El océano cubre más del 70% del planeta. Es nuestra fuente de vida, sustento de la humanidad y de todos los demás organismos de la Tierra. Prueba de ello es que produce al menos el 50% del oxígeno que respiramos, alberga la mayor parte de la biodiversidad de la tierra y es una fuente importante de alimentos y medicinas.
Pero a pesar del papel vital que desempeña en el equilibrio de nuestro mundo, no hemos sido capaces de protegerlo de nuestras propias acciones. Entre ellas, la contaminación por plásticos. Pero, ¿cuáles son las dimensiones de este problema en nuestro país? Nos explica Cristian Mattar, académico del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile.
“Hay estudios que revelan que todos los trayectos que se hacen en barco desde Puerto Montt a Concepción, desde Puerto Montt al Fiordo de Aysén o en cualquier tramo que tú puedas hacer, vas a sacar microplásticos. En la Antártica, en el Ártico. O sea, el lugar más prístino del mundo tiene hoy día microplásticos” indica el investigador. ¿Qué importancia tiene eso a nivel ambiental? “Si tú comienzas a revisar en qué época estamos, desde el año 2011 hay mucha gente que señala que somos el antropoceno. Entonces, el ser humano tiene un impacto directo y ese impacto directo a partir de residuos antropogénicos como el plástico, estamos bombardeando la biósfera hasta llegar al concepto de la plastisfera. O sea, estamos en una lógica en la que cuando el plástico llega al mar, perdimos la batalla”.
A nivel global, las últimas cifras revelan que el ser humano produce más de 400 millones de toneladas de plástico al año; representando una curva exponencial que ninguna política ha podido mitigar, señala el académico. Muchos de estos residuos que llegan a nuestras costas provienen de los centros urbanos y se empieza a degradar de distintas formas: macroplástico, microplástico, o nanoplástico son solo algunas de ellas.
Hoy se han acumulado en un verdadero continente artificial que flota en el Océano Pacífico, dañando los ecosistemas marinos con materiales no biodegradables, explica el profesor Mattar: “Ahora bien, ¿qué impacto puede tener cada uno? Bueno, hay impactos conocidos de aves o seres vivos que alimentan a sus crías con pedazos de plástico y mueren, no porque el plástico en sí les haga mal, sino porque no pueden comer comida. El plumavit es uno de los más conocidos, sabemos que flotó durante mucho tiempo, después lo pusimos en sacos, después lo retiramos y tenemos miles de kilómetros de costa con gránulos de plumavit y no sabemos ni cómo retirarlo. Entonces, el impacto que puede tener en nuestra salud todavía es incierto, aún cuando hay evidencia en tema de fertilidad, tema de cáncer, pero no son concluyentes del todo”.
Justamente, el plumavit es uno de los tantos plásticos que se encuentran hoy en las playas de nuestro país y que el profesor Mattar analizó en el proyecto “Predicción de Residuos Antropogénicos Marinos en Chiloé”. Utilizando tecnología satelital, se buscó determinar -en una escala amplia- la cantidad de residuos en tres playas del Archipiélago, logrando identificar que el 86,9% de estos eran principalmente plásticos. Entre boyas, botellas y restos de hilo para pescar, el plumavit fue uno de los tantos plásticos hallados en la zona, utilizado principalmente para procesos industriales.
Una tecnología que podría ahorrar miles de toneladas de plástico al medio ambiente
Y a pesar de que no ha habido mayores cambios en la limpieza de dichas playas, señala el profesor Mattar, un proyecto de la Uchile está cambiando el escenario a través del reciclaje químico de poliestireno, principal polímero del plumavit que hoy contamina nuestras aguas. Pero, ¿cuál es la particularidad de este proceso y cómo se diferencia del reciclaje que conocemos popularmente?
“Lo primero es que hay que separarlo del reciclaje mecánico que es el que uno conoce tradicionalmente. Por ejemplo, si yo voy a un punto limpio y dejo mi botella, esta se funde, pasa a un estado líquido y de esa manera yo puedo obtener otro producto porque lo puedo volver a moldear. Ahora, el nuevo producto que yo saco una vez terminado el reciclaje mecánico sigue siendo químicamente el mismo material y por eso se llama reciclaje mecánico porque yo solamente hago una transformación mecánica. El reciclaje químico, por otro lado, va a transformar químicamente el material. Entonces, si yo tengo una botella PET, paso un proceso de reciclaje químico y rompo la molécula original para poder transformarla en un componente base. Un polímero es como tener una cadena con muchos eslabones. A través del reciclaje químico lo que yo hago es volver al eslabón original”.
Quien comenta es Humberto Palza, Director del Departamento de Ingeniería Química, Biotecnología y Materiales de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, quien lideró esta investigación para reciclar el poliestireno, típicamente utilizado en envases de yogurt y helados.
Un objetivo del proyecto es cómo darle valor al plástico, puesto que gran parte de la población lo desecha, gestionando un mínimo o directamente cero grados de reciclaje en algunas regiones, señala el profesor Palza: “Por ejemplo, si te das cuenta hoy en día es inviable botar vidrio. Hay una cultura muy fuerte que el vidrio se tiene que reutilizar y uno busca donde reutilizarlo, va a un punto limpio, etcétera. Lo mismo con el cartón, lo mismo con el papel. Eso es porque hay tecnologías, está implementada una economía de reciclaje de estos productos. Con el plástico no está tan bien desarrollado y para todo tipo. Y ahí es donde la Universidad de Chile, en su rol de buscar nuevas tecnologías del ámbito de la ingeniería química -que es mi área- crea alternativas para poner al servicio del ecosistema de innovación de reciclaje”.
Para el ingeniero químico e ingeniero en biotecnología, parte importante del problema es pensar cómo lo reintegramos en las cadenas de valor industrial. A través del reciclaje químico se podría solucionar una desventaja que tiene el plástico y es que, a diferencia del vidrio o el metal, el primero tiene un límite de veces que puede ser fundido y reciclado mecánicamente. Al ser un material orgánico, el plástico se degrada molecularmente ante la exposición de altas temperaturas, perdiendo gran parte de sus propiedades. En cambio, el reciclaje químico evita ese paso, puesto que su objetivo es deconstruir la molécula y volver a su propiedad original, permitiendo alargar su vida por medio de otros productos.
El plástico: ¿un aliado para el desarrollo humano?
Sin embargo, este proceso no está exento de desafíos, señala el investigador Palza: “Viendo la perspectiva global, uno está solamente en el tema reciclaje. Pero si tú quieres ver la película completa, en realidad uno debería hablar de desarrollo sostenible. Y cuando se habla de desarrollo sostenible implica lo económico, lo social y el medio ambiente. Entonces, por ejemplo, una tecnología de reciclaje químico, si es muy cara no va a ser sostenible económicamente. Si contamina mucho porque es un proceso químico o gasta mucha energía, también va a ser un pero. Al final, la reflexión que uno enseña es que la producción de plásticos hoy en día es del orden de 450 millones de toneladas al año a nivel global. Entonces, esa es la envergadura del problema, por lo tanto, ante grandes problemas, todas las soluciones. Pero hay una jerarquía y la mejor estrategia es siempre consumir menos”.
Un punto que evalúa el académico Mattar desde su investigación de costas chilenas: “El uso del plástico para muchos es nocivo y para otros es fantástico. Entonces, por mucho tiempo más vamos a seguir utilizando el plástico. ¿Dónde está la solución? La solución está efectivamente en que los envases ya no sean de plástico y evitar su producción masiva. Si yo reciclo el plástico y lo transformo en bancos de plazas, por ejemplo, le estoy dando un uso con consecuencias desconocidas, no sé cómo va a reaccionar esa mezcla de plástico ante degradaciones de sol, de viento, de agua, de uso. Si no somos capaces de reducir la producción de plástico, esa medida de reciclar y darle un nuevo uso al plástico no está siendo tan efectiva. Lo que yo creo es que tenemos que reducir nuestra huella de plástico de la misma forma que reducimos nuestra huella de carbono. En el caso del plástico la situación es crítica, y si bien no hay tanta oferta, tenemos que ir en esa dirección”.
Las tensiones que envuelven la problemática del plástico son recurrentes, porque es uno de los insumos más económicos y eficientes que han acompañado el desarrollo de nuestras sociedades. El problema, según Palza, es la mala gestión de sus residuos que termina contaminando el mar. “Entonces, la mejor manera de ir disminuyendo esa brecha es mejorando la eficiencia de la gestión de los residuos. Y por supuesto que hay que minimizar el consumo, de eso no tengo duda. Pero por un lado, si la población está aumentando, que va a aumentar hasta 20 años más yo creo, vamos a seguir aumentando el consumo plástico, aunque disminuya los per cápita, porque estamos creciendo como sociedad”.
Frente a esto, para el investigador Mattar, hemos avanzado bastante en cómo hace 10 años atrás mirábamos el problema. Pero piensa que ese avance ojalá hubiese sido en un menor tiempo, porque la tecnología actualmente va muy rápido y nuestras leyes a veces no alcanzan ir a este ritmo: “El resto está bien, ya comenzamos la carrera. Somos más que otros países que están sumergidos en el plástico. Pero nos falta muchísimo. Entonces, ¿cómo vamos a limpiar una playa que siempre va a recibir basura en los próximos 10 años más? Esa esa brecha es la que hoy día hay que llenar. No la de ir a retirar boyas, porque ya sabemos cómo se hace. La otra, de restaurar o de recuperar una playa, estar un año trabajando en esa playa, es todavía un trabajo pendiente. Hoy día tenemos que entrar en el proceso de sanación de esta contaminación que hemos generado y no es fácil, no es trivial y tampoco es gratis. Eso es lo que debe venir ahora”.
Si quieres saber más al respecto, te invitamos a revisar el capítulo 168 de Universidad de Chile Podcast. Ya disponible en Spotify, Tantaku, Apple Podcast y YouTube.