¿Cómo surgió la idea para el título de esta obra “Un texto borrado” y de qué manera se enmarca dentro de su exploración sonora?
Yo habitualmente recopilo grabaciones de distintos sonidos, a veces cotidianos, a veces de acciones específicas que realiza alguien, un alguien sin rostro ni historia definida. Primero surgieron los sonidos: pequeñas huellas de una posible historia, de una persona que no conocemos y que sabemos existe habitando cotidianos desconocidos de forma inadvertida.
Al principio, la idea conceptual era la de un ‘guión blanco’, como si los sonidos fuesen desarrollando algo así como un guión, pero un guión vacío. No tenemos una historia concreta, sólo los rastros sonoros de algo que ocurrió. Es como tener los sonidos de una película posible sin tener historia concreta que narrar aún, y todo está por imaginar.
A partir de esa ausencia, comencé a desarrollar la música. No para contar una historia, sino para sugerir la atmósfera emocional de esa escena incompleta, de esa persona desconocida. La música sugiere que quizás esa persona está aislada, ensimismada, cuya historia se va borrando al mismo tiempo de ir sucediendo en su insignificancia en medio de una ciudad. Con el tiempo, dos o tres generaciones a lo más recordarán un nombre desde unas pocas fotos. Luego la desaparición Como dice el artista francés Christian Boltanski, la segunda muerte de una persona ocurre cuando alguien encuentra una foto y ya no sabe quién es.
En una parte del disco aparece la voz de una mujer recitando palabras. ¿Cómo surgió esa colaboración?
En este proyecto tomé fragmentos de un libro de Roberto Arlt, el escritor argentino de la primera mitad del siglo XX. Es un autor que siempre ha sido considerado de escritura tosca, sucia, incluso plagada con errores sintácticos y gramaticales según los puristas del virtuosismo literario. Pero su literatura es potente, agresiva, oscura. Retrata un Buenos Aires duro e inhumano donde los personajes están siempre al margen, pero no sólo en términos sociales, sino psíquicos y espirituales.
Para el disco, lo que hice fue tomar palabras al azar de sus textos, pasando páginas sin buscar un significado específico. No hay un relato estructurado. Son palabras sueltas, huellas de un posible discurso que nunca se construye completamente. La lectura de estas palabras aparece en dos idiomas, en español y en inglés, pero en un volumen muy bajo, casi imperceptible, porque la idea no era contar algo de manera evidente, sino dejar sólo insinuaciones.
Su obra parece girar en torno a la memoria, lo efímero, lo que inevitablemente se olvida. ¿Por qué esta insistencia en retratar lo que se va a borrar?
Porque lo que más se quiere olvidar es precisamente lo que más me interesa explorar: esa desolación del desaparecer, de la muerte, pero también del olvido cotidiano. Sergio Rojas hace uno años hablaba del "nunca más" que abarca esa conciencia del desaparecer y a eso yo le agrego la crueldad de la que vida sigue inexorablemente dejando atrás y lo pasado, las vidas, las huellas que dejaron se diluyen rápidamente.
Para mí, esa desaparición no es natural, hay algo incomprensible e inaceptable en la pérdida. Por eso trabajo con huellas, a veces reales, a veces ficticias. No me interesa la inteligencia, el ingenio o el humor en el arte. Hay quienes trabajan con eso, pero no es lo mío.
Se trata de lo que se prefiere no mirar, lo que se quiere superar rápidamente pues la maquinaria del vivir debe continuar. Pero yo no quiero superar esas pérdidas, la vividas y las imaginada, no creo que haya que hacerlo. Hay que recordar.
¿Este es un trabajo cerrado o una obra abierta para que el espectador complete la historia?
Es una propuesta abierta. No hay un relato definido, sino una serie de sonidos y atmósferas que activan la imaginación. Es un 'guión en blanco', una historia que no está escrita y que el oyente completa con sus propias imágenes.
La música te lleva a un mundo determinado pero frágil, aunque no se describa de forma explícita. Es un espacio que yo conozco, pero que permanece difuso. Podría haber inventado una historia concreta, pero preferí que la música hiciera su parte en su bruma de múltiples apariciones.
¿Cuántos discos ha publicado hasta ahora y por qué elige plataformas como Bandcamp para compartir su música?
En este último período que he trabajado en el sonido y la música son 13 discos, sólo y alguno en colaboración Todos están disponibles en Bandcamp, en la cuenta Music | Sonidos Precarios - FS
Uso Bandcamp principalmente por la calidad del sonido. A diferencia de YouTube o plataformas de streaming que comprimen los archivos, Bandcamp permite subir música en formato WAV, sin pérdida de calidad. Mis trabajo tienen muchas capas y detalles sonoros, que se perderían en un formato comprimido, aunque siempre habrá pérdida frente al sonido que sucede en un espacio.
También mencionó que publicó un video en YouTube. ¿Cómo se relaciona con el disco?
Sí, hice un video de aproximadamente 40 minutos donde tomé fragmentos del disco y los acompañé con imágenes. Pero, al igual que la música, el video no cuenta una historia concreta. Son escenas abstractas, espacios insinuados, sin una narrativa definida. Objetos flotando en la pantalla: un soldadito de juguete, un pequeño niño Jesús de un pesebre, un pedazo de chocolate, un reloj de alguien que falleció. Todos estos objetos tienen algo en común: pertenecieron a personas que ya no están.
Algunos me fueron entregados en la calle, como ese chocolate, que alguien me dio sin razón aparente y que decidí guardar como testimonio material de alguien del que nunca más tendré noticias. Hay pequeños papeles con oraciones que me entregaron sin mediar palabras el patio del hospital psiquiátrico. Son rastros de historias que nunca se contaron, que ya fueron borradas antes de poder escribirse.
¿Cree que su trabajo busca habitar estos estados de memoria y pérdida, o simplemente dejarlos entrar cuando se presentan?
Es como dejar la puerta abierta. No se trata de estar en un estado de desolación permanente, sino de no esquivar estos temas. Dejar que entren, que aparezcan esas memorias y huellas. Creo que el arte tiene el poder de hacer visibles esas ausencias, de darles un espacio. No quiero hacer como si esas pérdidas no existieran, como si la vida simplemente siguiera sin consecuencias. Mi trabajo siempre ha estado ahí, en ese espacio intermedio entre la memoria y el olvido.