Discurso leído por el Rector en Inauguración del año académico 2012
Estimadas amigas y amigos:
1.- SALUDO INICIAL
Al inaugurar hoy el Año Académico 2012 de la Universidad de Chile, y a nombre de toda nuestra comunidad universitaria, académicas y académicos, estudiantes y personal de colaboración y en el mío propio, doy la más cordial bienvenida a los y las estudiantes que han elegido incorporarse este año 2012 a las carreras de pregrado y a los programas de postgrado de la Universidad de Chile.
Agradezco a toda nuestra comunidad universitaria por el comprometido y generoso trabajo que realizan, día a día, al más alto nivel de calidad y desempeño.
Lamento que no hayamos podido realizar esta ceremonia en nuestra Casa Central, a la espera del proyecto de remodelación y restauración que le devuelva la dignidad que merece el que, a fines del 1800, era "el Palacio de la Universidad de Chile", símbolo de la educación pública laica y republicana.
2.- EQUIDAD: UN COMPROMISO QUE CUMPLIÓ A SATISFACCIÓN SU PRIMERA ETAPA
Hace aproximadamente un año y medio nos comprometimos frente a ustedes a destinar esfuerzos para avanzar en el diseño e implementación de una Política de Equidad e Inclusión en la Universidad de Chile, que fuese capaz de ofrecer igual oportunidad a estudiantes meritorios que provienen de diferentes circunstancias sociales.
En 2010, invité a un grupo de estudiantes, académicos, profesionales y expertos a conformar la Comisión de Equidad e Inclusión, la que levantó un diagnóstico de la situación interna de nuestros estudiantes tomando en cuenta aspectos de diversidad y resultados académicos. Se revisaron experiencias de otras Instituciones y se recibió a expertos. Esta labor se llevó a cabo con el convencimiento de que teníamos el deber de abrir puertas a generaciones de jóvenes que por diversas razones no vislumbraban en su futuro el convertirse en profesionales de esta Casa de Estudios.
"Hacia una política de equidad e inclusión en la Universidad de Chile" se tituló el informe que recomendaba implementar el Sistema de Ingreso Prioritario de Equidad Educativa.
Clave para el desarrollo de este proyecto fue la experiencia de la Facultad de Ciencias Sociales que se inició en el año 2010
Teniendo en cuenta los buenos resultados de FACSO y pensando en la Admisión 2012, el Sistema de Ingreso Prioritario de Equidad se implementó en otras seis Facultades y diez carreras en total. El SIPEE se focalizaría en jóvenes de destacada trayectoria académica provenientes de establecimientos municipales, privilegiando a quienes han estudiando en contextos de alta vulnerabilidad y que pertenecieran a los tres primeros quintiles de ingreso.
En muchos establecimientos educacionales nos topamos con la incredulidad de muchos docentes que nos decían 'No vengan para acá, no vengan a nuestro colegio, porque de acá no ha salido un estudiante que haya entrado a la Universidad de Chile'.
Pero nuestro compromiso siguió incólume y con alegría comprobamos que más de 900 jóvenes adhirieron a este proceso. De ellos, este año 2012 se matricularon 219 estudiantes, 104 por el Cupo de Equidad y el resto lo hizo por vía regular, todos estudiantes que provienen de liceos del sistema municipal y que se han distinguido por sus trayectorias académicas de excelencia, a pesar de estudiar en contextos desfavorecidos. Adicionalmente, 188 estudiantes ingresaron por el sistema de cupos supernumerarios BEA, lo que da un total de 292 estudiantes que ingresaron por vías de equidad.
Es importante, sin embargo, reconocer que las inequidades no se producen, solamente, con quienes no han tenido la oportunidad de llegar a la Universidad de Chile. También se evidencian dentro de nuestra propia comunidad, cuando -por ejemplo- observamos que entre nuestras carreras se constatan importantes diferencias en la composición estudiantil dependiendo de la selectividad de las mismas. Mientras en algunos programas el porcentaje de estudiantes pertenecientes a los dos primeros quintiles está por sobre el 40%, existen 17 carreras en que este porcentaje no alcanza el 10%.
Es por ello que hemos acordado destinar los recursos que la Universidad ha recibido a través del Fondo de Fortalecimiento de las Universidades del CRUCH, impulsado por el Gobierno, y que corresponden a aproximadamente $2.600 millones de pesos en un plazo de 6 años, a un macro proyecto de Profundización de la Equidad Educativa en la Universidad de Chile. Este es, tal vez, el símbolo más contundente de nuestra voluntad política y decisión de avanzar hacia un nuevo paradigma de Universidad, desde la perspectiva de la equidad y la inclusión. Además del Fondo de Fortalecimiento, podemos contar el FIAC destinado a la implementación de la Política de equidad e inclusión, la adjudicación de las nuevas Becas de Nivelación Académica, y la intención de que los distintos proyectos que vengan en el futuro incorporen, entre sus motivaciones y planes de trabajo, el nuevo paradigma al que hacemos referencia.
Para ello se fortalecerán las unidades de bienestar estudiantil a nivel central, se instalarán unidades de calidad de vida en facultades e institutos de manera de asegurar estándares mínimos, se realizará un Censo de Estudiantes de Pre y Postgrado, y se creará un Centro Piloto de Apoyo al Aprendizaje de los Estudiantes, una iniciativa que se replicará posteriormente en distintos Campus de la Universidad.
También deberemos expandir el Sistema de Ingreso Prioritario de Equidad Educativa a más Facultades y carreras que generosamente pongan a disposición nuevas vacantes para el ingreso 2013, además de seguir explorando otras alternativas de ingreso que nos permitan reconocer el talento que no logramos identificar con los mecanismos de selección existentes vía PSU. Nuestra meta es que de aquí a cinco años, el 20% de los estudiantes que ingresen a primer año lo hagan por vías de equidad, complementarias a la PSU. Hoy, los ingresos vía el SIPEE y cupos supernumerarios representan el 5,47%, tenemos trabajo por hacer.
Recordemos que desde el año 2010 los y las estudiantes de los dos primeros quintiles de ingreso reciben la Beca Equidad Universidad de Chile, que les cubre la diferencia entre el arancel real y el arancel de referencia. Eso significa que 5.000 estudiantes estudian gratis en la Universidad de Chile, lo que representa un aporte de más de $ 2.700 millones de pesos al año.
Agradezco y aplaudo a todos y a todas quienes, con su trabajo, generosidad y emoción, han hecho posible cumplir con esta etapa de este proyecto, que son muchos, que pusieron sus corazones y sus mentes en sacar este proyecto adelante, y también a las autoridades de las unidades que han participado, y pido disculpas por no poder nombrarlos a todos y a todas, como debería hacerlo.
3.- COLOQUEMOS LA EDUCACIÓN EN EL CENTRO DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE DEL SIGLO XXI
Al asumir el segundo período de esta rectoría, el 23 de junio de 2010, señalé que, así como el primer período había tenido como eje central la revitalización de las Humanidades, las Artes y las Ciencias Sociales y de la Comunicación, proyecto que como Iniciativa Bicentenario hoy está en fase de implementación, en este segundo período, y tal como indicaba el programa que como candidato presenté a la comunidad universitaria, la recuperación del liderazgo en Educación estaría en el centro de nuestra gestión.
En ese contexto, nuestra Rectoría convocó a un proceso de definición, diseño e implementación para el Proyecto Institucional de Educación de la Universidad, con el fin de dotar de cuerpo y realidad a las orientaciones estratégicas emanadas del Plan de Desarrollo Institucional aprobado por el Senado Universitario. Esencialmente se trata de responder, desde nuestro oficio, a los anhelos de cambio estructural que Chile reclama para su sistema educativo, y aportar con ello, a cimentar cambios culturales de largo aliento - entre otros, a elevar la valoración de la profesión docente y contribuir a la construcción de una cultura que reconozca en cada niño y niña chileno un sujeto igual en dignidad, derechos y oportunidades.
En una primera fase, entre octubre de 2010 y enero de 2012, una Comisión académica presidida por la Prorrectora profesora Rosa Devés e integrada por personas con responsabilidades y capacidad demostrada en el área educación, se encargó de conducir un proceso de reflexión y debate destinado a identificar las bases esenciales sobre las cuáles la Universidad de Chile debiera desarrollar el área académica y profesional de la Educación.
El resultado de este proceso, apoyado por un proyecto MECESUP, ha quedado plasmado en el Informe "Bases para el Proyecto Institucional de Educación de la Universidad de Chile". Este informe entrega a la comunidad universitaria, un conjunto sólido de ideas y propuestas emanadas del análisis y el debate, que servirán de guía para la construcción colectiva de un espacio amplio e inclusivo para la educación en nuestra Universidad. Al mismo tiempo, da cuenta del proceso realizado y de los aportes desde variados ámbitos de la Universidad. Expreso aquí mi especial agradecimiento personal y en nombre de la Universidad para todos y todas quienes han trabajado intensamente en este proceso, guiados por el compromiso con una mejor educación para los niños y jóvenes de Chile.
¿DÓNDE ESTAMOS?
Entre las iniciativas más relevantes que ha desarrollado nuestra Universidad en el área de la Educación en las últimas décadas, podemos citar:
- El Programa de Formación Pedagógica para la enseñanza media de tipo post-licenciatura, de la Facultad de Filosofía y Humanidades en 1994, pionero en su género en Chile, que ha formado hasta nuestros días más de 400 profesores con el sello Universidad de Chile. A través del Departamento de Estudios Pedagógicos creado en 2007, este programa posee en la actualidad una sintonía importante con la orientación académica de experiencias internacionales de frontera.
- El Centro de Investigación Avanzada en Educación, creado en 2006, uno de los dos centros multidisciplinarios de excelencia con los que cuenta hoy el país.
- Los programas de magíster en educación, impartidos desde la Facultad de Ciencias Sociales, que concentran una alta demanda de estudiantes becarios de excelencia y forman parte de los 12 programas que en 2011 se encontraban acreditados, entre los casi 180 programas de magíster en educación existentes en el país a la fecha.
- La carrera de Profesor de Enseñanza Media en Física y Matemática en la Facultad de Ciencias, que en 2005 inaugura un modelo colaborativo con el Departamento de Estudios Pedagógicos, con ingreso directo desde el primer año y con un modelo que va integrando, de manera creciente, los saberes provenientes de las disciplinas pedagógicas con aquellos de las disciplinas de base.
- El programa de Educación Parvularia y Formación Básica Inicial en la Facultad de Ciencias Sociales.
NUESTRAS RAZONES
Años antes de ser rector, Valentín Letelier, fue uno de los varios "viajeros pedagógicos" comisionados por el Estado de Chile durante la segunda mitad del Siglo XIX para conocer los sistemas educativos más desarrollados de su tiempo. Así informaba Letelier al gobierno chileno de su visita a Alemania, indicando los desafíos que él visualizaba para el Chile de la época:
"Nosotros hemos menester fundar ocho o diez seminarios, mejorar los sueldos de los preceptores, crear en el personal docente el sistema de ascensos fundado en aptitudes calificadas, construir más de mil escuelas, organizar los servicios del censo i de la estadística escolar, estimular los congresos pedagógicos, reorganizar i estender los planes de estudio, cambiar radicalmente los métodos didácticos, poner todo el servicio de la visitación de escuelas en manos de los institutores que más se hayan distinguido como maestros, i todo el servicio de la inspección jeneral i de las oficinas de instrucción primaria del Ministerio en manos de los que más se hayan distinguido como visitadores; especializar las escuelas en conformidad a las necesidades locales, etc. etc.; i para obra de tamaña magnitud, se requiere la combinación de esfuerzos de todos los chilenos que se interesen en el desarrollo de la cultura moral e intelectual de la patria."
Sin duda, la esencia de las palabras de Valentín Letelier en ese 1885 resuena hoy con increíble vigencia.
Cuatro años más tarde, Valentín Letelier ya había logrado que, pese a las resistencias que en su momento él encontró, el Estado creara el Instituto Pedagógico y lo instalara en la Universidad de Chile. En 1891, el futuro Rector encabezaba ahora su defensa diciendo: "... para todos los chilenos, defender el Instituto Pedagógico es defender uno de los agentes más poderosos de la cultura nacional, y suprimirlo es imposibilitar la formación del profesorado chileno, es hacernos perpetuos tributarios de la pedagogía extranjera."
¿De quiénes defendía Letelier al naciente Pedagógico? Lo hacía de las fuerzas conservadoras que veían con malos ojos que se profesionalizara la función docente, propiciando de este modo la responsabilidad del Estado y la laicidad en la educación nacional; pero también lo hacía de aquellos que veían como una empresa inútil intentar otorgar rango universitario a la formación docente y pretender dar sistematicidad y bases analíticas a las labores pedagógicas.
Hace tres décadas, y a casi un siglo tras la gesta original de Valentín Letelier, el Rector Delegado de la entonces recientemente creada Academia Superior de Ciencias Pedagógicas, sin ningún pudor y con curiosa alegría, escribía en marzo de 1981: "Ahora estamos nuevamente solos", haciendo alusión a la reciente separación del antiguo Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.
Quienes, en el marco de las políticas educacionales impuestas en Chile durante los años ochenta, fueron responsables o apoyaron esta arbitraria separación, privaron a Chile de opciones de desarrollo académico para las profesiones docentes; clausuraron de facto toda reflexión substantiva sobre el problema crucial que representa para todo sistema educativo la formación del profesorado. Hasta el día de hoy, ellos jamás han aportado elementos que justificaren su visión e intenciones, ni se les ha escuchado la más mínima autocrítica por los efectos palpables de sus políticas. Así como hoy recordamos a quienes en la historia republicana de Chile y desde la Universidad de Chile desarrollaron la educación pública y laica de nuestro país, así también la historia mencionará a los responsables de haber cercenado la educación de la Universidad de Chile, y sólo por el poder que les daba la dictadura.
¿Por qué la Universidad de Chile debiera aspirar hoy a involucrarse en educación a una escala académica y profesional mayor que la que hoy ya realiza? -mayor en calidad, cantidad, desarrollo, impacto, sustentabilidad y visibilidad -. ¿Para qué invertir tiempo y recursos de la Universidad y del país en un esfuerzo de esta naturaleza? ¿Acaso no nos basta con mantener o incrementar lo ya existente, mejorar los aspectos deficitarios más evidentes y conformarnos con lo que ya hemos logrado durante la última década?
Afirmamos, sin ambages, que la Universidad de Chile está y estará incompleta sin un área de educación fuerte y debidamente desarrollada al más alto nivel nacional e internacional. Pero, igualmente afirmamos, que este esfuerzo tendrá verdadero sentido y valor si somos capaces de realizarlo en colaboración con otros, especialmente a través de una interacción fecunda con otras universidades estatales que están trabajando por el mismo objetivo.
EL DESAFÍO DE LA EDUCACIÓN
Al invitar hoy a la comunidad universitaria a sentar las bases, a través de un proceso participativo pero efectivo y con sentido de urgencia, para que el área educación en nuestra institución tenga el más alto nivel, lo que buscamos es hacernos parte de uno de los desafíos más apasionantes de las sociedades contemporáneas: ¿cómo aprendemos los seres humanos?, ¿cómo la educación contribuye a la conformación, reproducción y cambio de las estructuras y relaciones sociales?, ¿qué nuevos roles podrían ser imaginados en el futuro para los maestros de diferentes niveles?, ¿podemos acaso asegurar que la formación "frontal", desvinculada de la práctica, la vida cotidiana y sus contextos diversos, circunscrita sólo a las aulas y patios será inmutable y eterna?
Si la formación pedagógica debe ocupar el lugar central, es esencial que ella se nutra y dialogue de manera permanente y sistemática -y no aislada como ocurre hoy- con las ciencias sociales, las ciencias naturales y exactas, las humanidades, las tecnologías, las artes y las ciencias biomédicas.
¿QUÉ TIPO DE DOCENTES ASPIRAMOS A FORMAR, ENTONCES?
Queremos entregar al país un docente que ha elegido ser profesor por vocación y que está preparado para formar con cariño a cada niño o joven, como un ser único y libre que sea capaz de desarrollarse en interacción con otros y de aportar solidariamente a la construcción de una sociedad más humanizada. Queremos formar un profesor que facilite el aprendizaje en los distintos ámbitos y que ayude al niño a construirse como ser humano; un profesor que escucha más de lo que habla, que es capaz de mostrar los distintos caminos posibles más que un camino único, que acompaña, y guía al niño o al joven en la elección del suyo, que le abre nuevos y maravillosos mundos; que le entrega las herramientas para realizar ese camino con creatividad, con seguridad, con los estándares acordados por la sociedad en que se va a desenvolver y con una actitud respetuosa y solidaria.
Aspiramos a formar un profesor que fomente la autonomía y el pensamiento propio en sus alumnos, que fomente la felicidad, la confianza, la curiosidad, el espíritu crítico, el respeto y valoración de los otros, la inserción y convivencia armónica en la naturaleza y el medio social. Un docente que no permita que ningún alumno quede rezagado en su clase y escuela, que sea capaz de vincular saberes y al mismo tiempo de guiar a sus alumnos de manera generosa y profunda en aquellos conocimientos que son de su directa responsabilidad. Un docente que sea capaz de reflexionar e innovar sobre su propia práctica, que no se conforme ni con recetas ni con discursos producidos por otros, precisamente porque los comprende y es capaz de asimilarlos y ponerlos en contribución en su propia práctica. Un docente que es capaz de liderar a la comunidad de pares, padres, estudiantes y profesionales con los que participa del proceso educativo.
Aspiramos, por lo mismo, a formar profesionales docentes íntegros e integrales, marcados por el sello de nuestra Universidad y con un robusto compromiso ético acorde a las responsabilidades enomes de las cuales son depositarios.
¿QUÉ APRENDIMOS DURANTE 2011 MIRANDO Y YENDO A PAÍSES COMO FINLANDIA, AUSTRALIA, SINGAPUR O CUBA?
Que sólo con sistemas educativos que pongan al centro a las personas, y en que la divisa permanente sea la confianza en la capacidad de aprender de todos y cada uno, así como en el deber de posibilitar el despliegue de las múltiples potencialidades individuales acompañando y facilitando los aprendizajes para todos, podremos ser fieles a nuestra vocación. Diferentes sistemas educativos en el mundo nos muestran que, a fin de cuentas, una formación a escala humana es más exitosa en todos los planos: aprendizajes más sólidos, individuos más creativos, mejor adecuación a un mercado del trabajo en permanente evolución, sociedades que poseen mejores bases para fundarse en el respeto al otro y a sus derechos.
Aprendimos también que el cultivo profundo de las disciplinas no debiera concebirse separado del estudio de la enseñanza de las mismas. Reforzamos la convicción de que una parte de la investigación relevante para la formación docente es una investigación situada, que si bien presenta mayor dificultad para su generalización y divulgación, posee un valor esencial en la formación del saber pedagógico con que el futuro docente ejercerá y desarrollará su profesionalidad.
En efecto, una parte esencial de la formación docente efectiva y profunda es de carácter "clínico", ligada indisolublemente a la propia práctica, reflexividad e identidad de la persona, ligada a los pares de mayor trayectoria y experiencia y a académicos universitarios con real vinculación al aula y las escuelas. En síntesis, una formación que reclama un constante ir y venir, que articula de manera consistente teoría y práctica, y que permite comprender en profundidad el contexto escolar en sus diferentes niveles.
Aprendimos que los mejores sistemas educativos respetan y confían en sus profesores y profesoras, los que responsablemente trabajan en un espacio de libertad.
¿A QUÉ ESTAMOS INVITANDO CONCRETAMENTE A LA UNIVERSIDAD DE CHILE?
Al inaugurar el Año Académico 2012 de nuestra Casa de Estudios, invito a la Universidad de Chile, invito a su comunidad universitaria, a responder a estos desafíos, pero de manera innovadora, de cara a la Universidad de Chile del siglo XXI.
Hoy, no mañana ni el próximo año, hoy es el momento de las decisiones y de las voluntades políticas institucionales; es el momento de mostrarle al país que nos fundó, que no se equivocó y que nuestro Norte sigue siendo Chile y su gente; es el momento de demostrarle a la ciudadanía y a nosotros mismos, que tenemos y dominamos las competencias disciplinarias, los niveles de excelencia académica y las capacidades de gestión interna necesarios para abordar uno de los más trascendentales problemas que tiene el país, la educación de nuestros niños y niñas; ellos y ellas nos han estado esperando por mucho tiempo; y, sobre todo por esto último, hoy es el momento de las generosidades y de los compromisos internos, para avanzar en el logro de este objetivo país. Y eso pasa por tener la capacidad de tomar las decisiones estratégicas y de tener las voluntades políticas institucionales para recuperar el liderazgo de la Universidad de Chile en la formación inicial de profesores, en su perfeccionamiento, y en la investigación en educación y disciplinas relacionadas.
Con mucha emoción personal, recordando en mi corazón a los viejos profesores y profesoras primarios de provincia, entre los cuales están quienes me dieron la vida, me educaron con cariño y amor en el respeto y en el esfuerzo personal y me hicieron vivir la belleza, la austeridad, la modestia, el sacrificio, la dignidad y las alegrías del profesor y profesora de Escuela y de la educación pública; pero también con mucha emoción institucional, como Rector y como miembro de nuestra comunidad universitaria, por lo que representa empezar a sanar una de las heridas más profundas y brutales con las que la dictadura nos quiso destruir, desmantelar y matar el alma; con mucha humildad; con mucho sentido de la responsabilidad y consciente de las dificultades que implica; pero, a la vez, con la más absoluta convicción personal y como Rector, de que es lo que debemos hacer por el bien de los niños y niñas de nuestro país, especialmente de los más pobres, de los que ya no tienen ni sueños ni esperanzas, pero que ven en la Universidad de Chile una luz en esa oscuridad; con todas esas emociones en mi mente y en mi corazón, propongo hoy, invito hoy a la comunidad universitaria y a los órganos de gobierno universitario, la creación de una Facultad de Educación en la Universidad de Chile.
Una Facultad de Educación que otorgue a la Educación un lugar definido y consolidado entre nuestras estructuras, que le permita conquistar el desarrollo académico y todo el prestigio que merece.
Pero, cuidado, si realmente queremos hacer la diferencia en la Educación en Chile, y si efectivamente queremos ser un referente internacional en este campo, cumpliendo los objetivos previamente mencionados, la Facultad de Educación en la Universidad de Chile debe ser desarrollada de manera integrada y transversal con el resto de la Universidad de Chile. Por eso, la institucionalidad que finalmente le demos a esa nueva facultad, debe ser innovadora, que refleje en los conceptos y en la práctica esa integración y transversalidad con las demás disciplinas y unidades académicas de la Universidad y, por ende, una institucionalidad distinta a la que hoy tiene el resto de nuestras facultades. El desafío de toda nuestra comunidad universitaria, del Senado Universitario y del Consejo Universitario será imaginar una institucionalidad lo suficientemente imaginativa e innovadora de modo que la Facultad de Educación de la Universidad de Chile pueda hacer la diferencia, y que la potencie y le facilite la articulación de la Educación con el resto de la Universidad, que haga que el proceso de desarrollar la Educación en la Chile, la manera de formar nuevos profesores y de hacer investigación en Educación, sea un proceso eminentemente institucional, pues será la Educación de la Universidad de Chile. No queremos una Facultad de Educación estanca, incomunicada con el resto de las disciplinas y unidades académicas de la Universidad, que se desarrolle como si el resto de la Universidad no existiera. Esa no sería la Educación que queremos desarrollar. Para eso, sigamos como estamos, no nos compremos conflictos inconducentes.
Así, nos imaginamos esta facultad potenciando y coordinando esfuerzos formativos, con diferentes facultades, escuelas y departamentos de toda la Universidad. Propiciando que académicos de diferentes disciplinas y unidades nutran, en lo que les corresponde, la formación docente inicial y continua. Apoyando el fortalecimiento del estudio y las competencias didácticas en los departamentos disciplinarios de otras Facultades, a través de núcleos de investigación, de académicos compartidos, de proyectos conjuntos.
Nos imaginamos esta facultad generando y garantizando la existencia de programas de formación pedagógica de excelencia en todos los niveles y bajo diferentes modalidades que atiendan a las vocaciones y necesidades nacionales, conduciendo ese proceso con toda la Universidad y no de manera autocentrada o aislada.
Nos imaginamos esta facultad como un foco catalizador de las energías existentes y creador de otras nuevas, que desarrolle docencia, investigación, extensión y vinculación internacional y con el medio, de alta intensidad, que participe activamente en la creación de conocimiento.
Nos imaginamos esta facultad con una estructura de gestión focalizada en la labor académica y un alto grado de apoyo técnico y profesional. Con una alta vinculación y alianzas de desarrollo conjunto, en especial, con centros educacionales de diverso tipo y sus respectivas comunidades escolares.
Nos imaginamos esta facultad liderando la defensa de la educación pública y promoviendo la equidad y los valores de la Universidad de Chile.
Nos imaginamos, además, poniendo todas las capacidades de la Universidad de Chile en pos de generar y fortalecer una RED de universidades estatales en torno a la formación inicial docente e investigación educativa; una RED que sobre la base de la excelencia y la colaboración activa entre ellas -y no sobre la competencia entre ellas- mejore la formación docente de Arica a Magallanes y genere un cambio de fondo en nuestro sistema educativo. Especial relación deberá tenerse con la Universidad de Playa Ancha y con la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación.
Para acercarnos a esa meta, durante los próximos dos años, la Universidad de Chile debiera concretamente avanzar, tal como se ha propuesto en el documento "Bases para el Proyecto Institucional de la Universidad de Chile":
- La creación de una nueva oferta académica de pregrado para la formación inicial docente que contemple nuevos programas en los niveles de educación parvularia, básica y media.
- Deberemos conformar una Red de establecimientos educacionales de todos los tipos y niveles -empezando por nuestro Liceo Manuel de Salas, nuestro Instituto Artístico de Estudios Secundarios y, por supuesto, con el Instituto Nacional, que el próximo año cumple 200 años- con los que la Universidad establezca alianzas estratégicas con diferentes grados de profundidad y proyectos de desarrollo mutuo.
- En los próximos cuatro años, la matrícula total de programas de formación pedagógica debiera multiplicarse por tres llegando a cerca de 1500 estudiantes inscritos en los diferentes programas, incluidos aquellos cuya tuición será compartida entre la Facultad de Educación y otras Facultades.
- Siguiendo la experiencia acumulada hoy en el DEP, los sistemas de ingreso a los diferentes programas de formación docente considerarán otros criterios diferentes a la sola PSU, de manera tal a premiar aspectos vocacionales, habilidades específicas y el desempeño absoluto y relativo durante la enseñanza media.
- En investigación en educación y formación docente, potenciaremos el desarrollo y complementariedad de diferentes enfoques metodológicos -cualitativos y cuantitativos-, garantizando una presencia relevante de metodologías cualitativas y de investigaciones "situadas en la escuela", con intensa colaboración de los actores escolares, especialmente los docentes.
- En el posgrado diversificaremos, de manera colaborativa entre la Facultad de Educación y otras unidades, nuestra oferta de magísteres y postítulos. Al mismo tiempo, sentaremos las bases para ofrecer un doctorado de nivel internacional. Por su parte, la llamada formación docente continua deberá pasar a ser parte orgánica del proyecto académico de los programas de formación docente de pregrado, superando el reducido esquema de la venta de servicios y de la sola oferta de cursos de perfeccionamiento.
- Fortaleceremos el cuerpo académico a través de la contratación de un número significativo de nuevos académicos de jornada completa con doctorado y la conformación de equipos de trabajo capaces de liderar y abordar los nuevos desarrollos propuestos, con especial énfasis en el trabajo multidisciplinario. Para ello deberemos realizar una fase de transición que permita reestructurar las unidades actuales, alojando las nuevas contrataciones mientras se diseña y da forma a la implementación de la futura Facultad de Educación. Durante 2012 debiera constituirse un Instituto Transitorio de Educación y Formación Docente que permita asumir dichas tareas y abra el camino hacia las metas propuestas.
La invitación que formulamos hoy a ustedes, es a participar en este proceso para dotar a la Universidad de Chile de un proyecto académico del cual hoy carece, y cuyo potencial de innovación es enorme. Abordando seria y profundamente hoy los desafíos académicos de la educación, lo que la Universidad de Chile logrará es evolucionar ella misma hacia mejores horizontes, con una mayor integración y coherencia.
Lejos de mermar a las Facultades existentes, se abrirán enormes posibilidades de desarrollo conjunto sobre la base de la colaboración académica y de una mejor integración institucional en gestión; se potenciará la flexibilización de los itinerarios curriculares en pregrado y la innovación en los mecanismos de selección de estudiantes; se sentarán las bases para el estudio y desarrollo de la docencia de nivel universitario; se asentará una considerablemente mayor vinculación con el medio, considerando entre otras, la conformación de una efectiva red de universidades estatales que fomenten y practiquen los más altos estándares de formación docente a lo largo de todo Chile.
En las semanas y meses que vienen tendremos que trabajar intensamente para proyectar el camino que nos llevará a esta meta.
Propondremos a los órganos superiores de gobierno universitario que esta iniciativa sea considerada una prioridad institucional en la formulación de las proyecciones de inversión para los próximos 20 años. Al mismo tiempo, postularemos como institución a los Convenios de Desempeño con que el Estado de Chile apoyará el desarrollo y excelencia de la formación docente. Entendemos que la envergadura de los desafíos propuestos requiere del aporte decidido del Estado y de la Universidad al mismo tiempo.
Convocaremos a diversos grupos de trabajo a ser parte del desarrollo de esta segunda fase de diseño e implementación del Proyecto Institucional de Educación, con participación de académicos y estudiantes de diferentes unidades ligadas al área educación para dar forma a los hitos que permitirán en los próximos dos años facilitar el tránsito hacia la nueva institucionalidad.
4.- NUESTRO ESFUERZO, POR GRANDE QUE SEA, NO ES SUFICIENTE
Aunque no fue precisamente parte de un Nuevo Trato, la Iniciativa Bicentenario para la Revitalización de las Humanidades, las Artes y las Ciencias Sociales y de la Comunicación en la Universidad de Chile, por 50 millones de dólares en cinco años (con una suma similar para las demás universidades estatales), apoyada tanto por la Presidenta Bachelet como por el Presidente Piñera, fue un ejemplo de la relación que debiera existir entre el Estado y sus universidades estatales, con derechos pero también con deberes y responsabilidades. Una Iniciativa Bicentenario similar, ahora para Recuperar el Liderazgo Nacional en Educación en la Universidad de Chile y en las demás universidades estatales no sólo repararía una deuda histórica contraída por el Estado en tiempos de la dictadura, cuando se despojó y por razones políticas la Educación de la Universidad de Chile, también serviría para avanzar en el Nuevo Trato entre el Estado y sus universidades estatales en un tema país: mejorar la calidad y equidad de la educación pública en Chile.
5.- REFLEXIONES FINALES
Sabemos que en materias educacionales todos poseemos opinión y, generalmente, nadie se priva de expresarla. Y ello está muy bien, pues finalmente la educación que nos demos será la sociedad que construyamos.
Lamentablemente, en los últimos 30 años en Chile, las posiciones dominantes en educación no han sido principalmente fruto del diálogo. Si la conformación de los sistemas educacionales en todo tiempo y lugar tiene un componente ideológico, negar aquello es finalmente en extremo dañino y sólo puede terminar favoreciendo a unos pocos. Es más prudente y juicioso darle su justo lugar a esa importante parte del debate educacional.
Sin embargo, también es importante permitir que el espíritu crítico y la curiosidad científica ingresen al campo de la educación y sus prácticas, permitiendo generar evidencia y reflexiones con base tanto empírica como teórica, compartiendo entre pares los hallazgos, las dudas, las preguntas y las búsquedas. Estamos convencidos que el aislamiento de las disciplinas que se interrogan y trabajan en torno a la educación y los fenómenos y procesos educativos sólo favorece la mantención del statu-quo. Por desgracia, entre los daños que la dogmática y nada inocente entrega de la educación al mercado ha generado en nuestro país, ha estado el acentuar la devaluación social, material y también formativa de la profesión docente, aislando los afluentes y ríos que nutren su saber.
Lejos estamos de los tiempos en que Valentín Letelier permeó a buena parte de la elite chilena con esa idea de que "Gobernar es Educar". Son muchos los desafíos a acometer y son profundos los cambios culturales que aspiramos a provocar. Muchos de ellos requerirán de varias generaciones. Por eso mismo, hay que crear y mostrar rumbos desde ya. Hay que redoblar nuestros esfuerzos sin más tardanza.
Muchos años atrás fui testigo de cómo un profesor primario rural, desde los cerros interiores de su pueblo, llevó a un alumno al anca de su caballo para que pudiera asistir a otra escuela pública en la cual pudiera tener las oportunidades de seguir estudiando. Hoy ese alumno es un profesional. Hace pocas semanas un aisenino -hoy conocido por todos- contaba cómo gracias a sus profesores llegó a ser el hombre digno y sereno que es hoy. Esos profesores hicieron la diferencia en la vida de esas dos personas.
En la figura de esos dos maestros quisiera centrar un homenaje a nuestras educadoras y educadores de párvulos, a los profesores y profesoras de Chile, que con pasión, ingenio y sabiduría se levantan cada mañana a enfrentar desafíos de una magnitud e importancia tales que ninguna otra profesión u oficio posee.
Para ellos nuestro reconocimiento y afecto; y para ellos y para nuestros niños y niñas, este hacerse presente sin eludir responsabilidades, este mensaje de esperanza, humilde y a la vez apasionado de parte de nuestra Universidad, la de todos los chilenos y chilenas.
Mis últimas palabras sean para insistir, en la Inauguración de este Año Académico 2012, que la Universidad de Chile seguirá luchando por una educación pública de calidad y equitativa, que seguirá luchando contra la mercantilización de la educación, y que mientras la educación pública de calidad y equitativa no sea un derecho de todos y para todos, la Universidad de Chile seguirá reclamándole a la Educación lo que nuestro poeta Pablo Neruda le reclamó al aire, diciendo:
No, aire,
no te vendas,
que no te canalicen,
que no te entuben,
que no te encajen
ni te compriman
que no te hagan tabletas,
que no te metan en una botella,
cuidado!
(..) (..)
ya vendrá un día
en que libertaremos
la luz y el agua
la tierra, el hombre,
y todo para todos
será, como tú eres.
¡Viva la Universidad de Chile! ¡Viva la Universidad de Chile, libre!¡Viva la Educación Pública de calidad y equitativa! ¡Viva Chile!
Muchas gracias.
- Letelier, V. (1885). Las escuelas de Berlín: informe elevado al Supremo Gobierno por la Legación de Chile en Alemania. Impr. Nacional. 98 pp.
- Anales de la Universidad de Chile, 1957, año CXV, n° 105. (p.136).
- "Desde que el viejo Instituto Pedagógico que, como sabrás, inició sus actividades en 1891 (sic), se asimiló a la Universidad, comenzó a declinar lenta pero sostenidamente la jerarquía de las carreras pedagógicas en la vida nacional y cuanto más profunda se hizo la dependencia de las carreras pedagógicas de las facultades universitarias que las absorvían (sic), más grande y evidente se hacía la necesidad de desagregarse de esas facultades para que pudieran las carreras pedagógicas reencontrarse con su identidad y reorientarse hacia sus objetivos específicos ... Ahora estamos nuevamente solos, como en nuestros mejores tiempos ...a partir de la creación de tu Academia, ya no estaremos desvinculados los unos de los otros, como apéndices agregados a la Universidad. Somos y seremos una comunidad pedagógica, una familia de auténticos maestros y estudiantes. Nuestro afán: aprender para enseñar... Tu Academia te proveerá de los conocimientos científicos, artísticos y literarios que, más tarde, deberás trasmitir a la juventud chilena." Fernando González Celis, Mensaje del Rector a los estudiantes de la Academia, En Nuñez, I. (2002). La formación de docentes. Notas históricas. En Profesores para Chile: Historia de un Proyecto, B. Ávalos (Ed.). MINEDUC. pp. 14-39.