado y el trabajo del proyecto, especialmente porque se enfrentan a un territorio disperso. “Los problemas de hábitat van de la mano con la ruralidad que caracteriza a la zona, donde las personas mayores en general viven aisladas de los sectores urbanos y de sus familias, quienes se han acercado a dichos centros en busca de nuevas oportunidades laborales”, explica Pilar Barba, vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la U. de Chile quien lidera el trabajo de vivienda en EAS.
Ante esta fragmentación, “queremos fomentar el encuentro estudiando cómo, a pesar de la distancia, las personas mayores sostienen relaciones”, complementa Sáez. En esta misma línea, otro de los enfoques que promueve el diplomado es el sentido de comunidad por medio de la vivienda intergeneracional, concepto que aspira a lograr soluciones de convivencia entre generaciones: “La idea es que la misma vivienda no sea únicamente para personas de tercera edad, sino también haya la posibilidad para la familia”.
En este sentido, “para nosotros es un desafío lograr que todos y todas compartamos nuestros conocimientos y experiencias cotidianas e investigativas en temas de envejecimiento”, señala Barba. Para la también arquitecta de nuestro plantel, “este proceso representa un aprendizaje para la Universidad de Chile, una invitación a trabajar interdisciplinariamente y dar respuestas transdisciplinarias al servicio de nuestra misión, que tiene mucho que ver con los derechos humanos: lograr que un porcentaje que va en ascenso en la población pueda disfrutar de una vida feliz”.
En este marco, para la vicerrectora la colaboración público-privada es importantísima y vital, donde en esta ocasión, colabora la empresa Sodimac en la construcción de dichos módulos de vivienda: “El envejecimiento es un tema que debe ser abordado socialmente. El Estado puede hacer una parte, garantizando servicios y prestaciones básicas. Pero sin duda, el mundo privado -grandes y pequeñas empresas- va a tener que enfocarse a la solución de muchos de estos problemas, creando servicios y productos nuevos para este grupo etario, además de atender a las nuevas necesidades demográficas”.
Así, de carácter transversal y multidisciplinario, la Universidad de Chile participa a través de su Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), la Facultad de Medicina, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, la Facultad de Economía y Negocios, y la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, en conjunto con la Universidad de Los Lagos y el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama). A estos esfuerzos, se suman organizaciones sociales, liceos y empresas presentes en el territorio insular.