“Los incendios forestales en esta temporada tienen un condimento que no estaba tan claro y que dice relación con la preparación oportuna”, comienza explicando el académico de la Universidad de Chile, Miguel Castillo.
Acudiendo a experiencias previas, señala, que muchas veces iniciado un foco, los incendios tardan en apagarse por esta misma variable. Esto, advierte, tiene que ver con “los dispositivos de primera emergencia”. Por eso, para este año plantea que es crucial prepararse “para una mejor respuesta inicial, considerando zonas donde no ha habido incendios”.
La semana pasada la Región de Valparaíso vivió un incendio en la localidad de Laguna Verde, al sur de la capital regional. Esa zona, describe el profesor Castillo, cuenta con muy escasa conectividad, por lo que “si hay un incendio de magnitud, podría provocar un desastre aun mayor y en ese caso sería atender solo con elementos aéreos”. Por eso mismo la respuesta inicial es relevante, y está dada por la preparación oportuna, involucrando a los organismos de emergencia, a los municipios, y por supuesto, a las comunidades.
Recomendaciones
Entre las recomendaciones que entrega el profesor Miguel Castillo para prepararse para esta temporada de incendio se encuentran el abordaje de la carga de combustible de los predios, entendiendo la vegetación como parte de este material. Para ello, el académico recalca que es necesario “repasar los corta combustibles -o cortafuegos- y reforzar las zonas de estacionamientos de vehículos de emergencia”. Sobre esto, señala que es importante no sólo la creación de estos cortafuegos, sino que también su mantención periódica. Junto a ello, releva la gestión de la basura.
Sobre esto, el profesor del Departamento de Ingeniería Industrial e investigador del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), Andrés Weintraub, recalca la pregunta sobre "dónde sacar
madera seca, dónde hacer cortafuegos, dónde sacar basura y dónde eliminar pastos secos".
A esto suma darles una mayor atención a las variables meteorológicas. "Cada año va a ser peor por el cambio climático. Con 35 grados de temperatura los incendios son controlables. Con 40 grados nos exponemos a megaincendios", indica el profesor de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas.
Otro aspecto es la preparación de infraestructura, considerando, por ejemplo, “establecer puntos de testeo en cuanto a presión de agua; con los municipios, saber el estado de los caminos y de cómo está el sistema de tendidos eléctricos y los protocolos de los municipios; cuál es el plan de acción que tienen para cada unidad territorial”.
La vigilancia es otro de los puntos a considerar para Andrés Weintraub. "Existe un porcentaje significativo de incendios que son causados de forma intencional. Nuestra metodología permite definir los lugares donde pueden comenzar los incendios, por tanto, que son más peligrosos. En el incendio de Valparaíso nos dimos cuenta de inmediato de que estos eran causados por profesionales. Esto, porque los lugares que habían elegido eran peligrosos".
Finalmente, el profesor Castillo pone el acento en la preparación de las comunidades.
La información como clave
El profesor Castillo recalca la necesidad de que las personas se informen con las autoridades locales de cada comuna. “Lo que falta es que esta información se promueve en las altas esferas administrativas, pero las comunidades no están informadas del plan de acción frente a incendios forestales y otros tipos de desastres”, señala el académico.
Aparte del trabajo de los municipios está CONAF, con sus proyectos de comunidades preparadas. Este programa dispone de manuales descargables para la preparación ante incendios forestales. A esto se suma el proyecto Escuelas preparadas, dedicada a la formación de comunidades educativas en torno al tema. Todas estas acciones se encuentran acá.
Estos programas de preparación son relativamente nuevos, y fueron gestados principalmente luego de los megaincendios del verano del año 2017.
Otras preparaciones y variables
Algunos puntos para continuar ahondando en la preparación de las comunidades, señala el profesor Castillo, son la certificación de los grupos ante los incendios, como lo están haciendo otros países. Estas certificaciones, por ejemplo, contemplan pases técnicos para la utilización de motosierras, palas y el rosón, lo cual “requiere mucha capacitación”.
Si bien “las empresas forestales lo están haciendo hace tiempo porque entienden que los incendios no siempre se inician en sus territorios”, el profesor insiste que debe ser una capacidad que tengan también otros grupos.
Sobre las variables meteorológicas y del ambiente, el profesor comenta que una a considerar especialmente es la humedad de la vegetación, “que es distinta a la humedad relativa del aire”. Sobre este punto, advierte que “a pesar de las copiosas lluvias, el déficit hídrico de la zona centro sur sigue siendo muy elevado. Eso quiere decir que las plantas están estresadas, muy complicadas de agua en sus tejidos vegetales que pudieran resistir la posibilidad de repeler un incendio”.
Como ejemplifica el académico, para el incendio del 2017 “las estaciones habían reportado humedades relativas de 6 al 10%, pero la humedad del combustible era el 2%”, y a nivel general, especifica, “la vegetación prende fácilmente al 12%”. En la actual temporada, estima el académico, “podríamos llegar al 6 y al 7%, y eso podría facilitar el encendido de la vegetación, pero ese encendido no va a suceder si somos hábiles de distribuir los recursos para prevenir la propagación”.