Semana Mundial de la Lactancia Materna: Un derecho humano

Semana Mundial de la Lactancia Materna: Un derecho humano

La Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra cada año, en agosto, la Semana Mundial de la Lactancia Materna. La versión 2024 se conmemoró bajo el lema “Cerrar la brecha: apoyo a la lactancia materna para todos”. La elección de este lema tiene por objetivo enfatizar la necesidad de informar sobre las desigualdades que existen en el apoyo y la prevalencia de la lactancia materna y resaltar el rol que tiene en el cierre de las brechas socioeconómicas dentro de la sociedad. Lo anterior implica que los Estados apoyen a las personas y organizaciones que buscan proteger y promover la lactancia materna y realizar acciones destinadas a reducir las desigualdades en el apoyo a la lactancia materna centrándose en los grupos vulnerables.

Según la OMS, solo el 48% de los lactantes menores de seis meses del mundo son alimentados exclusivamente con leche materna, porcentaje que se espera aumentar al menos al 50% para 2025 con medidas como la aceptación social de la lactancia materna en lugares públicos, un sistema de salud favorable a las mujeres y protecciones de la maternidad por parte de los gobiernos.

El doctor Gerardo Weisstaub, profesor titular del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile y especializado en Nutrición Clínica Pediátrica, explica que “cuando uno habla de lactancia materna está hablando de un derecho humano, no solo de un alimento. Más allá de que la leche materna es el alimento completo e ideal para el bebé, está demostrado que promueve el desarrollo psicomotor del niño, fortalece la relación madre-hijo, mejora la salud de la madre y tiene beneficios para la sociedad. No hay ninguna fórmula láctea producida por el hombre que contenga todos los componentes de la leche materna y mucho menos que tenga todas sus propiedades beneficiosas para el bebé y su madre.  Como ocurre muchas veces en salud, es imposible mirar la lactancia materna solamente desde un punto de vista biológico porque la posibilidad de que una madre pueda alimentar de ese modo a su hijo está fuertemente influenciada por muchos otros factores, por ejemplo, culturales, sociales y económicos”.

Una publicación de la revista Lancet destaca que “la lactancia materna promueve el desarrollo saludable del cerebro y es esencial para prevenir la triple carga de malnutrición, enfermedades infecciosas y mortalidad, a la vez que también reduce el riesgo de obesidad y enfermedades crónicas en etapas posteriores de la vida, tanto en países de ingresos bajos y altos”. Además, agrega el texto, “el amamantamiento también ayuda a proteger a la mujer de enfermedades crónicas, incluidos el cáncer de mama y de ovario, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares”.

Sin embargo, el desplazamiento de la lactancia materna y la leche humana por la fórmula comercial infantil (FCI) es una preocupación para los expertos. Se calcula que en todo el mundo se pierden 341.300 millones de dólares al año por la pérdida de beneficios a la salud y el desarrollo humano, debido a falta de inversión para proteger, promover y apoyar la lactancia materna.

El doctor Weisstaub menciona que existen estrategias “sencillas y baratas” para promover y asegurar el inicio y la continuidad de la lactancia. “Es fundamental que el bebé pueda prenderse al pecho de la madre antes de la primera hora de vida: esa primera hora se llama ‘hora de oro’. La primera leche que el bebé recibe se llama calostro, leche más densa y amarilla, que tiene una cantidad impresionante de proteínas y anticuerpos que fortalecen el sistema inmune de un bebé. Otro aspecto a resaltar es la importancia del alojamiento conjunto -es decir, mantener al bebé en la misma habitación que la madre-, lo que facilita la alimentación a libre demanda. Es trascendente enfatizar que los bebés deben alimentarse exclusivamente de leche materna en los primeros seis meses de vida, no deben recibir jugos, té, agua y o fórmulas lácteas.  Solo por mencionar algunos efectos beneficiosos de la lactancia, los niños que toman pecho tienen menos infecciones y cuando las tienen duran menos, tienen menos probabilidad de tener obesidad y diabetes en el futuro. Las madres que dan el pecho tienen menor riesgo de tener cáncer de mama. A nivel comunitario, mantener la lactancia materna disminuye el impacto que genera la producción de las FCI en el cambio climático”, detalla.

Y agrega: “Una pregunta que hacen muchos los mamás: ¿por cuánto tiempo dar leche materna más allá de los seis meses? La OMS y otros organismos internacionales sugieren que se debe mantener al menos los dos primeros años de vida. Pero en realidad no hay una edad fija para suspender la lactancia, esto depende de lo que el bebé y la madre quieran. Por ejemplo, en la cultura mapuche es frecuente que esta dure cuatro o cinco años y no hay ningún problema. La leche materna cubre las necesidades nutricionales de los lactantes los seis primeros meses de vida, edad en la que se inicia la alimentación complementaria, pero luego de esta edad sigue siendo un alimento importante. Por ejemplo, la leche materna puede aportar casi la mitad de las calorías que requiere un niño al año de vida y durante todo el tiempo que se mantenga sigue siendo una fuente maravillosa de anticuerpos que mejoran el sistema inmunológico del bebé”.

En cuanto al sueño, Weisstaub explica que es normal que un bebé tenga un sueño irregular durante las primeras semanas. Existe la idea errónea de que los bebés alimentados con fórmula duermen más y mejor porque se sacian, pero advierte que “la leche materna, gracias a la presencia de algunos componentes que actúan como reguladores del sueño, ayuda que el patrón de sueño del bebé madure y que este y el de su madre se sincronicen”.

El compromiso de aumentar las tasas de lactancia materna y de apoyar a las madres en este proceso es fundamental para asegurar un futuro más saludable y equitativo. Como señala el doctor Gerardo Weisstaub, “la lactancia materna es una de las intervenciones más costo-efectivas que existen en salud infantil, pero esta no es solo responsabilidad de las mujeres: los padres y familias pueden hacer mucho para proteger la lactancia, por ejemplo, haciéndose cargo del cuidado del hogar y de los hijos. Sin duda, el Estado tiene mucho que aportar en este sentido. Las mejores prácticas destinadas a proteger la lactancia materna se logran a través de un enfoque poblacional que tenga en cuenta el impacto cultural, jurídico y económico que tienen las intervenciones destinadas a que todos los niños y niñas del mundo accedan al mejor alimento de todos: la leche materna”.