El pasado 4 de septiembre se cumplieron 65 años desde la ocurrencia de una serie de sismos que causaron destrucción en el Cajón del Maipo y pánico en Santiago. El evento, además, ocurrió el mismo día que se desarrollaban las elecciones presidenciales de 1958, donde los candidatos eran Jorge Alessandri Rodríguez, Salvador Allende Gossens, Eduardo Frei Montalva, Luis Bossay Leiva y Antonio Zamorano Herrera.
“Es muy interesante descubrir la evolución temporal de esta secuencia o crisis sísmica a través de la cobertura que le dieron los medios de la época” comenta Cristián Siegel, geofísico e investigador del Programa Riesgo Sísmico (PRS) de la Universidad de Chile. “El boletín anual del observatorio de Caltech en Pasadena, California (Estados Unidos), indica que la actividad comenzó 5 semanas antes del 4 de septiembre en Sewell, con alrededor de 7 sismos diarios. El 22 de agosto es la fecha en que los medios chilenos comienzan a reportar la actividad sísmica. Esta continúa, de manera tal que el 27 de agosto se decide que es necesario evacuar al personal de Carabineros y familias de Las Melosas, caminando 2.5 kilómetros entre los derrumbes que obstaculizaban el camino”.
El 28 de agosto se produjo un sismo antecesor de mayor intensidad, el cual generó daños que dejaron fuera de servicio a las centrales hidroeléctricas de El Volcán y Los Queltehues, comprometiendo el abastecimiento eléctrico de la región. Además, se evacuó a toda la población de Las Melosas.
Han pasado 65 años desde estos episodios. La sismología ha avanzado en sus conocimientos desde entonces, especialmente a partir de la Teoría de la Tectónica de Placas, que en los años 60 permitió concluir que los principales movimientos en la superficie de la tierra eran horizontales y no verticales, y que la interacción entre placas tectónicas, bloques enormes de roca que se mueven sobre el globo terrestre, genera el paisaje, las montañas, los valles y los terremotos.
También se ha avanzado en relación a la captura de datos. En el caso del terremoto de Las Melosas, se evidencia el carácter localizado de esta secuencia sísmica, por la debilidad con que se captaban las señales en los sismógrafos del Instituto Sismológico de la Universidad de Chile, ubicados en el cerro Santa Lucía.
“La diferencia en el conocimiento de la tectónica de placas, y en particular del contexto andino, queda de manifiesto cuando se observan las noticias de la época", señala Cristián Siegel, quien destaca que “se llegó a decir que los movimientos sísmicos se debían al surgimiento de un volcán en el Cerro Marmolejo o de un foco ígneo en la Laguna de los Queltehues. El director del Instituto Sismológico de la Universidad de Chile, Cinna Lomnitz, aseveraba que el origen exacto de la actividad no podía precisarse, por lo cual instalaron esa misma semana sismógrafos en el sanatorio de San José de Maipo”.
La actividad sísmica continuó después del 28 de agosto de 1958. Si bien se documentó en los diarios que la actividad persistía con sismos que se sucedían con gran estruendo, también se reportó que la frecuencia de estos disminuyó antes del 4 de septiembre, el día de las elecciones presidenciales. 5 minutos antes de las 18:00 horas de aquel día se sucedieron 3 sismos de magnitudes en torno a 6.7, los cuales causaron gran destrucción en las localidades de Las Melosas, Los Queltehues y El Volcán. Se contaron 4 fallecidos, junto con decenas de personas heridas. Las evacuaciones previas y el mismo hecho de que algunas personas habrían bajado a Santiago a sufragar habría disminuido el número de fatalidades, a pesar de que se reporta en la prensa de la época que algunas familias habrían regresado a sus casas debido a la baja en la intensidad de los movimientos sísmicos.
Estudios posteriores, realizados por el mismo Cinna Lomnitz y el entonces memorista de ingeniería civil, de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, Eduardo Piderit, confieren a la secuencia sísmica un origen tectónico por fallas corticales superficiales, con actividad a no más de 10 kilómetros de profundidad. Este tipo de fallas son inherentes al contexto andino enmarcado en la subducción de la placa de Nazca bajo la placa Sudamericana. En la cordillera, tanto en el lado chileno como en el lado argentino, bloques tectónicos de decenas de kilómetros de largo se desplazan con movimientos relativos entre sí. Además de configurar el paisaje cordillerano, el desplazamiento de los bloques a veces se produce de forma abrupta, como en la secuencia sísmica del año 1950, las de Curicó en el 2004 y Talca en el 2012 o como ha sucedido muchas veces en el borde cordillerano argentino con sismos que han provocado gran destrucción en las ciudades de San Juan y Mendoza.
Instrumentación moderna, conocimientos recabados y equipos multidisciplinarios han expuesto en los últimos años los peligros geológicos en el contexto andino. “La actividad sísmica puede gatillar grandes remociones en masa, como ocurrió en el año 1958. Estas han sido estudiadas en detalle. Además, otras fallas corticales han ganado notoriedad como la falla de San Ramón. Conocer más acerca de esta secuencia sísmica, los daños observados y las reacciones de la población puede ser un importante precedente al momento de estudiar el riesgo que fallas como la de San Ramón tiene para los sectores poblados situados en su entorno”, señala el director del Programa Riesgo Sísmico, Jaime Campos.
El equipo del PRS compartió antecedentes sobre este episodio sísmico junto con la comunidad, en una actividad conmemorativa que se realizó el pasado 9 de septiembre en la localidad de El Melocotón. El encuentro comenzó con una charla sobre los conocimientos actuales que se tienen en torno a este tipo de peligro sísmico.