“¿Cómo ha sido tu experiencia en la Universidad de Chile?”. Con esta pregunta comenzó la primera de las dos jornadas del “DISCA 2024”, espacio organizado por la Coordinadora de Estudiantes con Diversidad Funcional (Cedifuch) y el colectivo Anticapacitistas JGM y que contó con el apoyo de la Oficina de Equidad e Inclusión de nuestra casa de estudios.
Bajo la consigna, “Por una Universidad que respete nuestros derechos”, les estudiantes con diversidad funcional y neurodivergentes se reunieron en la Casa Central y en la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile el viernes 23 y sábado 24 de agosto, respectivamente, para dialogar sobre los principales problemas y desafíos que han enfrentado en su vida universitaria, así como también para encontrar puntos en común en su reconocimiento como estudiantes “disca”.
Entre las respuestas a esa primera pregunta se leyeron testimonios que grafican en parte lo que han vivido les jóvenes en nuestra institución: “No poder tomar un ramo por no subir escaleras”, “creer ser una molestia para cada espacio académico”, “algunos ayudantes me han mirado en menos por tener adecuaciones”, “falta de compañerismo entre estudiantes no disca”, “el patrimonio prevalece por sobre los derechos de accesibilidad”.
Alex Harris, estudiante de antropología e integrante del colectivo Anticapacitistas JGM, agradeció la presencia de sus compañeros y compañeras, recordando que el “Disca 2024” es el tercer encuentro anual que realizan como organizaciones, y que junto a otras actividades como las diversi-fiestas o el ciclo “Impostores en la U”, han abierto caminos para la confluencia de su comunidad.
“Nos reunimos no sólo para estar juntos, sino que también por la necesidad de protegernos, porque la experiencia nos ha enseñado que aquellos que no comparten nuestros dolores, no lo harán. Este es el centro de nuestra labor como organizaciones estudiantiles: el cuidado mutuo, una red de apoyo por y para nosotros, impulsadas por el deseo, por la necesidad de hacer un espacio en este mundo para todos quienes son como nosotros. Organizaciones particularmente necesarias para la reivindicación de nuestros derechos dentro de la universidad; porque quién podría conocer mejor nuestra realidad que nosotros mismos”.
Por su parte, la directora de la Dirección de Bienestar y Desarrollo Estudiantil, Pamela Díaz-Romero, también saludó a les estudiantes y valoró su participación: “Son las realidades de cada uno de ustedes las que mueven a esta institución a transformarse y a adecuar sus procesos formativos y su infraestructura a las demandas que la sociedad. Es una tarea larga y compleja, llena de desafíos y las voces de cada uno de ustedes hace de ese proceso un trabajo activo que va adaptándose a la sociedad en la que estamos y que nos acerca como universidad al proyecto educativo que tenemos comprometido con todos y todas, ser una universidad de excelencia y de calidad donde nadie quede atrás”.
La jornada del viernes contó con un micrófono abierto, discusiones en grupo y una presentación artística de la recién egresada de Teatro de nuestra institución, la actriz Valentina Orellana, la que junto a Gabriel Gaete presentaron la performance “Abstracción sobre la discapacidad”, quien además de contar su propia experiencia de tránsito en la discapacidad y en su Facultad, invitó a les estudiantes a seguir “soñando” y “resistiendo”, tanto dentro como fuera de la Universidad: “A veces nosotros también somos ignorantes. Por eso es deber de nosotros mismos saber cómo hacernos escuchar y cómo podemos ayudar a la gente a ayudarnos, así como ayudarnos a nosotros mismos. Yo a veces siento que desde que entré y salí de la U nada cambió, pero la verdad es que las cosas si cambian sólo con nuestra presencia en este lugar, presencia que muchas veces incomoda (...) Porque es mi deber también reclamar lo que me pertenece y apropiarme del lugar que yo tengo en esta universidad”.
En la instancia también participaron con stands informativos el Servicio Nacional de la Discapacidad, el Observatorio de Participación de Ciudadana y No Discriminación, y la organización estudiantil de la U. de Chile “Manitos de Confianza”, asistiendo, también, encargadas de equidad de diferentes facultades y el soporte del equipo de la Oficina de Equidad e Inclusión (OEI).
“Sobre todo los invito a decirnos y contarnos, para que podamos mejorar en nuestras prácticas, para que podamos conocer las barreras que hoy tiene nuestra institución y para que podamos ir resolviendo también en función no sólo de ustedes que están acá hoy día, sino que también de los estudiantes van a venir en los próximos años a nuestra universidad, porque queremos que efectivamente sea una universidad abierta, una universidad pública, que reciba y acoja a las diversidades de la mejor manera posible”, señaló la directora de la OEI, Maribel Mora.
El sábado 24, en tanto, tuvo como punto central la reflexión identitaria de les estudiantes. Por medio de un taller de cartografía corporal elaborado por Luis Vera Fuente-Alba, encargado del Área de Diversidad Funcional de la OEI y mediado por Constanza Abarca, coordinadora del programa de acompañamiento a la diversidad funcional y neurodivergencia de la Facultad de Economía y Negocios, les jovenes trabajaron en pareja o en grupos la relación con su cuerpo y “cómo éste ha sido marcado a lo largo de su vida”, enfrentando desafíos constantes y reconociendo, a su vez, las distintas identidades, potencialidades, conflictos y formas de habitar que estos poseen.
“Debemos reconocer que lo que hacemos y hemos contado acá es político”; “yo vivo con el estigma constante de que si digo que soy autista la gente me va a decir ´a pero no se te nota´”; “lo que vivimos con la discapacidad es como conocerse de nuevo”; “a mí nunca me vieron como una mujer, siempre fui la niña y siempre me vieron más pequeña de lo que soy”, fueron parte de los relatos que se escucharon en el cierre del taller.
Jennifer Aldana, estudiante de Antropología, también compartió su historia y agradeció ser parte de un espacio “que no había encontrado” en los cinco años de carrera. Contó que ha tenido “numerosas trabas y problemas” dentro de la Universidad y que, pese a esto, hoy se encuentra en su último semestre: “A mí, quedar sorda como que me cagó la vida. Muchas veces pienso si me hubiese gustado seguir siendo oyente y cómo sería hoy en día si hubiese seguido siendo oyente todos estos años. Pero me gusta más lo que me ha entregado el mundo sordo. Siento que la sordera me ha dado una comprensión sobre los otros y sobre la vida, sobre el silencio, sobre la ausencia, que es muy importante. Entonces, a un nivel espiritual y emocional, estoy muy agradecida porque la sordera haya llegado a mi vida y mostrarme otro camino, y estoy muy feliz de llevarlo y poder ocupar las manos para comunicarme”.