Dr. Gonzalo Bello en el Día Mundial del Sida

“Si no detectas a la mayoría de los infectados no interrumpes el ciclo de nuevas transmisiones”

Día Mundial del Sida: Entrevista al virólogo Dr. Gonzalo Bello
VIH
En Chile existen cerca de 20 mil contagiados que viven con el virus y lo transmiten sin saberlo, pues no han sido diagnosticados.
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"Lo más difícil es diagnosticar a la mayoría de los infectados y si tú no detectas a la mayoría de los infectados no interrumpes el ciclo de nuevas transmisiones", sostiene el Dr. Gonzalo Bello.
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El virólogo uruguayo radicado en Brasil confía en que hallaremos una cura, que si bien no eliminará el virus del organismo, sí permitiría controlarlo sin medicamentos, sin síntomas y sin transmitirlo, una “cura funcional”.
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Matías Marín, cofundador del Círculo de Estudiantes Viviendo con VIH, plantea que también son necesarias políticas públicas o una institucionalidad dedicada a la detección temprana y la no discriminación de quienes viven con VIH.

Cada primero de diciembre se conmemora el Día Mundial del Sida, epidemia que ha cobrado la vida de 40 millones de personas en el globo. Según cifras de ONUSIDA, existen 38,4 millones de individuos infectados en el planeta, mientras que solo en Chile existen cerca de 20 mil contagiados que viven con el virus y lo transmiten sin saberlo, pues no han sido diagnosticados.

El testeo y diagnóstico es uno de los temas más urgentes de esta epidemia que surgió en la década de los 60, afirma el Dr. Gonzalo Bello. El virólogo uruguayo radicado en Brasil fue el invitado internacional de la charla inaugural del “Taller de técnicas moleculares, clásicas y bioinformáticas aplicadas al estudio de SARS CoV- 2 y otros virus emergentes”, organizado por el Programa de Virología del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, actividad que se extendió desde el 21 al 25 noviembre.

El Dr. Bello dice que siempre le gustaron los virus, cómo mutan y pasan de un continente a otro, de una especie a otra. Hoy estudia la evolución de los virus y cómo se diseminan por el mundo para descifrar cómo evolucionarán otros virus o nuevas pandemias, desde su Laboratorio de AIDS e Imunología Molecular en el Instituto Oswaldo Cruz, perteneciente al Ministerio de Salud Pública de Brasil. Su línea de investigación más reciente busca comprender cómo se originó la epidemia del VIH tipo B, que es el más prevalente en nuestra región.

El VIH, indica, “es un virus extremadamente sofisticado. Tiene una estrategia de evasión de la inmunidad tan eficiente, tan sofisticada, que es extremadamente difícil generar una inmunidad poblacional contra ese virus o generar una vacuna que nos dé inmunidad”. No obstante, confía en que hallaremos una cura, que si bien no eliminará el virus del organismo, sí permitiría controlarlo sin medicamentos, sin síntomas y sin transmitirlo, una “cura funcional”.

- ¿Cómo llegó a este campo de estudio y qué lo ocupa en estos momentos? 

La idea de estudiar la evolución del VIH es entender cuáles fueron las vías de entrada y de internación del virus entre los diferentes países y su transmisión. El objetivo consiste en usar la evolución viral para entender cómo las epidemias se originan y cómo se van transmitiendo y dispersando.

En el último tiempo, nos hemos centrado principalmente en entender cómo se originó la epidemia del VIH tipo B, que es la cepa más prevalente en todas las Américas. Analizamos la entrada del subtipo B en el Caribe, la dispersión para Estados Unidos, de Estados Unidos para Latinoamérica y desde el Caribe para Latinoamérica. Esta es la línea de investigación de los últimos tiempos. Esta es la variante que se cuela con mayor prevalencia en todos los países. El subtipo B fue el que llegó primero en América y en particular en Estados Unidos. Por eso es el que ha generado la mayor parte de los casos y el que está presente en todos los países de Latinoamérica.

- ¿Cómo ha sido la historia de esta epidemia que ya lleva varias décadas?

Es una epidemia que comenzó hacia fines de la década del 60 en el Caribe, es relativamente antigua. Aunque se detectó en Estados Unidos a inicios de los 80, en realidad el virus circula en el continente americano desde mediados de la década del 60, eso es lo que los estudios apuntan. Se expandió por el mundo y en la mayoría de los países se estabilizó a partir de los 90.

Es una epidemia que entró en una estabilización, en gran parte ayudado por la terapia antirretroviral, profilaxis de exposición y de post exposición. Todo eso ayuda a disminuir el número de contagios, pero en la mayor parte de los países latinoamericanos la epidemia está estable. Yo no diría que controlada, pero no sigue creciendo en la misma medida de la década del 70 y 80 principalmente. Ahora, si bien las tasas de contagio están estabilizadas es difícil bajarlas. Es difícil alcanzar la meta de cero transmisión. Siempre hay nuevas transmisiones y nuevas personas siendo diagnosticadas con VIH.

- Cumplir los objetivos de onusida de los tres 90 parece complejo en los países de Latinoamérica ¿Es así? 

Sí, claro, porque los objetivos de ONUSIDA son altos. Es difícil lograrlo en nuestros países. Es muy difícil diagnosticar el 90% de los infectados, tratar al 90%, que el 90% tenga carga viral indetectable. Es un objetivo complejo, sobre todo la detección de las personas infectadas. Detectar a los infectados en el período asintomático es complicado -y esa es la fase aguda de la infección- porque son síntomas a veces muy inespecíficos de cualquier virosis, no te llevan a sospechar que tienes una infección por VIH. Y es ahí donde ocurren muchas transmisiones, en la fase aguda o en los primeros meses de contagio, cuando la persona no sabe que está infectada. Los primeros meses es cuando hay mayor riesgo de transmisión, porque es cuando la carga viral es más alta. Después, la carga viral disminuye y el riesgo baja un poco. Entonces, por eso es difícil. Lo más difícil es diagnosticar a la mayoría de los infectados y si tú no detectas a la mayoría de los infectados no interrumpes el ciclo de nuevas transmisiones.

- ¿Por esto el énfasis en las últimas campañas -al menos en Chile- es la del testeo? 

Exacto. Pero son testeos que tendrían que ser sistemáticos en toda la población sexualmente activa. Es difícil que las personas adhieran a eso. Las mujeres son una población más controlada por todos los controles durante los períodos de gestación. Claro, al menos acá en Brasil, todas las gestantes tienen un control obligatorio de VIH. Entonces, muchos se detectan ahí, son asintomáticos, están embarazadas. Eso para reducir el riesgo de transmisión materno-infantil. Que es un tipo de transmisión que sí se ha reducido muchísimo en nuestra región y en el mundo. 

- ¿Y los hombres?

No hay un chequeo obligatorio de un hombre. Generalmente, un hombre se diagnostica cuando está en la fase de SIDA, pero ahí ya transmitió el virus para otros probablemente. Quizás los hombres que están en poblaciones más expuestas y tienen campañas específicas de prevención, están mejor informados y ante un comportamiento de riesgo van voluntariamente a testearse. Pero la mayoría de los hombres no tienen esa costumbre de hacerse un test periódico de VIH.

- ¿Este virus ha mutado mucho en estas décadas? ¿Es distinto del virus original?

Sí y no. Sí, ha mutado mucho. Muta todo el tiempo, pero no cambia como el SARS-CoV-2. El subtipo B que entró en la década del 60 en las Américas continúa siendo el mismo subtipo B. No tiene cambios antigénicos importantes que hagan que hoy lo llamemos B1, B2, etc. No precisamos de una nomenclatura para ir acompañando la evolución, sigue siendo el mismo subtipo B. Y el anticuerpo que neutralizaba el virus en 1970 neutraliza el virus del 2020. No se genera una inmunidad poblacional contra el virus. Las personas infectadas se reinfectan. Entonces, es diferente a los virus que causan infecciones agudas como el SARS-CoV-2 o la influenza, donde la inmunidad poblacional controla una variante y el virus tiene que evolucionar para infectar a nuevas personas. El VIH no precisa hacer eso. 

En ese sentido, hay virus que cambian, pero nuestro sistema inmunológico los sigue reconociendo a lo largo del tiempo. Otros virus no. Se camuflan permanentemente y nuestro sistema inmune nunca termina de identificarlos, y cuando los identifica, el virus cambia las cosas, y ahí vamos en esa carrera entre el virus y nuestro sistema inmune. 

- ¿Por qué no hemos podido desarrollar una vacuna? 

No se ha podido desarrollar una vacuna porque el virus se escapa de muchas maneras a nuestro sistema inmune y hace que las mismas personas infectadas se reinfecten con el mismo virus. Tiene una estrategia de evasión de la inmunidad tan eficiente, tan sofisticada, que es extremadamente difícil generar una inmunidad poblacional contra ese virus o generar una vacuna que nos dé inmunidad. Por eso, a pesar de más de 30 años ya de estudios con vacunas de VIH, no tenemos una vacuna eficiente, en comparación a los dos años del SARS-COV-2, que ya tenemos varias vacunas.

- ¿Es el VIH uno de los más complejos de descifrar? 

Es muy sofisticado, sí. Porque el virus se escapa a los anticuerpos y de las células T se esconden en nuestro sistema inmune en reservatorios. Cambia genéticamente, codifica proteínas que modulan nuestro sistema inmune, además de esconderse en nuestras propias células inmunes. Entonces, cuando nuestro sistema inmune reconoce y destruye esas células también nos está destruyendo las propias defensas. Es extremadamente sofisticado el VIH en su estrategia y, además, infecta una célula muy importante para la generación de la inmunidad celular, que son los linfocitos cuatro

Controladores de élite

Muy pocos individuos consiguen controlar naturalmente la infección por el VIH, que son los denominados controladores de élite, que son menos del 1% de las personas infectadas. Naturalmente, consiguen controlar el virus, pero no erradicarlo, es decir, no se cura, pero lo controlan sin terapia. 

- ¿Cómo aportan los controladores de élite en el estudio de las vacunas? 

Son excepcionales. Consiguen controlar el virus e impedir que se replique y no desarrollan SIDA porque controlan la infección. Acá en Brasil, por ejemplo, en el laboratorio donde trabajo, hemos identificado unos 20 controladores a lo largo de más de 15 años de estudio. Son un grupo muy pequeño y muy especial y bueno, se ha venido estudiando para intentar entender cómo consiguen hacerlo para tratar de desarrollar lo que se llama la cura funcional de la infección, ya que no hay la cura en el sentido clásico de erradicar el virus. Porque cuando uno piensa en cura piensa en eliminar el virus del organismo, con el VIH eso es muy difícil. Por eso se habla de una cura funcional, que permite a la persona convivir con el virus, pero sin que el virus replique y sin que cause la inmunodeficiencia.

Ese es uno de los objetivos de lo que hoy se conoce como cura funcional, y evitar que la persona tenga que estar permanentemente con una terapia antiviral. Porque el tratamiento antiviral consigue controlar el virus, pero la persona tiene que tomarlo todos los días de su vida. Entonces la cura funcional, lo que busca es que la persona pueda estar tiempo controlando el virus sin terapia. Como lo hacen los controladores de élite. 

- Ojalá algún día algún día lleguemos a la cura funcional... 

Ojalá. Creo que es un objetivo mucho más realista que una vacuna que nos proteja completamente contra la infección. El VIH es un especialista de la evasión, del escape. Es un escapista, pero la cura funcional sabemos que existe. Si hay individuos que lo consiguen naturalmente, entonces sabemos que es posible, lo que no se conoce hasta ahora en ningún individuo es que se haya infectado y curado.  

Estigma y discriminación

El cofundador del Círculo de Estudiantes Viviendo con VIH, Matías Marín, egresado de la Escuela de Periodismo de la Facultad de Comunicación e Imagen, quien supo en abril de 2018 que estaba contagiado durante un operativo de prevención del virus liderado por el Hospital Clínico de la U. de Chile en Casa Central, dice que hoy lo urgente es también la calidad de vida, y el cese de la violencia y la discriminación

“Por un lado, tiene relación con el estigma y la discriminación de lo que es vivir con VIH, cosa que ha sido permanente en el tiempo. O sea, no ha cambiado nada. Todavía existe en el país la asociación de que el VIH solamente aplica a relaciones homosexuales, por ejemplo, a pesar de que las cifras oficiales dicen que al menos un tercio de los casos nuevos son de personas que tienen relaciones heterosexuales. Sin embargo, esta realidad no ha generado cambios sociales. Y, por otro lado, la pandemia implicó que muchas cosas que se estaban haciendo sobre prevención quedaron en el aire”, dice Matías. 

Explica también que son necesarias políticas públicas o una institucionalidad dedicada a la detección temprana y la no discriminación de quienes viven con VIH. Que exista el apoyo, la información y atención médica suficiente para mejorar la calidad de vida. “Es necesario generar estrategias que vayan en la línea de reducir la cantidad de nuevos casos o de crear estrategias o institucionalidad para prevenir la discriminación hacia las personas con VIH”, agrega el activista egresado de la U. de Chile, que también es parte de la organización Red de jóvenes positivos de Latinoamérica y el Caribe hispano.