Buscando fomentar el desarrollo tecnológico nacional, la Dirección de Innovación de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo en conjunto con el Proyecto Ciencia 2030 de la U. de Chile dieron a conocer los resultados de la adjudicación del concurso de Validación Tecnológica (CVTUCH) en su versión 2025.
La convocatoria busca potenciar la creación de productos, procesos y servicios tecnológicos desde su concepción hasta su validación técnica y/o comercial, ofreciendo financiamiento para el apoyo de actividades como el diseño, construcción y testeo de prototipos, estudios de escalamiento y pruebas de concepto adicionales, entre otras, facilitando la transferencia tecnológica a la sociedad.
En su edición 2025, el concurso entregará financiamiento a nueve propuestas que serán lideradas por las facultades de Medicina y Ciencias, con dos proyectos cada una; además de las facultades de Ciencias Sociales, Ciencias Físicas y Matemáticas, Ciencias Químicas y Farmacéuticas, Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza y Ciencias Agronómicas, con un proyecto por espacio.
Al respecto, la directora de Innovación de la Universidad de Chile, Anahí Urquiza, señaló que la importancia de CVTUCH radica en “la posibilidad de desarrollar soluciones tecnológicas que buscan generar un gran impacto a nivel social, expande las fronteras del conocimiento generado por la Universidad, permitiendo vincularnos a problemas concretos que están viviendo distintas comunidades o territorios”. Además, agregó que “la adjudicación de nueve propuestas realza el compromiso y la capacidad de nuestra institución y su comunidad de ser un aporte significativo para nuestro país”.
Tecnologías al servicio de la sociedad
Dentro de los proyectos destacados se encuentra “Validación clínica y tecnológica de un panel farmacogenético de DPYD (Dosingpgx®) para prevenir toxicidad grave por 5-fluorouracilo en pacientes con cáncer gastrointestinal en Chile”.
La iniciativa, que será ejecutada por el académico de la Facultad de Medicina y Ciencias Químicas y Farmacéuticas, Luis Quiñones, busca validar un panel farmacogenético chileno destinado a identificar pacientes con cáncer gastrointestinal que tienen un riesgo elevado de sufrir toxicidad grave al ser tratados con 5-fluorouracilo, uno de los fármacos más utilizados en oncología que a su vez genera toxicidades severas prevenibles en hasta un 30% de las y los pacientes.
El panel, por nombre “Dosingpgx®”, detecta variantes del gen DPYD, las cuales pueden impedir que el paciente metabolice adecuadamente el medicamento, generando efectos adversos que, en algunos casos, pueden ser fatales.
“La validación técnica y clínica permitirá que este test, desarrollado en Chile y adaptado a nuestra realidad genética, pueda ser incorporado en hospitales y centros oncológicos como herramienta para una medicina personalizada más segura y preventiva”, sostuvo el profesor Quiñones, añadiendo que “el proyecto integra conocimientos de farmacogenómica, biología molecular, oncología, bioética y salud pública. En Chile no contamos con un test validado ni accesible para evaluar este riesgo antes de iniciar la quimioterapia, lo que puede derivar en consecuencias éticas, clínicas y legales, reforzando la importancia de nuestro proyecto a nivel nacional”.
Respecto a la adjudicación de CVTUCH, el investigador aseguró que “con este financiamiento podremos adquirir reactivos especializados, realizar comparaciones con técnicas de referencia, analizar muestras de pacientes oncológicos chilenos y generar evidencia robusta que dé confianza al sistema de salud”.
Por su parte, Susan Lühr, académica de la Facultad de Ciencias, liderará el proyecto “Reciclaje Químico de Poliamida 6”. La iniciativa se enfoca en desarrollar un proceso de depolimerización eficiente de poliamida 6, un polímero termoplástico versátil de origen petroquímico, también conocido como Nylon 6. Este se caracteriza por su durabilidad, resistencia a la abrasión, tenacidad y buenas propiedades mecánicas, como también por un alto consumo energético, riesgos de seguridad, altos costos y necesidad de fuentes fósiles al procesar su reciclaje.
Desde el año 2023, el laboratorio de Catálisis Sustentable, donde se desempeña Lühr, investiga su depolimerización por medio de reacciones en presencia de ácidos de diferente naturaleza química con el fin de disminuir sus requerimientos de temperatura y presión. Al respecto, la profesora aseguró que “se ha logrado obtener CPL y un derivado lineal en un 40-60 % de rendimiento a menores temperaturas y presiones, a partir de redes de pesca. Sin embargo, es necesario validar el funcionamiento del sistema bajo diferentes condiciones para aumentar su eficiencia”.
La especialista afirmó que la propuesta tiene un directo impacto en la ciudadanía, ya que “aborda uno de los temas más alarmantes: La contaminación producida por desechos plásticos. Se enfoca en el primer acercamiento nacional de reciclaje químico de artes y aparejos de pesca, los cuales se fabrican principalmente de poliamida 6 y son los que presentan el mayor impacto negativo en nuestro medio marino”.
Frente a la adjudicación de CVTUCH, Lühr mencionó que “nos permitirá continuar con el desarrollo de la tecnología, es decir, conocer el mecanismo de la reacción con mayor profundidad y así establecer parámetros experimentales que nos puedan permitir su optimización con el fin de obtener rendimientos competitivos”.
Desde la Facultad de Ciencias Sociales, la académica Elize Cárcamo, comandará el proyecto “Validación de INTEGRAI: asistente de inteligencia artificial generativa para la integración curricular escolar”, que busca validar una herramienta tecnológica para facilitar experiencias integradas y transdisciplinares conectadas con los intereses y mundos de vida de estudiantes, superando limitaciones actuales de organización escolar.
“INTEGRAI busca abordar problemas vinculados a la crisis global de aprendizajes, la pérdida de sentido de la educación y la necesidad de transformar las instituciones escolares ante los desafíos actuales, tales como el uso limitado del tiempo escolar, hoy concentrado en reforzamientos tradicionales; la dificultad para implementar integración curricular debido a restricciones de dotación, organización escolar y falta de herramientas prácticas; la escasa participación del estudiantado en la toma de decisiones; y la poca visibilización de la innovación y desarrollo en educación”, explicó la profesora.
Con respecto a la obtención de fondos, Cárcamo mencionó que se utilizarán para realizar interacciones que ajusten, documenten y mejoren la herramienta. “Vamos a realizar las iteraciones tecnológicas necesarias para consolidar la herramienta; validar la experiencia de usuarios, asegurando que responda a las necesidades reales de los docentes del sistema escolar; y ajustar el modelo pedagógico subyacente, incorporando aprendizajes, evidencia y retroalimentación de uso; entre otros elementos”, concluyó la investigadora.