Al interior del campo de la sociología se suele hablar de ‘orden social’, ‘estructura social’, ‘trabajo social’, ‘movimientos sociales’, incluso ‘organismo social’ –pero rara vez, o nunca, se habla de energía social. Las ciencias naturales han desarrollado durante los últimos siglos teorías sofisticadas sobre la energía térmica, la energía mecánica y más. Para las ciencias sociales, el concepto de energía social está aún en ciernes.
El capítulo 42 del podcast Bitácora Social quiso ahondar en dicho concepto que se viene desarrollando dentro de las ciencias sociales junto a Darío Montero, académico del Departamento de Sociología. Montero se propone junto al sociólogo alemán Hartmut Rosa y otros investigadores internacionales definir y mostrar que los rendimientos analíticos del concepto de “energía social” van mucho más allá de la cuestión de la calidad de vida, “toda vez que éste parece esencial para comprender la vitalidad y dinámica de la sociedad”.
Su trabajo se inserta en el Grupo de Investigación “Sobre el concepto de energía social” del Departamento de Sociología de la Universidad Friedrich Schiller de Jena, Alemania.
Durante la entrevista, Montero sugirió que la verdadera crisis energética no es (solo) de tipo material, sino que psicológica y ética, es decir, que está ligada a las motivaciones humanas. No es entonces una crisis fácilmente medible ni fácilmente identificable.
Lo anterior se conecta con grandes procesos sociales como los movimientos de masas, pero también con crisis psicológicas como la depresión o el agotamiento crónico, entre otros, que en última instancia tienen que ver con la “capacidad de movernos”.
El programa aquí esbozado vincula a la sociología con la psicología. Recordando a Hannah Arendt, ella decía que la soledad es –en última instancia— la base de los movimientos totalitarios. El concepto de “energía social” también permite explicar en positivo la solidaridad o confianza interpersonal en los grupos. Como dicho término ha sido usado más en la filosofía o en el esoterismo que en las ciencias sociales, se justifica la necesidad de brindarle un mayor rigor conceptual y una bajada u operacionalización empírica.
En línea con las intuiciones del proyecto, Montero señaló lo siguiente: “Pienso que (en las ciencias sociales) se ha dado una visión más estática que móvil de la sociedad, se ha visto más abstracta que concreta.”
Sobre el caso chileno, se han pensado los movimientos sociales como motivados por la indignación, el malestar o cansancio, la sensación de impotencia o de desafección, por ejemplo, cuando se decía que los/as chilenos/as no se sentían conectados/as con la política.
Después del Estallido Social, los/as políticos/as trataron de canalizar toda esa energía motivacional con intentos fallidos de nueva Constitución, con un proceso constituyente que -al menos exteriormente- no trajo ningún tipo de resolución de la crisis que se venía arrastrando.
En una columna de CIPER, Montero junto a Nicolás Tobar caracterizaron la crisis sobre todo como “implosión social” (constelación de sentimientos vinculados a una carencia de solidaridad y dignidad, a una falta de sentimiento de comunidad y confianza, pero también a la expectativa de recobrar todo esto), con la cual intentaron indicar una necesidad de reivindicar la esfera sociocultural de la sociedad chilena y darle un equilibrio que hoy no posee. En esta esfera ‘cultural’ se jugarían muchas de las energías motivacionales que debemos poder comprender.
El concepto de energía social permite, además, un diálogo entre culturas y civilizaciones, dirigiendo también la mirada hacia fuera de occidente (India, China, pueblos indígenas de América). Pareciera que en occidente “tenemos una idea algo errónea de energía, pues pensamos la energía social como un recurso individual y no como una fuerza colectiva interpersonal. Solo se tiende a ver como algo psicológico.
“La vemos como un recurso: por ejemplo, yo invierto mi tiempo y energía para tener un determinado resultado. Negamos el carácter circulante de la energía. Todas las actividades con energía social dan cuenta de una vinculación entre personas”, dijo Darío Montero.
Este carácter internacional e intercultural es parte del sello del Grupo de Investigación “Sobre el concepto de energía social”. El grupo de investigación se enmarca dentro de un proyecto financiado por la Sociedad Alemana de Investigación (en alemán, la Deutsche Forschungsgemeinschaft cuya sigla es DFG), una importante organización alemana de patrocinio de investigación científica y humanista, la más grande de Europa, y con apoyo del Premio Leibniz, a cargo del Prof. Hartmut Rosa (Universidad de Jena), comenzando en septiembre de 2024 y por el plazo de tres años.
Durante todo ese periodo, el profesor Montero participará como co-investigador, con períodos de cooperación intensiva y presencial en la Universidad de Jena, en Alemania, iniciando con una estancia de investigación de dos semanas en dicha universidad, del 20 de enero al 03 de febrero de 2025.
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