Dando inicio a la jornada, el vicerrector de Asuntos Académicos de la Universidad de Chile, Claudio Pastenes dio la bienvenida a una sala llena de personas dispuestas a enfrentarse a las preguntas sobre la igualdad de género, lo que “es para muchos, quizás, el primer paso de un camino que nunca termina porque uno siempre quiere que las cosas cambien en la dirección correcta, pero nada cambia si uno no cambia (...) si yo no me expongo, una y otra vez a entender esta cuestión en sus distintas dimensiones, va a ser muy difícil de lograr”, recalcó la autoridad.
Algunos pueden decir “¿qué tiene que ver esto con mi asignatura si yo lo he hecho tan bien?”, expresó el Vicerrector y se preguntó “¿significa eso que yo no tenga nada más que hacer? Estoy seguro de que no, estoy seguro de que hay espacio y ponerme creativo simplemente recurriendo a la bibliografía va a ser muy difícil mover nada, uno tiene que mover estas cuestiones con la reflexión. Y yo creo que esta es una de las grandes cosas positivas que tiene esta universidad (...) que debatimos entre nosotros y aprendemos de nuestras propias prácticas. Así que yo espero que este sea un muy buen camino, algo que no solamente nos permita enfrentar la docencia, nos permita enfrentar la vida”.
Tras las palabras de Pastenes, la investigadora y consultora en estudios de género y políticas públicas, Carolina Muñoz, moderó el panel “Incorporación de la perspectiva de género en la práctica docente universitaria”. En él, las y el docente de la Universidad de Chile, Sandra Araya de la Facultad de Medicina; Carola Leiva de la Facultad de Filosofía y Humanidades; e Iván Cano, de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias, reflexionaron sobre las prácticas pedagógicas desde una perspectiva de género y no discriminación, a partir de su participación en un curso de formación docente que abordó el tema.
¿Qué, cómo y para qué enseñamos en la Universidad de Chile?
En base a su experiencia y atendiendo al Modelo Educativo de la Universidad de Chile, que plantea tres dimensiones claves de los procesos formativos para integrar el principio de igualdad de género y no discriminación, el panel reflexionó en torno a las preguntas ¿qué se enseña en los procesos formativos que guías?, ¿cómo ocurren los procesos formativos? y ¿para qué se forman personas y profesionales en la Institución?; además de responder y comentar intervenciones del público.
En relación con el qué se enseña, la académica de Radiología, Sandra Araya, subrayó que “el patriarcado nos ha dejado un modelo, a todo nivel. Y también se aplica dentro de las aulas. Entonces, cuando nosotros pensamos en qué se enseña, ese qué se enseña también está muy ligado con ciertos valores que se asocian a lo masculino como la autoridad, la objetividad, la racionalidad, y entonces de ahí partimos. Por otro lado, lo que se asocia a lo femenino tiene que ver con algo más reflexivo, subjetivo, con las emociones, no está incorporado o está en un desequilibrio, y desde ahí yo creo que es importante darnos cuenta de que nosotros, como docentes, transmitimos modelos (...) Entonces en el qué se enseña, creo que esta perspectiva de género es fundamental”.
Por su parte, desde la pedagogía popular y con inspiraciones como Paulo Freire o Gabriela Mistral, el profesor Iván Cano, a propósito del cómo ocurren los procesos formativos, comentó que “trato de enseñar que podamos comprender la realidad para que podamos transformar justamente en este contexto de desigualdad (...) Trato de promover esta participación con las y los estudiantes, que sientan que también son personas con opinión (...) y esa opinión también se va construyendo (...) De cierta manera entiendo que yo tengo un rol docente de guiar esta situación, pero que ellos también tienen su sabiduría, su conocimiento y también inquietudes (...) que de cierta manera sea una co-construcción, que no solamente tengan ese saber desde la Academia, sino que podamos cambiar, co-construir el conocimiento junto con la gente con la que estamos trabajando”.
En torno a la pregunta para qué se forman personas y profesionales, la profesora Carola Leiva enfatizó en la importancia del diálogo, el respeto a la diversidad y la coherencia entre el discurso institucional y la práctica pedagógica. “Yo creo que desarrollar la amplitud de criterios para la comprensión de la realidad es fundamental y también el desarrollo de valores (...) Una cosa es tener la voluntad de encarnar y de realizar lo que queremos todos como comunidad universitaria y otra cosa muy distinta es la realidad, porque nuestra realidad universitaria es plural (...) creo que eso debe desarrollarse más fuertemente en la práctica pedagógica, el aspecto participativo, dialogante, de respeto por las nuevas identidades (...) Todavía existe, creo yo, un fuerte componente de dominación en la enseñanza y eso es lo que yo creo que debe cambiar”.
Desafíos, tensiones y complejidades de implementar la perspectiva de género en los procesos formativos
En la segunda parte del evento se realizó el conversatorio “Tensiones y desafíos para una formación universitaria con perspectiva de género”, en el cual participaron las expertas internacionales Trinidad Donoso, doctora en Ciencias de la Educación y profesora titular del departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universidad de Barcelona; y Graciela Morgade, doctora en Educación y licenciada en Ciencias de la Educación de la Universidad de Buenos Aires.
En el contexto de la incorporación del principio de igualdad de género y no discriminación en el Modelo Educativo, en esta sección las panelistas analizaron, desde sus experiencias y trayectorias profesionales educativas, cuáles son los principales avances y las complejidades de implementar este principio en la formación, las prácticas docentes y la convivencia universitaria, además de plantear algunas estrategias posibles para sortear los desafíos que implica. Sobre esto, ambas invitadas destacaron la importancia de reconocer la condición política que tiene la docencia y la vida universitaria, el compromiso institucional y la intención política de las autoridades de impulsar estos temas.
En su intervención, Graciela Morgade indicó que “uno de los nudos que todavía no hemos logrado desarmar, pero que se está tematizando, es que muchos compañeros y compañeras todavía creen en el discurso de la objetividad y la neutralidad del conocimiento científico, no reconocen que éste es una construcción de muchas miradas y voces, y que los conocimientos científicos que transmitimos están producidos desde las formas del poder patriarcal. Esta tensión entre darle lugar a las voces y el conocimiento científico validado y legitimado por la comunidad científica, es un nudo muy importante al momento de implementar, en la práctica docente, la perspectiva de género. Esto lo digo desde una perspectiva epistemológica que no renuncia a la rigurosidad”.
Por su parte, Trinidad Donoso señaló que, “en primer lugar, no se entiende lo que es el sistema sexo-género, aparece como un obstáculo la falta de formación específica y la falta de sensibilización (…). Existe un rechazo a asumir la necesidad del cambio, se trivializa la importancia de la igualdad de género en el funcionamiento y desempeño institucional y hay una identificación negativa y estigmatizante con las temáticas de género, incluso algunas compañeras hablan de una negación”.
Y agregó: “una cosa interesante es que los datos sobre desigualdad no terminan de superar el filtro de la objetividad, es decir, no se acepta la evidencia empírica que hay detrás de los datos. Son como los terraplanistas; está comprobado que la tierra es redonda, pero ellos siguen diciendo que la tierra es plana. ¿Por qué se trivializan estos temas?. Podemos intentar verlo desde lo que se llama la “epistemología de la ignorancia”, es decir: “sabemos que no sabemos, pero no queremos saber”, y ocurre porque no le dan legitimidad, no le dan valor, no creen que tenga autoridad ni que sirva para algo”.
Otro aspecto analizado fueron los cuestionamientos respecto a que la perspectiva de igualdad de género atenta contra la libertad de cátedra y de enseñanza, como también, respecto a los ataques que ha recibido el movimiento feminista por parte de los movimientos conservadores.“Es evidente que hay una derechización. En enero hubo una conferencia de una investigadora inglesa, Alice Evans en Standford, donde hizo un metanálisis de muchas investigaciones de opinión pública a nivel mundial, donde mostraba que algunos de los valores que representan a la derecha se habían volcado en la opinión pública, sobre todo a las generaciones más jóvenes, y dentro de este grupo, más en los varones que en las mujeres. Me pregunto si esto es una reacción de los hijos saludables del patriarcado que no saben dónde meterse después del Me Too y el Ni una menos (…), esto dejó heridos y no necesariamente varones hetero-patriarcales-violentos. Creo que al interior de las universidades también hay algo de esto, y estamos intentando reponer la conversación sobre las masculinidades. Esto es una autocrítica para reflexionar sobre lo que pensamos fueron grandes avances”, destacó Graciela Morgade.
Con respecto a la libertad de cátedra, la especialista de la Universidad de Barcelona señaló: “lo de la libertad de cátedra tiene un límite y son los derechos humanos. Si un académico o académica expresa en el aula mitos científicos sobre el racismo, que los hay, o si se pone a validar la violación ¿se le va a permitir eso por la libertad de cátedra?. La libertad de cátedra debe tener un elemento que diga “hasta aquí”, pues no significa que yo en mi clase puedo decir lo que quiera”.
Carmen Andrade, directora de Igualdad de Género, afirma que “somos conscientes de la enorme responsabilidad social que implica desarrollar procesos educativos, que conforman el núcleo de la tarea universitaria, incidiendo significativamente en la formación de personas, de profesionales y en el modelamiento de las profesiones. Aspiramos a que quienes egresan de la Universidad de Chile sean protagonistas de procesos formativos que impacten sus vidas y sus ejercicios profesionales: que arquitectos y arquitectas de la Chile construyan ciudades y barrios seguros para las mujeres y niñas; que abogados y abogadas incorporen en sus prácticas jurídicas las orientaciones de las Convenciones Internacionales sobre derechos de las mujeres; que ingenieros e ingenieras diseñen sistemas de transporte tomando en cuenta las pautas de movilidad diferentes de hombres y mujeres y previniendo que en ellos ocurran agresiones sexuales. Aspiramos a que los/as economistas incorporen en sus análisis los elementos de la economía feminista y del cuidado, que los y las profesionales de la salud respondan a las necesidades específicas de las diversidades sexo genéricas y que las educadoras/es de párvulos no reediten prácticas sexistas en los espacios educativos de la primera infancia. De este modo podemos aportar, desde los procesos de formación universitaria, al pensamiento crítico y a la construcción de sociedades más justas”.