Ingresar a la Universidad de Chile a los 17 años representó para la escritora Carolina Brown un cambio radical en su vida. “Se me abrió el mundo”, confiesa, rememorando la diversidad de sus compañeros y compañera como uno de los aspectos más enriquecedores de su paso por la Facultad de Filosofía y Humanidades en el campus Juan Gómez Millas. Recuerda que en el mismo espacio convivían múltiples visiones, lo que nutrió su identidad como persona y escritora.
Entre los profesores que la marcaron, menciona a figuras como su profesora Natalia Cisterna, una docente cercana a su edad y con quien pudo conectar desde una perspectiva generacional. También destaca la influencia de Lucía Invernizzi Santa Cruz, quien impartía un curso sobre literatura colonial y los textos de exploración de América. En sus palabras, esa clase fue una experiencia reveladora: “Te das cuenta de que el lenguaje no alcanza a veces para describir la realidad, y eso me pareció maravilloso”.
Otro profesor que dejó una huella imborrable en su desarrollo fue Luis Weisman, quien fue uno de los pocos en romper con la visión elitista que predominaba en la literatura en ese entonces. Carolina recuerda cómo él expresaba abiertamente su interés por la ciencia ficción, un género que a ella le apasionaba, pero que en ese momento no era bien considerado en los círculos académicos.
“Para mí fue muy lindo que alguien de la talla de él, un tipo respetado, dijera abiertamente que leía ciencia ficción. Eso me permitió validar mis propios gustos y explorar sin prejuicios géneros que, en ese entonces, eran vistos como menores”, confiesa.
A pesar de que valora profundamente el conocimiento adquirido en la universidad, Carolina admite que el enfoque analítico y teórico de la carrera representó un desafío para ella, dado que su vocación siempre fue más creativa.
Aunque reconoce que este enfoque no siempre se ajustaba a sus intereses, valora la amplitud de conocimiento que adquirió. La formación académica le proporcionó una base sólida y, más importante aún, le inculcó valores de pluralismo, pensamiento laico y compromiso social que sigue defendiendo hasta hoy.
Historias de desarraigo y fragmentación
Después de su formación universitaria, Brown se dedicó a construir una carrera literaria sólida y diversa. Desde cuentos hasta novelas, sus obras exploran personajes atrapados en tensiones emocionales y culturales que reflejan sus propias experiencias de desarraigo. En su libro de cuentos más reciente, “Principio de Incertidumbre” (Editorial Seix Barral), Carolina aborda la incomunicación en las relaciones humanas en un contexto semi distópico, explorando cómo la tecnología afecta la manera en que las personas se conectan (o desconectan) unas de otras.
“En todos mis libros hay gente que quiere conectar y que no lo logra por algún motivo u otro”, menciona Carolina, quien describe este tema de la incomunicación como uno de los ejes recurrentes en su obra.
Además, su escritura refleja interés por los personajes femeninos que rompen con los roles tradicionales. “Mis personajes son mujeres que optan por formas de vida distintas, que no entran fácilmente en los roles de género", comenta. Carolina encuentra en estos personajes un espacio para desafiar los estereotipos y explorar historias complejas que profundizan en las relaciones humanas y los conflictos internos de sus protagonistas.
Un punto de inflexión en su carrera llegó en 2014, cuando ganó el Concurso Nacional de Cuento Joven Nicomedes Guzmán de la Sociedad de Escritores de Chile, un logro que marcó un antes y un después en su vida. Para Carolina, recibir este premio fue el momento en que realmente se permitió soñar con una carrera profesional como escritora.
Otra de sus novelas importantes, “Nostalgia del Desierto” (Emecé Editores), fue traducida recientemente al alemán por la editorial Klak Verlag y presentada en el Instituto Cervantes de Hamburgo y en la Feria del Libro de Frankfurt, con el apoyo de ProChile. La historia sigue a una familia inglesa que migra a Iquique en la década de 1920, en plena producción salitrera. Carolina observa en esta historia una representación de su propia experiencia como migrante, primero en Barcelona y luego en Berlín, explorando el desarraigo que resulta de estar dividida entre diferentes culturas.
Carolina describe la experiencia migratoria como un “proceso cataclísmico” que le permite ahora ver a Chile desde la distancia, comprendiendo mejor las narrativas y complejidades de su país.
En Berlín también ha tenido acceso a otras tradiciones literarias, especialmente las de Europa del Este, entrelazando estas influencias con su estilo propio. “Ahora tengo una relación distinta con Chile. A la distancia veo las narrativas que tiene la gente de allá sobre sí mismos y sobre el país, y eso me ha dado una perspectiva única”, menciona.
Además, Carolina ha creado un espacio en la capital alemana donde puede compartir su pasión por la escritura con otros hispanohablantes, facilitando talleres en la librería española Bartleby & Co. “Es gente de Latinoamérica o de España que vive en Alemania y quiere volver a relacionarse con el español de una manera creativa”, explica.
Los desafíos de ser escritora en Chile
Carolina Brown es honesta sobre los desafíos de ser escritora en Chile. Desde su experiencia, observa que en Chile ser artista es un desafío constante, ya que el apoyo económico y las oportunidades para construir una carrera sostenible son limitadas.
“En Chile, el arte todavía es visto de una manera ornamental, como algo que no es fundamental,” dice Carolina, señalando que esta visión cultural fue una de las razones que la impulsaron a migrar. En Berlín, encontró un entorno que le permite equilibrar sus proyectos creativos con una vida más estable, algo que en Chile, comenta, no habría sido posible.
Su consejo para quienes desean dedicarse a la escritura es claro y práctico: “Lo primero es que tienen que buscar alguna manera de estar sustentables económicamente, porque la escritura toma mucho tiempo y paga muy poco”.
Insiste en la importancia de encontrar un equilibrio económico para poder dedicarse a la literatura sin comprometer la calidad de vida, algo que ella misma ha logrado al optar por trabajos de medio tiempo, en la escuela de idiomas Zeitgeist Zentrum o como freelance, que le permitan sostener su carrera de escritora.
Carolina Brown demuestra que el arte, independientemente de la adversidad, es siempre necesario. También es un testimonio de los desafíos y logros de una escritora chilena que lleva en su obra los valores adquiridos en su alma mater, demostrando además un compromiso que trasciende fronteras.