El pasado viernes 30 de junio se llevó a cabo la primera visita guiada al Museo del Estallido Social, un espacio autogestionado que documenta los testimonios y acontecimientos desde el 18 de octubre de 2019. La actividad fue organizada por La U Invita, programa de la Dirección de Desarrollo y Bienestar Estudiantil (DIRBDE), que busca contribuir al desarrollo integral de estudiantes a través de la participación cultural, artística y ciudadana.
Sobre esta actividad, la coordinadora del Área de Desarrollo Estudiantil de la DIRBDE, Tania Baez, señaló: "El Museo del Estallido Social constituye un aporte sustancial al panorama cultural regional, pues nos permite observar registros tempranos de las expresiones artísticas y patrimoniales, tejiendo un proceso de memoria de nuestra historia más reciente”.
Este museo es un espacio como ningún otro. Parece un lugar pequeño, pero es lo bastante amplio como para albergar un mundo de colores y sonidos: pinturas, afiches, rayados, esculturas, bordados, fotografías y más. A modo de ambientación, cuenta con registros de audio de las marchas que suenan desde las paredes y diferentes videos que se proyectan en una muralla. Son expresiones artísticas en distintos tamaños y formatos que crean un lugar ruidoso y caótico, pero armonioso a la vez.
La actividad comenzó con la intervención de la mediadora de la exposición, Gabriela Omori, quien explicó que, más que tratarse de un recorrido guiado es una visita en la que las personas no siguen un orden particular, sino que se dirigen a donde sientan que deben hacerlo. Después de veinte minutos de recorrer las instalaciones, las/os participantes se reunieron para compartir sus impresiones.
“La idea es activar la memoria, que vayan brotando los recuerdos a través de los distintos sentidos y afectos que se pueden ver estimulados en el espacio. A diferencia de un museo tradicional, acá mostramos el objeto artístico para que las personas vayan armando sus relatos”, manifestó Omori.
Contribuciones artísticas de las personas
Una de las principales exposiciones del museo es un mural, que fue una convocatoria abierta a artistas que habían dejado sus obras en las calles. Se trata de un muro colorido que tiene diferentes técnicas como pintura, fotografías, afiches, paste up (técnica de impresos y fotomontaje) y más. “El muro no solo es visual, también es sonoro. Uno puede escuchar las demandas que están tras las imágenes”, explicó Omori.
Otra pieza son los chemamüll, tres tótems protectores del Colectivo Originario. Cada uno representa un territorio del país y su cultura: el Chamán de Tilama, del Norte Chico; Domomamüll, o mujer mapuche; y el espíritu Selk’Nam. En el recinto también se encuentra la escultura del Quiltro Negro Matapacos, un homanaje de registro y fotografía feminista y un sector de sueños colectivos. Además, hay un conjunto de cacerolas que representan los famosos cacerolazos, con su respectivo sonido de fondo.
Las obras son colaboraciones de distintos colectivos, y todas se transforman e intervienen de forma constante. Por otra parte, el financiamiento del lugar, que solía ser una galería de arte, se sustenta de ventas de su tienda y aportes voluntarios de las personas que lo visitan.
El monitor del programa de desarrollo cultural de La U invita, Braulio Espinoza, que participó por primera vez de la instancia, expresó: “Me voy con una carga emocional bastante grande. Son varias emociones entremezcladas que dan un sentido de responsabilidad y compromiso con lo que conlleva el Estallido”, finalizó.
Te invitamos a seguir el Instagram @museodelestallidosocial para conocer más información del proyecto, y al de @lauinvita para estar al tanto de todas las actividades.