Director del proceso de Acreditación Institucional 2025:

Thomas Griggs: “Esta es una oportunidad para mostrar todo lo que hemos hecho”

“Una oportunidad para mostrar todo lo que hemos hecho”
Thomas Griggs
"Con el ejercicio de autoevaluación, si bien la Universidad no se detiene, hace una pausa reflexiva para mirarse, aprender de lo que ha sido este tiempo, proyectar y planificar lo que viene para los próximos años", comenta el director de Acreditación Institucional 2025, Thomas Griggs.
Thomas Griggs
El pasado mes de noviembre, el presidente de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), Andrés Bernasconi, diálogo con representantes de la comunidad universitaria sobre el proceso de acreditación institucional de la Universidad de Chile que se desarrollará durante 2024 y 2025.

Este 2024, la Universidad de Chile tiene la misión de autoevaluarse, darse cuenta de todo lo que ha avanzado desde el último proceso de acreditación, y también de asumir los desafíos para seguir liderando en la formación, investigación, innovación, creación, gestión y vinculación con el medio. Así lo cree Thomas Griggs, quien dirigirá el proceso de acreditación que se desarrollará entre este y el próximo año, bajo el liderazgo de la Prorrectora, profesora Alejandra Mizala.

Durante sus primeros meses en el cargo, ha organizado el proceso en sus niveles estratégico, ejecutivo y analítico; se puso en marcha el comité ejecutivo y se ha presentado la metodología de trabajo en diversas instancias, como el Consejo Universitario, el Senado Universitario, el Consejo de Evaluación, la Comisión Superior de Autoevaluación Institucional (CSAI) y el Comité de Rectoría, entre otros espacios. El sentido ha sido dar a conocer los principales desafíos de 2024-2025 y constituir equipos. “La acreditación es una tarea que no se puede realizar de manera aislada, sino que toda la comunidad debe estar implicada en ella. Es un tiempo para identificarnos con la Universidad, mejorar nuestras prácticas y proyectar nuestro futuro”.

- Usted dijo que la Universidad de Chile puede ser un referente en el procedimiento que lleva a la acreditación ¿A qué atributos se refiere?

La manera en que entendemos la calidad puede ser un referente, pero también las actividades que vamos desarrollando. Por ejemplo, nuestro proceso es participativo. Por la estructura organizacional que tenemos, hay una representación de todos los estamentos en los distintos órganos de gobierno. Hay otras instituciones que logran la participación triestamental a través de las encuestas y las comisiones de evaluación. Pero nosotros tenemos la posibilidad de llegar a ellos también mediante el Senado Universitario, donde hay representantes de los distintos estamentos, los consejos de facultad, las Comisiones Locales de Autoevaluación, etc. Creo que eso también puede dar un valor especial al proceso.

- ¿Por qué es importante para la Universidad acreditarse ante la Comisión Nacional de Acreditación (CNA)? 

Más que acreditarse ante la CNA, el valor es desarrollar un proceso de autoevaluación institucional. Más allá de los procesos de autoevaluación periódicos que son llevados por la CSAI, la autoevaluación para la acreditación es una instancia donde los resultados se sistematizan y se puede hacer un ejercicio integral de toda la Universidad, mirarnos cómo hemos ido avanzando desde la anterior acreditación, desde 2018, hasta ahora. Con el ejercicio de autoevaluación, si bien la Universidad no se detiene, hace una pausa reflexiva para mirarse, aprender de lo que ha sido este tiempo, proyectar y planificar lo que viene para los próximos años. Luego, la CNA viene a certificar que ese ejercicio de autoevaluación fue adecuado. Y el otro valor que tiene es que nos permite analizarnos con criterios y estándares homogéneos para todo el sistema universitario. Eso ayuda a poner en perspectiva y contextualizar todo lo que estamos haciendo como institución. Es una oportunidad para mostrar todo lo que hemos hecho.

- ¿Por qué este encargo recae en Prorrectoría?

Siempre se recomienda que estos procesos estén alojados en unidades que, por una parte, puedan garantizar una mirada más objetiva y, al mismo tiempo, tengan el liderazgo necesario y una visión panorámica de la institución. A la Prorrectoría le compete la función de llevar adelante la autoevaluación institucional. De hecho, la Prorrectora preside la Comisión Superior de Autoevaluación Institucional. Es natural que, si hay una unidad que coordina todas las vicerrectorías y que, además, tiene por función el liderazgo de los procesos de autoevaluación, se haga cargo de la acreditación institucional

- ¿Cuáles son los hitos del proceso este año? 

Primero, la Rectora hará un lanzamiento para convocar a toda la comunidad académica, estudiantil, funcionaria y alumni, para invitarlos a participar del proceso. Un segundo hito será la aplicación de encuestas en los distintos estamentos, que serán muy relevantes porque nos van a permitir recoger información y materializar el proceso autoevaluativo. Quisiera especificar que la autoevaluación no es una evaluación interna, sino que es un ejercicio en 360 grados, donde todos los estamentos nos miramos y, a la vez, miramos a la Universidad. Diría que el último hito de este año va a ser la entrega a las autoridades superiores de la Universidad del borrador del informe de autoevaluación. Este recogerá el resultado del trabajo de las subcomisiones, que -por supuesto- también incluye el resultado de cómo la Universidad ha ido superando los desafíos que quedaron del proceso anterior.

- En marzo de 2025 las autoridades superiores entregarán el informe de autoevaluación y la ficha institucional a la CNA ¿Cuáles son las etapas del 2025?

En 2025, iniciaremos la campaña de socialización del informe. Otro hito tiene que ver con una de las características del nuevo proceso, que es la elaboración del informe de muestra intencionada de carreras, programas y especialidades de la salud, que incluye pregrado y postgrado. Eso va a ocurrir dos meses después de que hayamos entregado el informe a la CNA. La Comisión seleccionará una muestra de diez carreras y programas de pre y postgrado, respecto a las cuales tendremos que elaborar un informe. Luego, durante el segundo semestre de 2025, el comité de pares evaluadores visitará la Universidad y verificará que el informe de autoevaluación recoge adecuadamente la opinión que tienen estudiantes, académicas, académicos, funcionarias y funcionarios sobre la Universidad; la mirada estratégica de la Rectora y su consejo ejecutivo; también el planteamiento que tienen los otros organismos de gobierno, como el Consejo Universitario, el Senado Universitario y el Consejo de Evaluación. A fines de 2025, después de una presentación que hará la Rectora ante la Comisión Nacional de Acreditación, la CNA emitirá su decisión sobre la acreditación institucional, que puede ser en tres niveles: básica, de tres años; avanzada, de cuatro o cinco años; y de excelencia, que puede ser de seis o siete años. Obviamente, nuestro propósito es mantener la acreditación institucional por siete años, pero -sobre todas las cosas- queremos que sea un proceso provechoso para la institución, que sea relevante y que nos permita proyectarnos hacia el futuro. 

- ¿Se puede decir que es un proceso que se va construyendo peldaño a peldaño?

Sí, porque el trabajo de las subcomisiones, así como la recolección de información a través de las encuestas permitirá una buena reflexión y análisis. Por ende, la redacción de un buen informe dará pie a una buena visita de pares evaluadores. Es un proceso progresivo en el cual la comunidad se irá sumando paulatinamente en distintas etapas y se irá construyendo sobre la base de la información reportada y validada.

- Aparte del informe de muestra intencionada, ¿cuáles son las otras novedades que tiene este proceso? 

La principal novedad es que a los criterios se suma la evaluación por estándar. La CNA entendió estándares como sinónimo de niveles de logro, entonces en el análisis de cada criterio la Universidad va a tener que posicionarse en uno de los tres niveles (básico, avanzado y de excelencia). También es interesante que se agregue un nuevo criterio -gestión de la convivencia, equidad de género e inclusión- y que la institución se evaluará en todos los ámbitos, es decir, en gestión, docencia e investigación. Además, es relevante la creación de una nueva dimensión de evaluación, la de aseguramiento interno de la calidad. Ella supone dar cuenta de cómo la Universidad mantiene procesos de autoevaluación y de evaluación de la calidad de manera permanente y también cómo los grandes lineamientos relacionados con la calidad, como el proyecto educativo y las políticas institucionales, se aplican de manera equivalente y homogénea en las distintas carreras y programas. Otra novedad es que antes había solo dos áreas obligatorias, las demás eran voluntarias. Ahora todas las áreas son obligatorias, salvo investigación, que si bien todavía es voluntaria, constituye un requisito para que las universidades se acrediten por siete años. Por lo tanto, en nuestro caso, se transforma en un área obligatoria y de valor.