55 años desde la primera visita del ser humano

Conoce 10 tecnologías que disfrutamos por llegar a la Luna y 5 curiosidades sobre nuestro satélite natural

Las tecnologías que dejó la llegada de los humanos a la Luna
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“A pesar de que podemos ver la Luna casi todos los días, hay muchas cosas que desconocemos sobre ella, desde su formación hasta algunos ‘recuerdos’ que hemos dejado en su superficie”, comenta el astrónomo José Utreras.
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La llegada a la Luna respondió a la "confrontación entre dos potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, por mostrar sus avances en la denominada carrera espacial. Gracias a eso se lograron increíbles avances para la época y sentaron la base para muchas cosas que usamos hoy en día", explica el investigador del CATA.
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Para alcanzar este impresionante logro fue necesario el desarrollo de distintas tecnologías para atender necesidades como la protección de los astronautas o la comunicación con la Tierra, entre otras.
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Aunque parezca increíble, los restos mortales de un ser humano permanecen en el suelo lunar. Se trata de Eugene Merle Shoemaker, pionero en la exploración del sistema solar y la ciencia lunar, cuyos restos fueron depositados en una urna en el satélite natural el año 1999.

Este 20 de julio se cumplen 55 años desde que el ser humano llegó por primera vez a la Luna en el Apollo 11 y Neil Armstrong pronunció la histórica frase “un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”. Para alcanzar este impresionante logro fue necesario el desarrollo de distintas tecnologías para atender necesidades como la protección de los astronautas o la comunicación con la Tierra, entre otras.

Muchos de estos hitos derivaron en la utilización de las innovaciones desarrolladas en la carrera espacial en ámbitos ajenos a esta labor. Esta tarea es parte de lo que realiza el Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA) a través de su área de Transferencia Tecnológica, que busca aplicar avances en el estudio del espacio en otras áreas, como la reciente creación de estacas para telescopios aplicadas a la detección de derrumbes.

Respecto a los viajes a la Luna, en primer lugar, hay que entender que la tecnología con la que operaba el Apolo 11 hoy está obsoleta. La computadora que se usaba desde la Tierra constaba solo de una pequeña pantalla y un teclado numérico, y las órdenes de acción se realizaban mediante una secuencia de dos dígitos y cada una era una orden. El ordenador que controlaba el módulo de mando de la nave, En tanto, tenía una memoria RAM de 32 kilobytes. Ahora nadie imagina un smartphone o computadora que tenga menos de 4 gigabytes de memoria RAM.

“Llegar a la Luna en sí no tuvo, en una primera etapa, una base tan científica, sino que respondió más a la confrontación entre dos potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, por mostrar sus avances en la denominada carrera espacial. Gracias a eso se lograron increíbles avances para la época y sentaron la base para muchas cosas que usamos hoy en día”, explica José Utreras, encargado de Contenidos y Divulgación del CATA.

Importantes avances

Estas son algunas de las tecnologías creadas para uso espacial que podemos ver en la era moderna:

  • Liofilización de alimentos: Aunque fue creada para el programa Apolo, el desarrollo de esta tecnología se potenció con el objetivo de conservar alimentos para los astronautas. Ahora es utilizada ampliamente en la industria alimentaria.
  • Trajes de enfriamiento: El material de la vestimenta que mantenía cómodos a los astronautas en sus caminatas lunares es utilizado por pilotos de carreras de autos, técnicos de reactores nucleares y personas con ciertas condiciones médicas que tienen dificultades para regular la temperatura corporal.
  • Circuitos integrados: Si bien la NASA no inventó los microchips, su demanda para el programa Apolo aceleró la revolución de los circuitos integrados, estabilizando la industria y adelantando el ritmo del progreso tecnológico en varias décadas.
  • Auriculares y micrófonos inalámbricos: Una tecnología esencial para la comunicación durante las misiones Apolo hoy es de uso cotidiano en nuestras vidas. Además, se desarrollaron baterías recargables de plata-zinc para estos auriculares, que hoy se utilizan en audífonos ortopédicos.
  • Purificación de agua: Esta tecnología utilizada en las naves Apolo ahora se aplica para eliminar bacterias, virus y algas en sistemas de agua comunitarios y torres de enfriamiento, así como en filtros de llaves para reducir el plomo.
  • Textiles resistentes al fuego: Después del incendio en la plataforma de lanzamiento del Apolo I, que causó la muerte de tres astronautas, se desarrollaron textiles resistentes al fuego que hoy son la base para la ropa de bomberos, militares y conductores de deportes de motor.
  • Manta isotérmica: Originalmente desarrollada para mantener la temperatura corporal de los astronautas, esta manta de emergencia ahora se utiliza ampliamente para evitar la pérdida de calor en situaciones de urgencia y para proteger del sobrecalentamiento.
  • Absorbedores de impactos sísmicos: Los cohetes en las misiones Apolo estaban conectados a la torre de servicio mediante cables y tubos para proporcionar combustible y señales eléctricas. Para evitar que se rompieran o chocaran con el cohete en el momento de separación, NASA desarrolló tecnología de amortiguación, que ahora protege edificios y puentes en zonas sísmicas como Tokio y San Francisco, entre otros.
  • Controles de vuelo digital: La tecnología de control de vuelo digital o uso de botones, desarrollada para guiar las misiones Apolo, es ahora fundamental en los aviones modernos y en la mayoría de los automóviles.
  • Detectores de humo: Aunque el detector de humo ya existía, la NASA desarrolló un modelo con sensibilidad ajustable en 1973, utilizado en Skylab, la primera estación espacial estadounidense, para detectar vapores tóxicos. El resultado fue el primer detector de humo por ionización, utilizando una cantidad mínima del isótopo radiactivo Americio-241, y que con el tiempo derivó en los detectores que conocemos hoy.

5 curiosidades sobre nuestro satélite natural

Más allá de este hito, antes y después, la Luna ha sido el cuerpo espacial que más nos ha cautivado y generado estudios. “A pesar de que podemos ver la Luna casi todos los días, hay muchas cosas que desconocemos sobre ella, desde su formación hasta algunos ‘recuerdos’ que hemos dejado en su superficie”, comenta José Utreras, con motivo de este aniversario N°55 de la llegada del ser humano al satélite natural. A continuación, el astrónomo comparte cinco curiosidades sobre él:

  • La generó un protoplaneta errante

La principal teoría del origen de la Luna indica que probablemente se formó después de que un cuerpo del tamaño de Marte colisionó con la Tierra hace unos 4.500 millones de años. Los restos resultantes de nuestro propio planeta y del objeto que lo impactó se acumularon para formar nuestro satélite natural.

Respecto de su tamaño, la Luna es 400 veces más pequeña que el Sol. Sin embargo, está 400 veces más cerca de la Tierra, de ahí que el tamaño aparente de ambos cuerpos, vistos desde nuestro planeta, sea prácticamente el mismo.

  • La Luna se aleja

Los astronautas que la visitaron en las misiones Apolo dejaron cinco reflectores en su superficie. Así, al lanzar un pulso láser hacia estos espejos desde la Tierra, nos entrega su distancia con una precisión de un milímetro. De esta forma, se ha establecido que la Luna se aleja 3,8 centímetros al año debido a las mareas que provoca sobre la Tierra.

En promedio, durante su ciclo, la Luna se encuentra a unos 384.400 kilómetros de distancia. ¿Qué tan cerca estaban una de la otra en el pasado? Simulaciones computacionales de astrónomos indican que la Luna habría estado casi 15 veces más cerca de la Tierra de lo que está hoy.

  • Llena de cráteres

Contrariamente a lo que muchos creen, la Luna no es un escudo para evitar que asteroides impacten a la Tierra, porque su gravedad es más baja que la de nuestro planeta y se encuentra muy lejos. No obstante, cuenta con más de 500 millones de cráteres con un diámetro mayor a diez metros, huellas que pueden tener hasta 4 mil millones de años de antigüedad. Estas cicatrices, muchas de las cuales se aprecian a simple vista o a través de pequeños telescopios, se han mantenido porque la Luna no es geológicamente muy activa y al tener poca atmósfera, donde no hay viento ni lluvia, no se produce una erosión superficial.

Sin embargo, su lado visible posee menos cráteres. Como la corteza lunar en esta zona es más delgada, al ser fragmentada por grandes impactos de asteroides en el pasado, permitió el flujo de magma desde el interior de la Luna, cubriendo la superficie y borrando las huellas de estas colisiones.

  • Pesamos menos

Debido a que la Luna tiene menos gravedad que la Tierra, una persona que pesa 68 kilos, en ella tendría una percepción de solo 11 kilos. Aunque podría parecer idílico sentir un peso menor, las temperaturas en su superficie la vuelven un lugar infernal. Con un día que tiene 14 días de luz y 14 días de oscuridad, las temperaturas diurnas en su lado soleado alcanzan los 134 ºC y en el lado oculto llegan a unos fríos -153 ºC.

  • Una fea huella

Ir a explorar nuestro satélite natural también ha tenido consecuencias negativas. Antes de que Neil Armstrong pisara su suelo, la tripulación del Apollo 11 lanzó una bolsa con 30 kilos con basura y desechos humanos. Se estima que las distintas expediciones y sondas enviadas a la Luna han acumulado 181.000 kilos de desechos.

Entre estos objetos hay un martillo y una pluma de halcón que se usaron para verificar experimentalmente que, con mucha menos gravedad que en la Tierra, ambos objetos caen al mismo tiempo al suelo. Además, existe un palo de golf que utilizó un astronauta para practicar este deporte durante unos breves instantes.

Y, aunque parezca increíble, los restos mortales de un ser humano permanecen en el suelo lunar. Se trata de Eugene Merle Shoemaker, pionero en la exploración del sistema solar y la ciencia lunar. El 31 de julio de 1999 la sonda Prospector de la NASA, destinada a buscar hielo en el polo sur de la Luna, dejó una urna de aluminio sellada al vacío de ocho centímetros con sus cenizas.