“Se dice que la memoria se concibe como la forma en que las personas y los pueblos construyen sentido. De alguna manera, relacionan su pasado con el presente, en un acto de recordar y esta jornada es un compromiso, muy explícito, de la voluntad de la Universidad de Chile de construir sentido”, expresó esta mañana el vicerrector de Asuntos Académicos, Claudio Pastenes, quien precisó que “ayer, en su presentación, el profesor Waghid decía que el encuentro democrático en la educación superior no solamente involucra a los estudiantes y sus profesores, sino que también a la sociedad y sus problemas” y tratar estos temas en una fecha tan importante como un 11 de septiembre, “es una oportunidad estratégica para incorporar temas como la democracia y los derechos humanos en nuestra docencia”.
Por su parte, dando inicio al panel, la académica Alicia Salomone destacó que “en el marco de las reflexiones que venimos desarrollando desde ayer en estas jornadas sobre educación y derechos humanos, es preciso preguntarnos, en tanto educadores y educadoras, cómo podemos contribuir desde nuestros conocimientos y prácticas pedagógicas a contrarrestar desconfianzas, muchas veces basadas en el desconocimiento e incluso en información falsa, y a reconectar a los jóvenes con la comunidad y sus historias, mientras impulsamos en ellas y ellos, procesos de reflexión crítica respecto de sí mismos y de su rol como sujetos que son parte del colectivo mayor en que se insertan”.
“Para promover esa reflexión es imprescindible recurrir a la memoria”, enfatizó la profesora Salomone, ya que “la memoria nos permite indagar en qué somos y en qué hemos llegado a ser, a partir de una trayectoria anterior, mientras nos incita a pensar en qué somos y qué queremos ser o no ser, como personas y grupos sociales”. En este sentido, agregó, recuperar tanto la perspectiva crítica como la empatía es “relevante para confrontar la relativización del sufrimiento ajeno, el descreimiento en la verdad y la justicia, y la desafección de cierta parte de la población frente al valor de las instituciones democráticas”. Un aspecto en que tanto el arte y las producciones culturales como una educación en derechos humanos pueden aportar, facilitando una reconexión emocional y crítica, y contribuyendo “al fortalecimiento del sentido de una colectividad democrática, basada en la escucha activa, la empatía y solidaridad, soporte en el que debería asentarse un modelo de buena vida que tenga por centro el reconocimiento de la dignidad irrenunciable de cada persona”.
Centrándose en el trabajo investigativo y pedagógico del Núcleo de Investigación en Memorias, Movimientos Sociales y Producción Artístico-Cultural, la investigadora Mariela Gallardo, estableció un cruce entre distintos enfoques pedagógicos derivados de las pedagogías de las memorias, a partir de la presentación de experiencias didácticas; y situando como antecedente el reciente estudio publicado por el PNUD, titulado ¿Por qué nos cuesta cambiar?, que habla sobre la percepción de estancamiento y deterioro del país y la desconfianza hacia las instituciones, “la que estaría centrada en la persistente desigualdad vinculada con derechos sociales que hoy constituyen mínimos para la población”.
“Todo ello es clave para nuestra reflexión sobre la reconexión emocional y el trabajo de duelo y elaboración de años de memorias, tanto de aquellas traumáticas como de aquellas que despiertan recuerdos de nuestras capacidades de resistencia y resiliencia frente a las distintas crisis que nos ha tocado enfrentar”, señaló la docente, quien comentó que “una de las perspectivas importantes que han alimentado nuestro ejercicio pedagógico ha sido la reflexión en torno a lo que hemos denominado materialidades de las memorias. Es así que nos aproximamos a propuestas didácticas que trabajan con materialidades no humanas y con la vitalidad de los objetos (...) Un morral artesanal, un vinilo de Los Prisioneros, una foto familiar ajada, un montículo de aserrín traído desde el sur de Chile, una cacerola abollada y una cuchara de palo astillada. ¿Cómo estos materiales interrogan al pasado, cómo interpelan nuestra idea de comunidad?”.
La investigadora Anahí Troncoso, por su parte, enfatizó en “la importancia que tiene la lectura en nuestras vidas, no solo porque nos permite comunicarnos (…) sino porque también nos permite descubrir el mundo, conocer nuestro entorno” y considerando eso, la literatura infantil, “constituye una piedra angular para construirnos, para elaborar nuestra identidad, para vincularnos y para ser parte de nuestra sociedad, lo que implica reconocer que la lectura literaria constituye un derecho cultural que no puede negarse a nadie, mucho menos a los niños y los jóvenes”.
En este contexto, la profesora abordó el rol de la literatura infantil en la transmisión de las memorias a las nuevas generaciones y enfocó la mirada en la producción literaria dirigida a las infancias y juventudes que han tematizado “la experiencia dictatorial, reconociendo en ella un espacio de encuentro, exploración y diálogo, en el que se entrelazan la memoria con las nuevas generaciones”. El lenguaje literario, subrayó, “posibilita que los eventos traumáticos no constituyan un “archivo del horror”, sino que habilita el necesario distanciamiento de la literalidad y la experiencia para acceder a ese pasado sin retraumatizar. Estas obras, me parece a mí, contribuyen a que podamos no solamente conocer sobre el pasado, sino que por sobre todo conectarnos y vincularnos”, indicó.
Cerrando el panel, la audiovisualista Natalia Morales, presentó su microdocumental “Solo unas fotos” y comentó su experiencia al desarrollarlo en el contexto del taller sobre memorias transgeneracionales: álbum familiar, del diplomado de extensión “Memorias, movimientos sociales y producción artístico-cultural en Chile y el Cono Sur” de la Universidad de Chile. Un trabajo sobre su abuelo sanfernandino y comunicador— que conoció solo a través de fotografías públicas— asesinado en 1973.
Con este ejercicio que pone en dicotomía lo público y lo privado, explicó, “le doy un carácter privado al añadir mi voz (...) la voz de la nieta del sujeto retratado, que ya no sería un personaje público, ya no sería un ejecutado más, sino que sería, en este caso, un padre, un abuelo. Y también al hacer circular este ejercicio y ponerlo aquí, exhibirlo, conversarlo con ustedes, vuelvo pública esta voz privada, la pongo a disposición de una generación más o menos parecida a la mía y que carga también con más o menos los mismos fantasmas. Desde mi lugar, yo pienso que crear y revisar estos archivos personales y mover los límites de lo visible, lo silenciado, lo público, lo privado, es hacerle frente a esos fantasmas”.
Se pueden conocer más detalles de la Semana de la Docencia de la Universidad de Chile, que tendrá su última jornada el jueves 12 de septiembre, en la página: https://www.semanadeladocencia.uchile.cl/
Panel “Recordar para pensar: pedagogías de la memoria, educación para la democracia y los derechos humanos”
Quienes deseen ver el panel completo, lo pueden hacer en el siguiente video: