Después de haber escrito ensayos sobre arte y literatura y tres libros de poesía, con poemas breves en verso libre de índole objetivista, minimalista y confesional como Pleamar, Ensenada y Estuario, el artista visual y académico del DAV, Víctor Alegría decidió continuar con la escritura a través de un poema extenso en verso libre, basado en el cuadro La tempestad de Giorgione.
“Escogí el cuadro La Tempestad de Giorgione, pese a ser una obra muy presente en el imaginario de todos aquellos que tienen familiaridad con la pintura. Primero, lo elegí por su enorme y vívida belleza y el misterio que lo envuelve, que es causa de inquietud y conjetura, en un vasto campo de la teoría e historia del arte. En segundo lugar, lo inédito que es la pintura para su tiempo, llegando hasta nosotros con una frescura y originalidad sin parangón. Por último, este paisaje con figuras, donde estas últimas se presentan opacas a nuestras indagaciones a lo largo de los siglos, es lo que nos lleva a preguntarnos: ¿qué significa todo esto?”, explicó el artista.
Siguiendo con su línea de escribir poesía a partir de pinturas, dibujos o artistas del ámbito de la plástica, Alegría se aventuró a continuar con la écfrasis esta vez basado en el original y magnífico poema Autorretrato con espejo convexo del poeta John Ashbery, el cual se centró en el juvenil autorretrato de Parmigianino.
“Después de una atenta y cuidada lectura del poema de Ashbery, comencé a escribir el texto basado en el cuadro de Giorgione, teniendo siempre presente el poema del autor norteamericano. Este se caracteriza por pertenecer, ante todo, a la ‘corriente de la conciencia’. Sin embargo, fue fundamentalmente lo original de su técnica lo que más impresionó a la hora de escribir mi propio poema y tomarlo como modelo”, indicó.
Utilizando algunos recursos retóricos del texto de Ashbery, Víctor Alegría escribe La Tempestad de Giorgione en tercera persona y su escritura tiene más bien el carácter de un relato, que gira en torno a un misterio y un enigma nunca resuelto y que arrastra al lector como una pieza musical, abordando los tópicos del arte, la historia, el amor y la muerte, entre otros.
“Lo escribí empleando los recursos retóricos de la écfrasis, cuya mejor definición es la de J. Heffernan (1993), quien dice que es “la representación verbal de una representación visual”. Asimismo, empleé el collage con referencias culturales, poéticas o artísticas, la cita entre otras, hasta dar forma casi a un palimpsesto, acompañado de un desarrollo orgánico y una versificación cercana a la prosa”, aseveró el académico del DAV.
Dicha cercanía hermana al texto con la poesía neoclásica donde el hablar coloquial y su forma siguen una sintaxis simple, donde el verso es capaz de romperla desde una pausa. El conjunto del poema y el motivo se aproximan a lo ensayístico, teniendo una unidad de sentido discursiva, más que una unidad imaginativa. “Al final, el poema La Tempestad de Giorgione presenta un tenor narrativo, escrito, como ya dijimos, en tercera persona y con un sentido que podríamos denominar sinfónico, que arrastra al lector desde el comienzo al final del poema, con su carácter de misterio y enigma”, agregó Alegría.
Es así como en La Tempestad de Giorgione de Víctor Alegría el lector podrá encontrar un texto escrito en verso libre, “el cual es un procedimiento idóneo para expresarse, que se aleja de cualquier constricción externa, cercana a la tensión rítmica del habla, generando un ritmo de creación que se ajusta al fluir del pensamiento, bien al de la entonación o de la respiración, o al ritmo con que nacen las intuiciones y su expresión; unas veces en encadenamiento, otras encabalgándose, otras en interacción; en la búsqueda de una poesía natural, diríamos casi coloquial”, aseguró el escritor.
A lo largo de sus páginas se podrán encontrar textos que poseen la unidad de sentido y sonido, de emoción e imagen y, algo muy importante, de experiencia y lenguaje constitutiva del poema. “Es importante tener presente que ‘el contenido de la noción de poesía es inestable y varía con el tiempo’”, aclara Víctor Alegría y agregó que “Es por ello que estimo que la poesía se sustenta en que su naturaleza es pura creación del lenguaje, concordando con la certeza y juicio de Valéry, fruto de una magnífica poesía y hondas reflexiones estéticas, que lo llevaron a afirmar que el poeta está obligado a crear para cada creación el universo de la poesía”.
De este modo, el trabajo de escritura comenzado a fines del 2015, decanta en una publicación realizada por la editorial Buenos Aires Poetry, dedicados exclusivamente a la poesía. “Siempre tuve la intención de que el texto La Tempestad de Giorgione fuera publicado en Buenos Aires, por el hecho de ser un país con editoriales con presencia mundial y más abiertos a la experimentación literaria; como así también ocurre con México, donde el 2020 publiqué cinco poemas en una destacada revista digital. Fue mi hijo Diego quien me recomendó Buenos Aires Poetry, pues estudia un doctorado en literatura inglesa en la Universidad de Wisconsin; por esa razón tiene una visión más completa de las editoriales a nivel global”, declaró el pintor.
De forma virtual trabajaron a distancia con Buenos Aires Poetry, quien, según palabras del artista, “trabaja de manera muy profesional y amable, así es que me sentí muy cómodo en todo el proceso”. Además, un fragmento de La Tempestad de Giorgione está presente en Teselas, un libro de poesía basado en pinturas, dibujos, con predominio de la écfrasis y que obtuvo la Beca de Creación del Fondo del Libro el 2019 y que será publicado el próximo año.
El lanzamiento del libro La Tempestad de Giorgione de Víctor Alegría, será el miércoles 16 de noviembre a las 12:00h. en la Sala Adolfo Couve ubicada en Las Encinas 3370, Ñuñoa. La entrada es liberada y contará con la participación de Francisco Sanfuentes (moderador), académico del Departamento de Artes Visuales, y los poetas y ensayistas Ismael Gavilán y Nelson Zuñiga, por favor.
Exposición
Este 9 de noviembre el artista visual también inaugurará la exposición Los placeres y los días, que nace a partir de un proyecto obtenido por Alegría el 2019 en el Concurso de Creación del Departamento de Artes Visuales.
En primera instancia este proyecto expositivo llevaba por título Los trabajos y los días, basado en la obra homónima de Hesíodo, pero según contó el profesor del DAV, decidió cambiar el título porque “me pregunté: ¿considero lo que hago como un trabajo propiamente tal? Concluí que no, pues es solo fuente de placer, aunque exista displacer o disgusto en menor medida, por ejemplo, cuando no consigo lo que busco o me disgusta lo que encuentro. Sin embargo, siempre me hace, podríamos decir, feliz. Por esa razón, decidí llamarlo Los placeres y los días, nombre de la primera publicación de Proust, que imagino que para su título también tuvo presente a Hesíodo”, explicó.
Esta exhibición cuenta con cincuenta obras que se dividen en 21 óleos, 4 pasteles, 7 acuarelas, 3 grabados y 15 dibujos, que evocan naturalezas muertas, paisajes y un interior. “Se aprecia un mayor predominio del color en los óleos y pasteles; en los grabados, ciertas búsquedas y procedimientos formales diferentes a los anteriores aguafuertes; en los dibujos, una búsqueda formal y compositiva con mayor predominio del azar con la línea y una acentuación de la bidimensionalidad. Los pasteles están realizados con técnica mixta: óleo y pastel”, detalló el expositor.
Estas obras obedecen a un trabajo constante junto con la escritura, las que fue desarrollando tanto al interior como en el exterior (en menos medida por la pandemia). “A veces, trabajaba desde una ventana o utilizaba experimentalmente una fotografía, aunque en menor medida, porque no es tan atractivo como trabajar del natural para hacer un paisaje, o utilizaba un pequeño boceto que ya poseía”, declaró.
Un trabajo fuertemente sustentado en el dibujo, en el apunte, en lo cotidiano, en el descubrimiento y la observación. En el caso de las naturalezas muertas, muchas veces están determinadas por la luz de la estación a la cual pertenecen o a la luz artificial. Para Víctor Alegría, la primavera y el verano son muy estimulantes para trabajar en torno al color. Asimismo, el grabado es fruto de un proceso que, por sí solo, “es estimulante; su método va muy acorde con mi personalidad. Al final, yo ‘trabajo con el tiempo’, como dicen los chinos, no contra el tiempo”, señaló.
Al ser consultado por la relación que podría existir entre su más reciente publicación La tempestad de Giorgione y su exposición Los placeres y los días, el académico del DAV indicó que “Superficialmente no se relacionan, pero en los valores, sí. En el pensamiento estético y valórico, pero, por sobre todo, en el profundo amor a la pintura que poseo desde la niñez. Quizás lo que escribo es la manifestación más auténtica de mi devoción a esta última: a la belleza, al afecto, al misterio que late en todo cuanto existe. Es por eso que dedico principalmente esta exposición a mis estudiantes, que tienen fresco ese ideal. Lo único que uno desea es que logren construir sus vidas en torno a ese ideal y, por ende, sean felices”, afirmó.
Finalmente concluyó que esta exposición se exhibe en la Sala Juan Egenau como parte de los requisitos del Concurso de Creación del DAV y también porque “me interesa hacer la exposición en la sala Juan Egenau por mis estudiantes y también por la totalidad de éstos, pues me motiva mostrarles el proceso y la pasión con que realizo mi trabajo, para que puedan apreciar la consecuencia de mis exigencias y docencia, pues en otro lugar es muy difícil que puedan asistir en tan alto porcentaje”.
La invitación es para asistir al lanzamiento del libro La Tempestad de Giorgione y a visitar la exposición Los placeres y los días, desde el 9 al 25 de noviembre de lunes a jueves de 10:00 a 18:00h, viernes de 10:00 a 17:00h. en la Sala Juan Egenau, ubicada en Las Encinas 3370, Ñuñoa. La Entrada es liberada.