Este lunes 26 de abril comenzó de manera oficial la vacunación contra el SARS CoV2 para embarazadas. El calendario estableció que podrían recibir las primeras dosis de manera prioritaria aquellas mujeres que tengan 16 semanas de edad gestacional y que, además, presenten comorbilidades como la obesidad, enfermedades cardiacas o pulmonares graves y diabetes pregestacional, entre otras.
Para adquirir las dosis, las mujeres deben completar el “Formulario de Solicitud de Vacuna Anti SARS-CoV-2 para embarazadas”. Esta decisión por parte del Ministerio de Salud no vino exenta de polémica, ya que hace un mes aún existía evidencia insuficiente como para tomar esta decisión y en el mes de febrero se recomendó aplazar la inoculación para este grupo. Sin embargo, hoy sí se puede asegurar que la vacuna para las futuras madres no representa mayor riesgo que para la población general.
La Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología (Sochog) realizó un estudio en 28 maternidades entre el primero de marzo y el 15 de abril, en donde se registraron 7.638 partos. 386 de estas mujeres tuvieron COVID-19, de las cuales un 30 por ciento tuvo que ser ingresada a una UCI o UTI, mientras que el 58 por ciento necesitó ventilación.
Para la académica de la Universidad de Chile, Vivian Luchsinger, las cifras entregadas por la Sochog son preocupantes. “Un gran porcentaje e mujeres embarazadas desarrolla una enfermedad más grave que requiere hospitalización. De ahí surge, entonces, la recomendación para que se vacunen”, indicó.
Los reportes internacionales
La doctora agregó que “los reportes científicos señalan que no ha habido efectos adversos importantes. El riesgo de tener COVID-19 estando embarazada es mucho mayor al riesgo que pudiera tenerse por la vacunación”.
En marzo, un estudio de la Universidad de Harvard publicado por la “American Journal of Obstetrics and Gynecology” dio cuenta de que en cerca de 100 mujeres inoculadas con las vacunas de Pfizer y Moderna los resultados apuntaban a buena efectividad y bajo riesgo en mujeres en período de lactancia y en su embarazo.
Por otra parte, una investigación elaborada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, publicada el miércoles pasado en una prestigiosa revista, se basó en el estudio de más de 35 mil mujeres de Estados Unidos, donde las tasas de complicaciones en el embarazo y el parto eran similares de quienes estaban vacunadas y las que no y, por ende, la vacuna no era el riesgo.
En las fases previas de los estudios y pruebas de vacunación, no se incluyen embarazadas y, por lo tanto, no existe tanta evidencia sobre estos resultados. La profesora Luchsinger concluye que “tiene que haber una evaluación individual y que la persona vacunada esté consciente de cuáles son los posibles riesgos, pero lo más importante es considerar que el riesgo de enfermedad grave por COVID-19 en una embarazada es mayor que el riesgo que han presentado mujeres que no están embarazadas”.