El masivo efecto de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en la sociedad del conocimiento, ha traído profundas y múltiples transformaciones en nuestra vida cotidiana, visibilizando innovadoras herramientas tecnológicas con nuevos modelos de comunicación. De igual modo, el paulatino ingreso de la informática a los programas de Educación Media, derivó en la implementación de capacidades asociadas al manejo de software, computadoras, smartphones, pizarrones digitales e Internet.
Un contexto que diversificó las oportunidades para acceder al conocimiento, habilidades colaborativas y formas de relacionarse en las aulas de estudiantes y docentes, ampliando el universo de formación, información, debate y reflexión al interior en el aula escolar, logrando su máxima notoriedad con el fin de la presencialidad durante el período de pandemia mundial de COVID-19.
La brecha digital y los desafíos de la sociedad chilena
El acceso a las herramientas digitales ha creado significativas diferencias entre las sociedades de todo el mundo. Algunos de sus efectos son las transformaciones generadas a nivel económico, educativo y social, incrementando la brecha entre las personas que tienen acceso a las TIC, sobre aquellas que carecen de esta oportunidad o cuyo acceso es limitado.
Para Carlos Andrade, Académico del Departamento de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, la tecnología “nos permitió flexibilizar los procesos de aprendizaje. Por ejemplo, durante la crisis sociosanitaria, se masificó el uso del hibridaje para la realización de clases. Esa herramienta nos permitió integrar a un público que, históricamente, por motivos de distancia, logísticos o geográficos, no podía acceder”.
Sin embargo, tanto en la Región Metropolitana como en otras zonas del país, “aún existen comunas donde la caída del tendido eléctrico, factores climáticos o desastres socio-naturales, dificultan la señal y acceso a Internet, impidiendo que las personas accedan a la tecnología en condiciones de justicia e igualdad. Por ejemplo, la oportunidad de obtener en línea un título de postgrado universitario, supone importantes desafíos para acortar la brecha de desigualdad a la que nos vemos enfrentados”.
Conscientes de esta realidad y, en el marco del plan “Brecha Digital Cero”, la Subsecretaría de Telecomunicaciones (SUBTEL) junto al Centro de Innovación del Ministerio de Educación, diseñó una estrategia de conectividad que tiene como objetivo principal, beneficiar a todos los establecimientos e institutos educativos con financiamiento estatal sin importar su ubicación geográfica.
Sólo en 2023, SUBTEL logró conectar más de 9.000 escuelas, alcanzando a 3 millones de estudiantes a lo largo de todo el país, asegurando la continuidad del servicio hasta el año 2030, facilitando el proceso de aprendizaje a través de una conectividad digital de alta velocidad, medible y verificable.
A juicio de Jorge Araya, Profesor de Matemáticas del Colegio King Edwards School I, comuna de Maipú, “el éxito de las TIC en los procesos de aprendizaje son el resultado de una adecuada planificación. Cuando dentro del aula escolar, tienes una idea y sabes cómo utilizarla, sin caer en la estigmatización del recurso, alcanzarás los objetivos previamente estipulados”.
De igual modo, subrayó la necesidad de ‘humanizar la tecnología’. “No puedo llevar a cabo una clase o experiencia del conocimiento, automatizando las emociones. Si bien, al docente le permite generar estadísticas e incorporar nuevas variables de trabajo, no podemos olvidar que, en la educación, deben prevalecer los equilibrios junto a distintos matices para consolidar su óptima aplicación”.
Las regulación del uso de la tecnología en el aula escolar
Desde UNESCO y, a pesar de su explosiva masificación, sostienen que las tecnologías educativas “pueden tener un efecto perjudicial, si se utilizan de manera inapropiada o excesiva”, haciendo un llamado a un uso eficiente y responsable. Una estrategia que se ve fortalecida, a través de la inclusión de estudiantes con discapacidad, simplificando la acción educativa a personas que no podrían acceder a ella.
Dos aristas que cobran mayor visibilidad, tras la reciente aprobación en la Cámara de Diputados de la iniciativa que prohíbe el uso de medios tecnológicos de telefonía móvil, para menores que reciban educación parvularia, agregando a los niveles entre 1° a 6° año de enseñanza básica.
La excepción, sólo considera a los estudiantes con necesidades educativas especiales, donde el uso de estos medios tecnológicos responden a una ayuda técnica para su aprendizaje. A su vez, durante una situación de desastre, emergencia o ante condiciones de salud que requiera ser monitoreada a través de celulares.
Erika Martínez, docente del Colegio Los Alerces, comuna de Talagante, explicó que, a pesar de las naturales distracciones, “la presencia de los celulares en el aula escolar, ha permitido organizar diversas metodologías educativas, llevando un registro on line de nuestras acciones, desarrollando un trabajo más personalizado e interactivo. Hoy, en su vida cotidiana, los niños y niñas se encuentran totalmente familiarizados con el mundo de la tecnología, simplificando la retención e intercambio de conocimientos”.
Según Carlos Rivas, docente del Colegio Bicentenario de Santa María, comuna de El Monte,
“la aplicación de tecnología en el aula escolar, llegó para quedarse. No obstante, debemos brindar una retroalimentación que incorpore espacios de confianza y resguardo emocional para los estudiantes. En nuestro colegio, trabajamos con herramientas como Kahoot! y Perplexity, inclinando el interés de los menores hacia el mundo de la indagación e investigación”.
Cabe destacar que la transformación educativa, no puede depender únicamente de las tecnologías, ya que investigaciones y ejemplos concretos, demuestran que éstas por sí solas, no resuelven los problemas socioeducativos. La relación entre pedagogía y tecnología seguirá evolucionando, siendo nuestra capacidad de adaptación, un factor determinante para alcanzar el éxito en una carrera sin camino de retorno.