Noelani Puniwai es una académica que ha dedicado más de 20 años a formar a las nuevas generaciones en la filosofía de aloha ʻāina (amor y respeto por la tierra). Profesora Asociada del Kamakakūokalani Center for Hawaiian Studies en la Universidad de Hawái en Mānoa, su enfoque interdisciplinario fusiona la ciencia moderna con los principios y metodologías indígenas. Durante su participación en el III Encuentro de la Red de Conocimientos Indígenas de APRU, Puniwai destacó la importancia de integrar valores y prácticas indígenas en los contextos académicos para construir un futuro más sostenible.
Este evento internacional, realizado en la Universidad de Chile, reunió a líderes indígenas y académicos de Asia, América Latina y el Pacífico. A través de mesas de discusión, talleres y charlas, los participantes reflexionaron sobre la relevancia de los conocimientos ancestrales en los desafíos globales actuales, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
- Profesora Puniwai, ¿podría contarnos más sobre su labor en el Kamakakūokalani Center for Hawaiian Studies y su enfoque en la formación de líderes bajo el concepto de aloha ʻāina?
Tengo la fortuna de trabajar en una de las escuelas más jóvenes de la Universidad de Hawái, un espacio donde las formas de conocimiento hawaianas son el centro. En mi rol como profesora, mi objetivo es ayudar a los estudiantes a entender su conexión con la tierra y sus comunidades desde una perspectiva indígena. Trabajamos para que cada estudiante reconozca su responsabilidad hacia los lugares de los que provienen y hacia las personas que los rodean.
Este enfoque no solo busca formar académicos, sino también personas conscientes de la importancia de vivir con integridad, respeto y reciprocidad hacia la naturaleza. El concepto de aloha ʻāina es fundamental en este proceso: significa amar la tierra que nos alimenta y ser responsables con ella. Para mí, enseñar desde esta perspectiva no es solo una labor académica; es un compromiso ético con mi comunidad y mi cultura.
- En sus investigaciones utiliza el concepto de Pono science. ¿Qué significa esto y cómo se aplica en la práctica científica?
La palabra pono en hawaiano se refiere a un estado de equilibrio y justicia, donde todas las relaciones -humanas y no humanas- se mantienen saludables y respetuosas. En el contexto de la ciencia, esto implica que cada proyecto de investigación debe garantizar que no cause daño a las comunidades o a los ecosistemas involucrados. Además, significa que el proceso científico debe respetar la sacralidad de los elementos naturales que estudia.
Por ejemplo, en Hawái, muchas veces realizamos ceremonias antes de iniciar una investigación, como una forma de reconocer y honrar los espacios en los que trabajamos. Pono science nos recuerda que no todo puede ser medido o controlado desde una perspectiva puramente científica. Algunas investigaciones simplemente no deberían realizarse en ciertos lugares si estas no respetan las prácticas y valores de las comunidades locales. Este enfoque, creo, es vital en un mundo enfrentado a crisis como el cambio climático.
- ¿Cómo conecta este enfoque con los estudiantes y jóvenes académicos?
Para mí, lo más importante no es enseñar métodos, sino valores. Cuando comencé mi carrera en ciencias ambientales y marinas, noté que había un vacío en las formas en que la academia abordaba las relaciones entre las personas y la naturaleza. Ahora, desde los estudios hawaianos, busco que mis estudiantes integren estos valores en todo lo que hacen, ya sea en sus trabajos, investigaciones o vida diaria.
Les enseño que su éxito no se mide solo por logros académicos, sino por cómo contribuyen a sus comunidades y al bienestar de la tierra. Este enfoque ético y comunitario les permite llevar consigo herramientas no solo técnicas, sino también espirituales y culturales, que son esenciales para enfrentar los desafíos del futuro.
- ¿Qué relevancia tienen encuentros como el organizado por APRU para fortalecer estos diálogos?
Estos eventos son espacios donde el conocimiento académico y los saberes ancestrales convergen, creando oportunidades únicas de aprendizaje mutuo. Aquí en Chile, he notado muchas similitudes entre nuestras cosmovisiones indígenas, como la conexión profunda con la tierra y la idea de que toda acción debe buscar el bienestar colectivo. Al mismo tiempo, cada pueblo tiene sus propios valores y desafíos, y es a través de esta diversidad que podemos enriquecernos mutuamente.
Creo que este tipo de encuentros son vitales para recordarnos que no estamos solos en este camino. Todos enfrentamos retos similares en nuestras luchas por preservar nuestras culturas, proteger nuestros territorios y buscar justicia para nuestras comunidades. Aprender de otros pueblos y compartir nuestras historias nos da esperanza y fortalece nuestra capacidad de acción.
- ¿Qué mensaje le gustaría compartir con quienes participaron en este encuentro?
Mi mensaje es que nunca debemos olvidar que todo lo que hacemos, especialmente en la academia, debe tener un propósito más grande: el bienestar de nuestras comunidades y de la tierra que nos sostiene. Siempre es más efectivo trabajar desde el amor y la esperanza, luchando por lo que queremos construir, más que contra lo que queremos derribar. La solidaridad y el respeto mutuo son las claves para avanzar.
En Hawái decimos que todo comienza con aloha. No es un camino fácil, porque amar y respetar profundamente a veces significa enfrentar desafíos difíciles. Pero si mantenemos estos valores como nuestra guía, creo que podremos encontrar soluciones que nos beneficien a todos.