Para este 2025, ONUSIDA había proyectado la estrategia 90-90-90, que implicaba que un 90% de las personas con VIH estén diagnosticadas, el 90% de las personas diagnosticadas reciban tratamiento y el 90% de éstas, tengan carga viral indetectable. Sin embargo, esa meta no se cumplió, y aunque para 2030 apuntan a un 95-95-95, esta cifra se verá aún más difícil si no aumentan los testeos.
“La única forma de controlar el VIH es testeándose”, asegura la doctora Carla Bastías Oñate, jefa del Laboratorio de Inmunología del Hospital Clínico Universidad de Chile (HCUCH), y una de las organizadoras del testeo masivo que realizará la Universidad de Chile el próximo 4 de diciembre en la Casa Central.
“El testeo masivo y activo es tremendamente importante, pues el VIH puede ser una enfermedad silenciosa, en donde no hay síntomas y las personas que lo portan, sin tratamiento, pueden transmitir la enfermedad a otras personas sin saberlo. Aquí la única forma de controlarlo es, en el fondo, testeándose y conociendo el estatus serológico, porque eso permite acceder al tratamiento, que en Chile está cubierto como una garantía GES (Garantía Explícita de Salud) y por lo tanto, hay acceso a controles médicos y tratamientos”, explica la doctora Bastías.
La especialista del HCUCH añade que “estas estrategias de testeo masivo en la comunidad, fuera de los ambientes hospitalarios o de los consultorios, facilita el acceso al examen, disminuye el estigma, mejora la conciencia de esta infección en la población y desmitifica que sea un examen engorroso o dificultoso de hacer”.
“En Chile todavía hay poco testeo de VIH porque el test de VIH está regulado, del punto de vista legal, por la ley de Sida, en donde el testeo y el diagnóstico tienen que ser confidenciales, tienes que firmar un consentimiento informado y eso genera que el proceso sea más engorroso. Pero además, por falta de de canales comunicativos explícitos y de conocimiento de la población y de educación, porque efectivamente hoy tenemos mucha más herramientas que antes: un test de ELISA, en un consultorio o en un centro de salud, puede costar 5.000 pesos, 8.000 pesos en promedio; un test rápido más o menos lo mismo y el auto test en la farmacias está alrededor de 10.000 o 12.000 pesos”.
Los distintos testeos y sus tiempos de acción
El próximo miércoles 4 de diciembre en la Casa Central de la Universidad de Chile se ocuparán dos tipos de test: el test rápido y el autotest. En el caso del test rápido, Pablo Ferrer Campos, jefe del Laboratorio de Medicina Molecular del Hospital Clínico Universidad de Chile, explica que “es un pinchazo, como el que se hace una persona para medirse el azúcar, y el volumen de sangre va a depender del kit comercial que se realiza, algunos requieren una gotita de sangre y otros, cinco gotitas de sangre”.
“En cuanto a su seguridad, son bastante seguros, de hecho para que se puedan comercializar en el país, debieron pasar por un registro en el ISP, donde se les exige criterios mínimos de sensibilidad y especificidad, que son dos conceptos fundamentales a la hora de usar técnicas de diagnóstico”, asegura Pablo Ferrer.
Sobre el tiempo que necesita una persona para realizar este procedimiento, el bioquímico indica que “una persona puede tardar entre 20 y 30 minutos. El test que vamos a realizar nosotros toma 20 minutos entre que uno pone la sangre y termina el proceso y luego unos cinco minutos en orientación pretest y otros cinco minutos en información post test”.
“El test rápido masifica el diagnóstico del VIH, porque tú con éste puedes llegar a una población donde habitualmente no llega el testeo tradicional", señala. Con respecto al autotest, agrega "la ventaja que tiene es que es la máxima confidencialidad: qué más confidencial que uno mismo se haga el test”.