Chile es uno de los principales productores de cobre en el mundo, contando un ritmo de producción que va al alza según datos de la Comisión Chilena del Cobre. De hecho, se estima que el país alcanzaría una producción de 7,04 millones de toneladas de este metal para el año 2030. Cifra que se suma a otros minerales presentes en el territorio, el cual destaca además por tener algunas de las mayores reservas de litio en el mundo y ser el segundo productor de molibdeno a nivel global.
Aquello evidencia la gran importancia que tiene la minería para el país, como destaca Gabriela Novoa, directora de Relaciones Estratégicas del Centro Avanzado de Tecnología para la Minería (AMTC), que entrega un dato no menor: la minería en Chile genera cerca del 12% del PIB nacional. “Incluso podemos llegar a hablar del 70% en regiones mineras como Antofagasta. Por lo tanto, el impacto es bastante importante”, señala.
Pero su impacto no es solo a nivel económico, como advierte la académica del Departamento de Ingeniería de Minas de la Universidad de Chile, Andreina García, quien evidencia el impacto ambiental asociado a esta actividad extractiva.
“La minería de cobre puede estar generando cerca de 7 millones de toneladas diarias de residuos. Uno de los más comentados por las comunidades son los tranques de relave, cerca de 1.5 millones de toneladas diarias de relaves son generados por el sector”, afirma.
Actualmente se contabilizan cerca de 750 relaves en todo el territorio, la gran mayoría construidos cuando todavía no se implementaban leyes de protección al medio ambiente. Una situación que para el investigador del AMTC, Santiago Montserrat, genera preocupación ante el abandono en la que se encuentran muchos de estos, incluyendo riesgo de derrumbe.
“Un caso es lo que pasó con Minera La Ceniza, donde hubo esté rompimiento de una presa de relaves que vertió aguas directamente al río La Ligua. Nosotros fuimos a terreno y medimos altas concentraciones de cobre, que era bastante obvio porque venía de los relaves”, comenta Monserrat.
Es bajo esta situación que desde 2021 el país posee una Política Nacional Minera para el 2050, en miras de lograr un mayor crecimiento del sector minero, pero con un menor impacto ambiental. Un desafió que el AMTC ha trabajado a través de distintas investigaciones enfocadas en áreas como el manejo hídrico y el de residuos.
Aspectos críticos que enfatiza la investigadora Andreina García, quien también colabora con el AMTC. Al respecto, destaca que el manejo de residuos podría desarrollarse bajo una dinámica de economía circular, permitiendo un mayor aprovechamiento de los recursos. “Es poder tomar los residuos y valorizarlos, convertirlos en productos de valor. Es un nuevo concepto que se habla en minería como es la minería secundaria, es decir, poder extraer elementos de los residuos que aún puedan ser valorizados desde el punto de vista de la energía y la carbono neutralidad”, explica.
Una minería del futuro
Al hablar de minería como actividad se suele asociar a un proceso de palas y picotas. Una visión enmarcada en los inicios de este rubro, pero que hoy ha quedado en el pasado. Así lo destaca Gabriela Novoa, quien señala como muchas faenas mineras actualmente poseen distintas operaciones realizadas a la distancia, desde tronaduras hasta el manejo de vehículos de carga.
“Cuando uno piensa de la minería del futuro, piensa en la minería tecnologizada, pero tiene que pensar también que todos estos avances tecnológicos cumplen ciertos objetivos. Uno de ellos, por supuesto, es la sustentabilidad ambiental o a una minería responsable con sus comunidades y con el medio ambiente”, aborda Novoa.
Un proceso por el que el investigador Montserrat considera que vamos encaminados hacia una minería sustentable, pero que requiere de hacerse cargo de los residuos que esta industria ha producido. “El Ministerio de Minería tiene un plan donde ya están proponiendo retirar relaves. De hecho, ocurrió hace poco el retiro de uno en Andacollo. Se espera con esta iniciativa seguir avanzando en esa línea”, valora el investigador AMTC.
Pero esta labor se materializa no es solo a través de sus residuos, sino también a través de sus procesos de tratamiento de las aguas. Este es el caso de SolArsenic, un nanomaterial fotoactivo desarrollado por el AMTC, capaz de remover arsénico desde fuentes de agua superficiales. El nanomaterial reacciona a la luz solar para transformar el tóxico arsénico III en arsénico V, de menor toxicidad y más fácil encapsulación, y luego lo captura. Dos procesos que requerían de dos materiales distintos, pero que ahora son posibles en solo uno.
“Esto es con miras de recuperar agua del proceso, pero también con miras a entregar agua a otros sectores como el agrícola y a las comunidades. Tenemos propuestas tecnológicas para remediación de las aguas, de las cubetas de los relaves, así como remediación de drenajes mineros como los drenajes ácidos de mina, que también son un residuo importante”, asegura Andreina García, quien lidero el equipo encargado de su desarrollo e implementación.
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