“Hay que diversificar la matriz energética y no concentrarla en una sola cosa”, dice el químico y licenciado en Química de la Universidad de Chile, doctor por la Case Western Reserve University, Cleveland (Ohio, EE.UU.) y profesor de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago de Chile, José Zagal, quien hace un par de semanas recibió el premio Nacional de Ciencias Naturales 2024.
“Uno se dedica a la investigación por vocación, por pasión, y estos premios, aunque representan un reconocimiento externo a nuestra labor, provocan un aumento en el entusiasmo por la ciencia”, dice Zagal tras el reconocimiento que asegura le da energías para “seguir haciendo cosas interesantes y aportando al país y la formación de nuevos científicos”.
El egresado de la U. de Chile, ha dedicado su carrera a estudiar temas como la electrocatálisis –donde ha sido un promotor clave del hidrógeno verde y del desarrollo sostenible–, los electrodos modificados con macrociclos de metales de transición, la electroquímica de moléculas biológicas, la catálisis de reducción de oxígeno, los polímeros conductores y los sensores electroquímicos. Un foco importante de sus estudios ha sido el desarrollar modelos semi-empíricos que permiten diseñar catalizadores más eficientes en base a su estructura molecular y electrónica.
Reconoce que desde pequeño se sintió atraído por la ciencia y que fueron sus padres, principalmente su padre, quien lo estimuló a dedicarse por completo a esta disciplina. Estudió en el Liceo Abate Molina de Talca, y su horizonte estaba enfocado en la química, y dentro de sus opciones la Universidad de Concepción y la Universidad de Chile. Finalmente, la Casa de Bello lo acompañó en su formación de pregrado, pasando a trabajar apenas finalizó su carrera en la Usach, donde le impulsaron a realizar un doctorado en Estados Unidos.
Sobre su visión de la educación actual, asegura que., asegura que “la educación pública ha dejado de ser pública, no tiene ya ese apellido. Creo que ese fue un grave error estratégico que se cometió en los años 80”, afirma.
Y, sobre las nuevas generaciones de científicos, plantea que “deben creer en sus sueños", y los insta a "poner la creatividad por delante y a poner el foco en lo que están haciendo países muy pujantes como Finlandia o Singapur”.
- Han pasado algunas semanas desde que se le entregó el Premio Nacional de Ciencias Naturales, ¿Cómo se siente usted con ese reconocimiento que se le hace?
Muy entusiasmado en realidad porque uno se dedica a la investigación por vocación, por pasión, y estos premios, aunque representan un reconocimiento externo a nuestra labor, provocan un aumento en el entusiasmo por la ciencia, y siento que puedo seguir haciendo cosas interesantes, colaborando y aportando en lugar de relajarse, que podría ser el otro camino.
- Usted se formó en el Liceo Abate Molina, en Talca, después siguió sus estudios en la Universidad de Chile. ¿Cómo recuerda esos años? ¿siempre le gustó la ciencia?
Era muy curioso, bueno los niños son muy curiosos en general, y a veces los adultos los inhibimos un poco. Pero, yo no me sentí en ningún momento inhibido y mis padres notaron esa vocación de tratar de entender el porqué de las cosas, de lo que nos rodea, de la maravilla que es la naturaleza.
Yo armaba y desarmaba mis juguetes. Por ejemplo, me gustaba coleccionar insectos, clasificarlos, pero no porque fuera una tarea para el colegio, sino qué porque me entretenía mucho, lo hacía de forma espontánea. Recuerdo que me compraron un microscopio, miraba células, bichitos, hojas, empezar a tratar de entender el mundo y cómo funciona la naturaleza.
En esos años no había televisión en Talca y uno se entretenía leyendo, jugando, tocando y manipulando todo. Por lo tanto, había un interés en investigar en general, desde la astronomía, la matemática, en todo. No había una preferencia en particular y en los penúltimos dos años del colegio, un compañero de curso que también es científico, Mauricio Escudey, me invitó a su casa porque tenía un pequeño laboratorio de química que le habían regalado para la navidad, era una especie de kit y me interesé y empecé a hacer también experimentos de mi casa, muy simples, pero algunos hasta peligrosos, comprando algunos reactivos disponibles en ferreterías. Estos kits de juguete traen cosas muy limitadas, por supuesto, y empecé a buscar otras cosas que se podía adquirir fácilmente. Por ejemplo, cómo se puede hacer la pólvora, empezar a estudiar los elementos, mezclarlos, hacer cohetes, generar hidrógeno en un tubo de ensayo. En el patio de mi casa hacia volcanes de barro con toberas y los alimentaba con carbón y salitre provocando la ilusión de erupciones por las llamaradas que se generaban. Era todo muy lúdico, muy entretenido.
Me gustaba mucho también la astronomía. Me interesaba todo, en realidad, más allá de la ciencia, la música, el arte, la poesía, la literatura, la ciencia ficción, todo me gustaba. También tenía otras aficiones como el dibujo, especialmente la caricatura que he cultivado bastante y en esos años aprendí a tocar guitarra. En el Liceo participé en un conjunto folclórico por varios años, también en el coro y me interesaba entender la armonía. Ya en la universidad tuve alguna experiencia en el teatro e interpreté a Caifás en la ópera rock Jesucristo Superestrella que se estrenó en el Municipal en 1972. Ese mismo año ingresé a la 14a Compañía del Cuerpo de Bomberos de Santiago (bomba británica) membresía que todavía mantengo.
Durante mi doctorado en Estados Unidos tomé clases de teatro y estudié la gaita escocesa. Yo creo que tener tantos intereses es una gran ventaja ya que uno está siempre entretenido, por ejemplo, cuando viajo, admiro la belleza de los edificios, la gente con mucha atención, los monumentos, los museos, la arquitectura, todo, encuentro muy fascinante el mundo, las diferentes culturas, otras formas de pensar, me gusta hacer nuevos amigos en esos países.
- Y, ¿su llegada a la U. de Chile? ¿Cómo recuerda su etapa universitaria?
Postulé a la Universidad de Chile y a la U de Concepción y en esa época no había carrera de química en la U. de Concepción así que postulé a ingeniería química y quedé aceptado, pero al final me quedé en Santiago, yo creo que más bien por la cercanía porque de Talca a Santiago, era menos, por algo más bien geográfico. También me gustaba la medicina, pero cuando me empezó a gustar la química principié a alejarme un poquito de la medicina, pero también jugué con eso, operaba, anestesiaba ratas, miraba el corazón palpitando, después las suturaba.
Lo que gatilló fuertemente mi interés definitivo por la ciencia fue la pasantía que hice en la Universidad de Chile siendo liceano todavía en un laboratorio de biofísica en Beauchef y conocí por primera vez un laboratorio y connotados científicos. Y ahí ya me di cuenta que la investigación era lo que más me gustaba entre todos mis múltiples intereses.
- ¿Qué año fue esto?
En el 66. Estuve como un mes y medio en el verano y yo iba al laboratorio con muy ilusionado, por la mañana, así como quien va a una fiesta con un entusiasmo increíble. Eso ya me marcó, me definió porque estaba en duda, entre la medicina, pero más por el atractivo económico, pero me di cuenta de que la ciencia es lo que más me motivaba y me motiva. Y no me preocupé tampoco, de sí iba a encontrar trabajo. Ahora, cuando le dije a mi padre que podría estudiar astronomía, pero en esa época no existía la carrera, entonces me dijo y ‘¿dónde vas a trabajar?’ lo que en realidad no es así hoy. Podría haber sido físico también. Me fue muy bien en esa disciplina en el colegio, obtuve el premio al mejor alumno de física del Liceo de esa promoción.
- Luego, ¿se va a estudiar fuera de Chile?
Cuando terminé la carrera me contrataron como químico en la Usach. No había muchos programas de doctorado, estaban muy incipientes esos programas en química en Chile. Los postgrados en Chile son relativamente jóvenes, estaban recién comenzando en ciertas disciplinas. Preferí irme a Estados Unidos, me casé con una inglesa que me motivó mucho, mira vámonos a un país más desarrollado porque vas a terminar más rápido porque en esos años quedarse en Chile significaba trabajar con más dificultades. Consideré mejor estudiar con mejores recursos de laboratorio y equipamiento. Además, perfeccionar el idioma inglés también es clave en la carrera científica. Así que me fui a Estados Unidos y volví a los tres años a retomar mi cargo en la Usach.
Ahora la universidad –en esa época- ponía como requisito que uno tenía que hacer un doctorado, a uno lo contrataban con el compromiso que tenía que doctorarse en un tiempo relativamente breve después de haber obtenido la licenciatura. La universidad contrataba a algunos profesionales sin doctorado y los estimulaba a proseguir un doctorado en un corto plazo. Muchos de nosotros salimos de acá a muchos países desarrollados, a Europa, Estados Unidos y otros prefirieron quedaron en Chile haciendo doctorados en nuestro país. El año 1982 regrese a Estados Unidos a un postdoctorado en el Departamento de Energía del Brookhaven National Laboratory en Long Island, New York donde creció mi interés por las energías renovables.
Salir del país a estudiar y/o a pasantías largas es muy importante para un científico. Primero, se progresa más rápido porque hay más fondos, hay equipamiento más avanzado, y el idioma como ya señalé también es importantísimo en la ciencia. Creo que un científico que no habla bien inglés va a tener muchas limitaciones en su carrera. Por lo tanto, el idioma es clave. Bueno, mi nivel de inglés del Liceo era bastante bueno también. Como me gusta la música, me sabía todas las canciones de los Beatles y de otros grupos famosos. Entonces mejoré el inglés, en forma más bien autodidacta, como aprenden los niños y mi mujer inglesa ayudó bastante.
- Más de 50 años trabajando en la Usach y toda una vida vinculada a la Educación Pública, ¿cuál es su evaluación de la educación que se imparte hoy?
La educación pública en general ha dejado de ser pública. No tiene ya ese apellido. Creo que ese fue un grave error estratégico que se cometió en los años 80, quizá un poquito antes. Hay países que han avanzado muy rápido dentro de un marco de regímenes autoritarios, como China o como Corea del Sur, que no es obviamente lo deseable, pero pudieron avanzar muy rápido porque no hubo oposición. Claro, no es el modelo ideal. Y, Chile tuvo una dictadura en esos años, pero no se aprovechó ese, como diría yo esa fuerza para desarrollar el país. La educación se transformó en un negocio y además el país se desindustrializó por lo que se limitó seriamente el espacio a la innovación. Eso provocó que el Chile de hoy sea un país casi totalmente exportador de materias primas, que estratégicamente es un error ya que tenemos una economía con poco crecimiento. Exportamos barato e importamos caro. Corea no hizo eso, todo lo contrario. Si en la época de la dictadura hubieran preferido desarrollar el país vía la industrialización, vía invertir mucho en educación y en I & D seriamos un país tan potente como Corea o Israel incluso.
La industria de la época de los 70 no era competitiva a nivel internacional pero tampoco hubo estímulos para transformarla y modernizarla. Por ejemplo, para citar un hecho reciente, el cierre de la CAP, una industria del acero estratégicamente importante para el país, para la minería y la defensa cerró sus puertas y el acero en el futuro llegará de China. Pero, tomamos el camino del negocio fácil. Es interesante leer las ideas de los ganadores del premio Nobel de economía de este año que plantean ideas muy innovadoras para lograr el desarrollo.
- Se le define de profesor como promotor clave del hidrógeno verde y del desarrollo sostenible. ¿cómo está el país frente a estos temas?
Estamos atrasados. La idea del hidrógeno verde la traje de Estados Unidos, no fui el único. Empezamos a promover el hidrógeno con algunos colegas en todos los paneles donde podíamos discutir sobre energías renovables ya hace cuarenta años. Vinieron muchos expertos de hidrógeno verde a hablar acá, no se llamaba verde en esa época, se llamaba la “economía del hidrógeno”. Pero, finalmente prendió la idea a nivel del gobierno. Yo he expuesto varias veces en el Senado sobre este concepto.
En algún momento los gobiernos se enamoraron del hidrógeno, pero partimos atrasados, debimos hacerlo hace 40 años. Nunca es tarde para partir. Pero, tenemos que apurar el tranco porque el hidrógeno verde se puso de moda, pero hay otras tecnologías alternativas también, entonces, no hay que limitarse una sola tecnología, hay muchas tecnologías importantes y complementarias al hidrógeno. El hidrógeno está estrechamente vinculado con las energías renovables, solar, eólicas, etc. donde la electricidad usada para electrolizar el agua no tiene huella de carbono. Incluso en las calles se pueden poner captadores de energía solar fotovoltaica, ya lo he visto en algunas calles en nuestro país. El hidrógeno juega un papel fundamental en el almacenamiento de energía, pero también las baterías de Litio que es otro temazo importante que hemos descuidado.
Hay muchos países que han desarrollado baldosas que cuando la gente camina se va generando energía eléctrica. Hay mucho espacio para la creatividad en esto, no hay límite. Entonces hay que diversificar la matriz energética y no concentrarla en una sola cosa.
- Pero, ¿actualmente usted ve real interés en desarrollar este tipo de tecnología?
Hay más interés en comprar tecnología para producir el hidrógeno. Y la tecnología no se compra realmente sino solo los aparatos. Cuando uno compra un celular, no está comprando la tecnología, sino que está comprando el dispositivo solamente, pero otra cosa muy diferente es fabricarlo. Se está comprando el producto que involucró muchos años de desarrollo e investigación en los países de origen. Entonces sí se instala en Chile grandes usinas de hidrógeno van a venir con tecnologías desarrolladas afuera y probablemente ya van a estar un poquito obsoletas porque nadie entrega tecnología a un país para que sea competencia en los mercados internacionales. Tenemos que lograr ser líderes en esta y muchas otras tecnologías.
Entonces por eso es importante de ir por delante del hidrógeno. ¿Cuál es la tecnología de hidrógeno de los futuros 40 años por ejemplo?
- ¿Cómo es hacer investigación en Chile y en el 2024?
Los científicos siempre reclamamos que hay pocos fondos, que obviamente son muy limitados. En Chile la población de científicos es pequeña. Yo me atrevería a decir que no hay más de 5000 o 6000 mil científicos en Chile activos, porque un científico que no publica no aparece en los rankings mundiales. Eso es un número muy pequeño si comparamos con la población de otros profesionales que superan esta cifra por un factor de 10. Tenemos que multiplicar por diez o más ese número y el financiamiento también. Pero hay que crear la industrias que ocupen esos conocimientos. Es un desafío muy difícil, pero vale la pena. Es un proceso lento. La formación de científicos toma más o menos diez años hasta que termina su doctorado o su posdoctorado. Cuando yo estudié en Estados Unidos a fines de la década del 70, había muchos estudiantes chinos haciendo doctorados y ahora la mayoría de ellos están de regreso en su país por décadas generando avances en ciencia y tecnología que ha transformado a China en una potencia industrial enorme.
Nosotros, hace 40 años debimos haber enviado cantidades enormes de personas a obtener sus doctorados en muchas disciplinas y no se hizo. Aunque existe la iniciativa Becas Chile faltó una apuesta fuerte en ese sentido y tenemos que hacerlo lo antes posible, pero por otra parte, las plazas de trabajo en Chile son muy limitadas y posiblemente hay mucho más científicos chilenos ejerciendo fuera del país que trabajando acá. Nunca es tarde, se habla mucho del tema, pero la historia es clara. Todos los países que se han desarrollado el mundo, han tomado el camino de la ciencia, la tecnología, y la innovación. No vender, vender y vender lo que sale de la tierra, incluso la fruta también no tiene tanto valor agregado. Muchos países lograron este desarrollo sin contar con recursos naturales como nosotros. Exportar fruta no es lo mismo que exportar celulares o computadores.
Ese modelo no ha cambiado porque creo somos un país cómodo. Ahora la falta de desarrollo crea cesantía, por supuesto, y tensiones sociales muy graves también. Ya pasó en los años 30, cuando Chile exportaba salitre, vivía de ese recurso -en esa época el cobre no era tan importante- se vivía prácticamente sin impuestos, la gente vivía cómoda, pero había pobreza igual. Los alemanes inventaron el salitre sintético, que era más barato y como resultado quebró la industria de salitre en Chile. Hubo una crisis económica muy grave, y eso podría pasar con cualquier recurso nuestro, con el litio incluso. Si se inventa una batería mucho mejor y más barata que la de litio (la batería de sodio, por ejemplo) la demanda por este recurso puede disminuir en el futuro. Entonces, estamos siempre desfasados respecto al mundo. Estamos desfasado como 50 años más o menos. Y en la forma de pensar también, la mentalidad, especialmente en las generaciones mayores. A los innovadores les cuesta mucho salir adelante en Chile. No tenemos la agilidad que existe en el Asia, por ejemplo. No hay, por citar un aspecto del problema, préstamos de bancos de alto riesgo. A los bancos no les interesa prestar con tanto riesgo y en otros países sí.
- ¿Qué les diría a los jóvenes científicos y a los futuros?
Procurar una muy buena educación y trabajar duro por sus sueños. Pero, la educación está muy discriminada en nuestro país. La educación tiene que cambiar rotundamente y pensar en una educación más futurista, para los desafíos que vienen y que son muchos. Hay países como Finlandia, líder en el mundo en educación donde esta no va tanto de aprender, sino que más bien de crear, a generar ideas, desarrollar la imaginación es más importante que el conocimiento mismo como decía Einstein. También es importante practicar la meritocracia a todo nivel en nuestro país. El economista Seth Zimmermann de la Universidad de Yale, Estados Unidos ha estudiado este fenómeno de la discriminación en la educación en Chile y citando a este economista “Si usted cree en una sociedad meritocrática, como la gran mayoría en este país dice creer; si usted cree en el principio de que, si trabajas duro, ese esfuerzo va a ser recompensado, el acceso a una educación de calidad debe ser distribuido de manera equitativa”. Estamos todavía muy lejos de ello. Los científicos debieran jugar un papel má importante en la toma de decisiones, en las políticas públicas, etc.