El debate acerca del voto triestamental en los consejos de facultad en la Universidad de Chile ha generado un interesante debate en relación con el porcentaje que debe tener, efectivamente, cada uno de los estamentos. Un grupo de profesores cree que las decisiones institucionales solo deben tomarlas los profesores; otros, en cambio, creemos que es necesaria la participación de miembros de la universidad como estudiantes y personal de colaboración.
He percibido, además, una desinformación en torno al tema (se está deliberando acerca del voto de estos tres estamentos en los consejos de facultad, no en otras instancias), así como poca claridad respecto al aspecto numérico y porcentual que entraría en juego al empezar a tener voz y voto los estudiantes y el personal de colaboración.
El Senado Universitario es un órgano colegiado que ejerce la función normativa en la Universidad de Chile y está mandatado para elaborar las políticas generales y estrategias de desarrollo institucional de esta institución. Es en este espacio donde se está discutiendo y decidiendo acerca del voto triestamental en los numerosos consejos de facultad que se celebran en la Universidad de Chile todos los meses.
Nada más ni nada menos que eso es lo que preocupa y alegra, aflige y emociona a la comunidad universitaria. Todo comenzó con la posibilidad, por la modificación estatutaria, aprobada por el presidente de la República el año 2023, que posibilitaría el voto a estudiantes y a personal de colaboración y que la actual Rectoría ha instalado en la mesa de trabajo, algo que me alegra sobremanera.
Consejo de Facultad
Es clave entender cuál es el espacio en donde se habilitará este voto: el Consejo de Facultad, espacio clave para una serie de decisiones que buscan el buen funcionamiento de cada una de las 16 facultades que componen la Universidad de Chile. En efecto, según el Reglamento General de Facultades, el Consejo de Facultad es la instancia en donde se definen las políticas de desarrollo académico e institucional, en sus propias palabras. Está presidido por el decano y está integrado por los directores de los departamentos y los directores de escuela de pregrado y postgrado. Como se sabe, todos ellos son democráticamente elegidos por sus pares.
A su vez, el Consejo está compuesto por otros académicos elegidos democráticamente por sus pares: los consejeros. Se sesiona una vez al mes, a no ser que haya un caso particular y urgente que haya que deliberar extemporáneamente, por lo que se puede llamar a un consejo extraordinario. Es uno de los deberes fundamentales de cada uno de estos directivos y consejeros asistir a esta instancia, claro está.
Tanto el decano como los directores de escuela y de departamentos y estos consejeros tienen derecho a voz y voto. Pero no son los únicos que participan de un Consejo de Facultad, pues al Consejo asisten con derecho a voz (y no a voto) los representantes de las organizaciones gremiales de académicos, estudiantes y personal de colaboración. A su vez, asiste el vicedecano, quien tiene la función de ser secretario y ministro de fe de esta instancia.
También, asisten los directores de asesoría integral de la Facultad (como directores académicos, económicos, de extensión, de investigación, entre otros). A su vez, asisten en calidad de invitados los senadores pertenecientes a la Facultad y, de existir, los directores de institutos y centros. Todos ellos, insisto, tienen derecho a voz, pero no a voto.
Con lo que se está deliberando en el Senado estas semanas se unirán, con derecho a voto, estudiantes y personal de colaboración. Es histórico que la Universidad de Chile logre que existan instancias colegiadas donde los estudiantes y el personal de colaboración puedan votar y donde todos los representantes tengan igual jerarquía, lo que fundamenta la idea clara y justificada de comunidad universitaria.
Esto no es único en la Universidad de Chile, porque ya se tiene el Senado Universitario (compuesto por 27 académicos, 7 estudiantes y 2 personal de colaboración). Y, prontamente, y como piloto para la implementación total de los reglamentos de campus de la Universidad (algo que es novedoso, también), el Consejo del Campus Juan Gómez Millas (compuesto por 12 académicos, 4 estudiantes y 4 personal de colaboración). Como se ve, es la tercera vez que la Universidad de Chile decide tener representantes de la comunidad general, con igual jerarquía, con derecho a voz y voto. Es decir, se va consolidando el hacer comunidad, insisto en ello.
Un caso
Para que quede claro lo que implica que, fuera de profesores, tengan voto los estudiantes y el personal de colaboración, daré un caso: la composición del Consejo de la Facultad de Filosofía y Humanidades, del que soy parte, porque soy directora de Departamento (por lo que tengo derecho a voto) y soy senadora por la Facultad (por lo que tengo derecho a voz cuando me toca hablar como senadora). El consejo de mi Facultad se constituye por 9 académicos (decano, directores de pregrado y posgrado, más los 6 directores de los departamentos), mas 6 consejeros académicos elegidos. Por lo tanto, quienes hasta ahora tienen derecho a voz y voto son un total de 15 académicos.
Con lo que se está deliberando en el Senado Universitario y lo que yo misma apoyo, los consejeros académicos serán cinco y se sumarían nuevos consejeros: dos estudiantiles y tres de personal de colaboración. Por lo tanto, el nuevo Consejo estará compuesto por 14 académicos. Siempre, como se ve, la mayoría es la académica. También lo es en el Senado, lo será en el Consejo de Campus y lo será en el Consejo de Facultad.
He leído cosas que me preocupan mucho, por lo alarmistas y poco informados (¡mis propios colegas!) como que el número de profesores que votará se reducirá a una mitad, cosa que no es tal, como ya he mostrado con un ejemplo que es replicable en la mayoría de las facultades.
Necesario y sano
En el caso del Consejo de Facultad este cambio es necesario y sano: tanto estudiantes como personal de colaboración tienen competencias y conocimientos que vendrán a complementar y enriquecer un Consejo de Facultad; asimismo estudiantes y personal de colaboración tienen demandas y una visión de las cosas que ayuda a una visión holística, necesaria para el buen funcionamiento de una Facultad.
Las vivencias y el conocimiento en gestión que tiene el personal de colaboración es clave para tomar decisiones relevantes. Muchas veces saben de la orgánica y de la historia de una unidad que puede ayudar sobremanera al desarrollo institucional.
Por dar un ejemplo muy cercano, yo misma trato a la secretaria de mi Departamento, una mujer con un conocimiento y un manejo a todo nivel, como la directora, porque claramente tiene al día los detalles en una serie de cosas, de gestiones, de un saber hacer y deliberar que yo, desde mi parcela de lingüista que debe hacer gestión, no lo sé o lo confundo. Esto es una pequeña muestra, pero ya imaginarán que otros profesionales que llevan años en estas unidades tienen un saber enorme.
Los estudiantes, si bien tienen un paso más limitado en las casas de estudio, que las más veces se reduce a un lustro, tienen una visión de las cosas y la realidad necesaria para ver necesidades y requerimientos donde los mayores no las vemos o no logramos la reacción. Demás está decir que las grandes movilizaciones han sido gracias a ellos, a su ojo crítico, a su accionar rápido. El ejercicio de esta visión es necesario, porque se adelanta siempre a lo que decanta después. Cómo olvidar el paro por la salud mental el primer semestre de 2019, movilizado por los estudiantes, en donde una serie de demandas daban cuenta de un sistema enfermo y con un capitalismo inhumano. Este paro fue la antesala directa del Estallido, y la concreción de uno de sus lemas “No era depresión, era capitalismo”.
Obviar el concurso y la relevancia de estos dos estamentos es estar ciego, es no querer ver esa intelectualidad in extenso, como la pudo vislumbrar Gramsci, por ejemplo.
Funciones, atribuciones y responsabilidades
Volviendo al Consejo de Facultad, son variadas sus funciones, atribuciones y responsabilidades. Me quedaré con algunas facultades que inciden directamente en los dos estamentos aludidos en el párrafo de marras. Algunas de ellas (solo mencionaré algunas de las once atribuciones que tiene un Consejo) son, por ejemplo, aprobar los altos directivos del personal de colaboración, los planes de estudios, las propuestas de creación y modificación de estructuras de la Facultad. A su vez, se proponen iniciativas que se estimen útiles para la Facultad. Esta es solo una muestra del concurso, relevante y estratégico, que tienen los integrantes del Consejo de Facultad.
El poder formar parte no solo desde las opiniones sino desde el espacio de las decisiones, hace que los tres estamentos en conjunto hagan comunidad. Pienso en el apoyo mutuo, la tesis de Kropotkin, para quien las prácticas comunitarias son la clave de la felicidad, solo lograda por medio de una justicia y equidad que solo debe lograrse en conjunto, en sumar e integrar.
Por lo tanto, metas y objetivos comunes, por medio del diálogo, del oírse, del trabajar en conjunto son fundamentales para lograr que la comunidad universitaria se fortalezca y se pueda generar y consolidar una cultura que vaya más allá de pertenecer a una institución. Una cultura en conjunto que pueda consolidar los saberes, esa intelectualidad orgánica de la que habla Gramsci que ya he mencionado, en donde los saberes, conocimientos y experiencias se conjuguen en una comunidad compleja, crítica, dialogante y resolutiva.
Puede que se den problemas y dilemas, como los usos de grupos de poder en estas instancias o la presencia de operadores políticos, así como el despliegue de logísticas complejas, mas esto es propio de los espacios variados y lo suyo es tener una claridad respecto a que estas dinámicas existen y no desaparecerán. Lo relevante es tenerlas en cuenta, conocerlas y poder vislumbrar sus aportes y peligros. En ello, creo, es clave y necesario el fortalecimiento de la educación cívica, la educación ciudadana y la relevancia del pensamiento crítico e histórico más que nunca en estos espacios.
Se ha hablado, por ejemplo, de lo delicado que es darle voz y voto a los estudiantes, cuya capacidad de organización ha mermado en los últimos años, sobre todo en la poca capacidad de convocarse y poder sacar a flote, por ejemplo, una FECh. Yo creo que, un descarte por los sucesos vividos en la historia de corto plazo, siguiendo a Braudel, es nocivo para el construir comunidad, no solo universitaria, sino en general.
Lo que se percibe hoy, en momentos críticos como este, el de los estudiantes, es un signo de una crisis global, que implica el concurso de una serie de aspectos que no se pueden reducir a una marginación de un grupo por su inactividad. Invito al tiempo largo braudeliano y poder vislumbrar la capacidad de análisis crítico que tienen nuestros estudiantes e instarlos, instarnos a todos a fortalecer nuestros deberes como comunidad universitaria.