Pedagogo egresado de la U

El legado literario y cultural de Pedro Lemebel a 10 años de su muerte

El legado literario y cultural de Pedro Lemebel a 10 años de su muerte
Pedro Lemebel falleció el 23 de enero de 2015.
Pedro Lemebel falleció el 23 de enero de 2015.
El legado del escritor y performer se extralimita al campo de las artes.
El legado del escritor y performer se extralimita al campo de las artes.
Pedro Lemebel pasó por las aulas de la U. de Chile, plantel desde el que se tituló de Profesor de Educación General Básica.
Pedro Lemebel pasó por las aulas de la U. de Chile, plantel desde el que se tituló de Profesor de Educación General Básica.

Un relato afectuoso e íntimo sobre una amistad y una completa biografía. Estas son parte de las novedades editoriales del último tiempo que abordan, en distintos registros, a una de las figuras más relevantes de la literatura contemporánea local. Se trata de Pedro Lemebel (1952- 2015), cuya muerte se conmemora este jueves 23 de enero.

“Tu voz existe. Vida de Pedro Lemebel” de Jovana Skármeta y Marcelo Simonetti, revisa, entre otros episodios, su paso por las aulas de la U. de Chile, específicamente por el Instituto Pedagógico. “Cursó los cuatro años que duraba la carrera -incluida la práctica- sin reprobar ninguna asignatura. El 2 de noviembre de 1978 recibió el diploma de título de profesor de Estado en Educación General Básica, otorgado por el Departamento de Educación Básica de la Facultad de Educación de la Universidad de Chile. Fue aprobado con distinción”, se lee en este volumen.

Antes de esto, agrega el relato, Lemebel ya había ingresado al plantel, específicamente a la carrera de Diseño Teatral, la que fue cerrada por la administración dictatorial. Pedagogía, entonces, fue su segundo ingreso a la U; pero no el último. Hay otro hito cultural mediante el cual entró de una peculiar forma: montado sobre una yegua, desnudo. Se trata de la performance “Refundación de la Universidad de Chile”, realizada junto a Francisco Casas el año 1988. En esta acción, las denominadas Yeguas del Apocalipsis entraron montadas sobre este animal al Campus Juan Gómez Millas, por el acceso de Las Encinas. Con ellos iban las poetas Carolina Jerez, Nadia Prado, y la recientemente fallecida Carmen Berenguer.

En esta acción, como señala la web yeguasdelapocalipsis.cl -gestada por el curador de la U. de Chile, Alejandro de la Fuente- “Lemebel y Casas parodian y erotizan la iconografía viril del militar/conquistador y hacen referencia a la homosexualidad masculina”, tópicos que son parte de un inacabado imaginario lemebeliano, siempre creciente y desafiante, gradualmente público a partir no solo de la performance, sino que mediante la escritura y publicación, e incluso la radiodifusión, con un programa en la desaparecida emisora comunitaria Radio Tierra.

Estas múltiples dimensiones, señala Juan Pablo Sutherland, editor de la revista Nomadías de la U. de Chile y docente del plantel, hacen que sea “difícil pensar en una sola dimensión el impacto o el legado de Pedro en la literatura chilena o latinoamericana, pues su legado excede incluso lo literario al convertirse en una figura cultural de resistencia anclada en el mundo popular”. Junto con esta labor editorial en la publicación de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Sutherland es uno de los amigos más cercanos de Lemebel, vínculo que quedó plasmado en el libro “Lemebel sin Lemebel. Postales amorosas de una ciudad sin ti”.

Rompiendo tradiciones

Como prosigue Juan Pablo Sutherland, durante el siglo XX la mayoría de los cronistas pertenecen a la clase alta; vislumbrando “el arribismo flâneur de una chilenidad que requiere el aura de la distinción a inicios del siglo XX”, como en el caso de Joaquín Edwards Bello. “En otra vereda -o en la otra esquina- Pedro Lemebel realiza en sus crónicas un camino inverso, pero más incisivo en la medida en que reconstruye la ciudad neoliberal desde el tráfico popular. Logra poner en interdicción el lenguaje más mediático de la dictadura chilena (la televisión abierta), todavía presente en la “transición democrática”.

En el mismo campo de los imaginarios literarios, la académica de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Soledad Falabella, señala que la contribución de Lemebel tiene que ver con “crear nuevos lenguajes y formas para dar cuenta de su experiencia y su pensar, sin censura”. El escritor fue “un creador de imaginarios literarios de libertad, pasión, rebeldía y ternura, que nos compelen a reflexionar críticamente y actuar en pos de la justicia social. Su aporte es de transformación y germinación literaria, para Chile, América Latina y la humanidad: no solo impulsa al cambio, sino que impulsa a innovar e imaginar el futuro”.

“Hoy sabemos que Pedro es uno de los autores chilenos más leído en el mundo, traducido a varios idiomas y se estudia en muchas carreras de humanidades”, sitúa Anastasia Benavente, licenciada en Literatura de la U. de Chile, pero, advierte que cuando pasó por las aulas del campus JGM a finales de los años 90 y principios de los 2000 “Pedro no era parte del canon, no estaba incluido en ningún programa y no se estudiaba oficialmente”. Solo la profesora Soledad Bianchi “nos traficaba algunos textos, mientras teorizaba el concepto de neobarrocho, para referirse al barroquismo presente en los textos de Pedro, sucios como las aguas del río Mapocho. No obstante, su presencia era fundamental en los eventos de lectura que organizábamos entre las estudiantes”.

Desde el lejano México, el escritor y estudioso de la obra de Pedro Lemebel, Bladimir Ramírez, señala que su legado, “al igual que ocurre con otros genios de la literatura LGBTI+, es omnipresente, es decir, sabemos que existió y ese acontecimiento vital-literario, nos ha hecho la escritura más fácil a los que igual que él, queremos escribir desde la diferencia”.

El estudiante de Doctorado en Literatura de la U. de Chile Ernaldo Menares, destaca entre otras cosas que Lemebel fue pionero “en incluir en sus textos una prolífica galería de cuerpos-que-no-importan, usando un lenguaje butleriano, que antes no habían sido simbólicamente imaginados por la industria cultural. Por ejemplo, inaugura la temática del Sida en la narrativa chilena el año 1997 tras la publicación de Loco Afán. Crónicas de Sidario, que sin duda simboliza un notable mérito al visibilizar por vez primera la gran catástrofe del mundo homosexual en un país tan conservador y aún tan movido por los imaginarios del fascismo de la dictadura militar”.

Lemebel más allá del campo literario

Pero el legado de Pedro Lemebel se extralimita del mundo de los libros. Prueba de ello es -por ejemplo- su invocación visual y escrita en las calles como parte de las manifestaciones públicas de la revuelta social iniciada en octubre del 2019.

“Cuando se produce la revuelta popular 2019, la parte de la sociedad movilizada por un cambio, recurrimos a ciertas figuras que eran capaces de sintetizar los nuevos valores perseguidos. Sin duda, Pedro representa a una gran cantidad de personas”, explica Anastasia Benavente, quien releva también que esta evocación está marcada por su militancia y abordaje político de otras temáticas. “Pedro Lemebel no es solo un poeta, en un decir clásico, un obrero de la palabra, sino que antes que nada una persona ética y política que en un Chile machista y autoritario, se rebela contra la injusticia, la epidemia del SIDA y las sistemáticas violaciones a los DD.HH. perpetradas por la dictadura civil-militar”, agrega la profesora Soledad Falabella. 

“Durante el Estallido Social la imagen de Pedro Lemebel devino en iconografía de acción militante, porque eso es precisamente lo que su identidad evoca en los imaginarios colectivos en Chile”, agrega Ernaldo Menares.

Desde la mirada de Bladimir Ramírez, hablar de la obra de Lemebel es, “en cierto modo, hablar de su biografía, su activismo, sus convicciones personales y su visión del mundo, estas facetas se alinean con una actitud de crítica constante. Así que ese legado, que también podríamos llamar herencia, influencia y linaje, en teoría podrían extenderse y consolidarse en terrenos como el performance, el periodismo, la radio, el teatro…”.

Nuevas facetas por explorar

¿Qué facetas de Pedro Lemebel nos faltaría explorar hoy? Para la académica Soledad Falabella, una sería la religiosidad, y “cómo ésta se vincula con su estética, ética y política. Era devoto de la Virgen de Andacollo, por ejemplo. ¿Cómo tributa esta religiosidad en su arte?”.

Otro aspecto sobre el que habría que ahondar más, según Anastasia Benavente, es el trabajo de performance. “No hay que olvidar a las Yeguas del Apocalipsis, duo performero, conformado por Pedro Lemebel y Francisco Casas. Comprender el valor epistemológico de estas prácticas, entrega muchas capas al discurso de Pedro. No podríamos pensar la performance latinoamericana sin esta dupla”. En esta línea, Ernaldo Menares apunta a que sería novedoso aproximarse a este ámbito “y mirar sus proyectos a la luz de las baterías teóricas existentes hoy día. Pedro es cuerpo y texto, pero por sobre todo política, es izquierda. Es fundamental entender su obra de ese modo, no como un reflejo de la historia, pero sí como una rica fuente de información para comprender los hitos que han configurado nuestra sociedad en los últimos 50 años”.

Juan Pablo Sutherland destaca que entre las dimensiones de su trabajo que todavía pueden tener nuevas perspectivas se encuentra “la performatividad de su voz radial”. Agrega la necesidad de adentrarse en “su impacto en la cultura de izquierda a través de su activismo sexo-disidente en tiempos que hacerlo era exponerse a la máxima violencia. No solo de las violencias más obvias de las derechas o el mundo conservador, también de las culturas de izquierda que en sus proyectos no incluyeron en el proyecto de transformación las sexualidades perseguidas durante todo el siglo XX, que deberían haber entrado a la utopía política como utopía sexual”.

En torno al lenguaje, Menares apunta a que otra arista podría ser “aproximarse a Lemebel desde la Glotopolítica; es decir, mirar lo político en el lenguaje, y lo lingüístico en lo político nos ayudaría a alcanzar nuevos posicionamientos críticos y teóricos”. Junto a esto, apunta a una última deuda: “sería ideal que la obra lemebeliana irrumpiese mayormente en la escuela y el currículo educativo nacional”.

Finalmente, para Anastasia Benavente, Lemebel “era una persona de la noche, sin miedo a la calle”, por eso, agrega, “las lecturas que podemos hacer desde las disidencias sexuales son muchas, porque Pedro estaba presente, en las marchas, fiestas, lugares de ambiente, bares y un sinfín de lugares. Dentro el ambiente era una persona conocida, respetada, amada y odiada. Su figura, sin duda, marcó a muchas personas e impulsó el activismo político de la comunidad”.