Desde la década de los ‘90 la profesora Verónica Cornejo trabaja en el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) investigando sobre nutrición y enfermedades metabólicas; una tarea muy diversa a la labor que ha asumido en la Comisión Superior de Autoevaluación Institucional (CSAI), primero en un cargo de suplencia, y desde 2024, como vicepresidenta; labor que aceptó porque su convencimiento respecto de los beneficios de tener una cultura de aseguramiento de la calidad en la universidad.
El valor que le otorga a la CSAI tiene que ver con la función de éste de ser un canal de entrega de información estructurada, desde la base hacia los servicios centrales, para que se tomen decisiones y que se traspasen a nivel local. Afirma que hacer una introspección institucional no es fácil, sin embargo, este acercamiento cambia cuando es algo frecuente y se evidencian las mejoras para la Universidad. “Ahí es donde realmente la Comisión Superior de Autoevaluación toma relevancia”, cuenta, “tal como la columna vertebral ejerce una función central en un organismo, ya que busca información, la procesa, la entrega al cerebro para que se tomen decisiones y la lleva de vuelta a las bases. Entonces, si esto se transforma en algo permanente y que se reconozca, todo el mundo va a entregar la información de forma automática, para saber cuáles son los procesos y los desafíos que tenemos”. Cree que esa maquinaria es la que tiene que ir consolidándose y también pide que los integrantes de las comisiones locales estén “reconocidos dentro de su funcionalidad en la institución”.
Respecto al aporte de las Comisiones Locales -presentes en todas las unidades académicas- destaca que el comité ejecutivo de la Comisión Superior ha sido capaz de traducir el aporte de estas comisiones en informes que han sido sistemáticos en el tiempo y han unificado criterios. “Esto ha ido transformándose en las bases para que cada unidad académica mire dónde está, dónde va y qué es lo que quiere”.
Una cultura de aseguramiento de la calidad
Sobre las novedades de este proceso en particular, destaca la creación de la dimensión de aseguramiento interno de la calidad, “porque nos hemos basado principalmente en la estadística, en resultados, en productos, pero, con el aseguramiento de la calidad, estamos dando un paso más allá, para ver si lo estamos haciendo bien y cómo mejorar”. En esta dimensión también destaca la retroalimentación que se entrega a las Comisiones Locales de Autoevaluación (CLAIS). “Ese feedback ha permitido establecer estas conexiones y ver de qué forma la Comisión Superior puede dar soporte”. Aclara que aunque la CSAI no tiene mayor injerencia en el cambio, sí puede ponerlo en el tapete de la discusión con las autoridades pertinentes. “Creo que tenemos algo muy bueno en información y empezaremos a ver cómo lo traducimos en beneficio de los informes, en este caso, de la acreditación, pero a largo plazo de mejora para las unidades”.
Está convencida “que la contribución de esta Comisión Superior es conocer cuál es la realidad de cada unidad académica, buscar un punto de encuentro y hacer uniones transversales; creo que eso es algo que necesitamos. Vamos a ser siempre diferentes, pero como unidades académicas tenemos que buscar puntos de encuentro dentro de la universidad y puntos transversales de colaboración también”.
- ¿De qué manera motivaría a las comisiones locales a continuar trabajando, este año, para el proceso de Acreditación Institucional?
Les diría que se están transformando en un aportador de material valiosísimo para que ocurran los cambios necesarios.
- Usted habla de unificación, ¿en qué ámbitos está pensando?
Por ejemplo, unificación de criterios de cómo manejo mi unidad en cuanto a recursos o en capacidad de autogestión. Si esto es lo que hago y me ha resultado, copiémoslo para todos por igual, porque cuando tienes unidades académicas muy efectivas, yo debería saber por qué son tan efectivas y replicarlo en las demás. Hay que buscar cómo lograr establecer esta mejora en aquellos lugares que están muy ligados a lo que quiere la universidad.
También es importante recoger información, detectar cuáles son aquellas cosas muy dispares, cuáles son las brechas, pasarlas a la Comisión Central y evaluarlas, porque si no conozco esas brechas, nunca voy a poder establecer nada.
- Para usted, ¿qué oportunidad tiene este proceso de acreditación?
Creo que la oportunidad que contiene es que ya no trabajemos de forma independiente. Cuando tienes un proceso que va recopilando información del 2021 al 2024, tienes información longitudinal. O sea, yo tengo un proceso de evaluación y esa parte es la que creo que falta visibilizar.
- A su juicio, ¿cómo se asegura la calidad?
Asegurándose que todos los procesos estén dentro de lo que significa obtener un buen producto. Y tengo que vigilar ese proceso en el tiempo, porque no es un corte. La pregunta es ¿qué fue detectando cada unidad académica y qué haciendo para evolucionar? Me refiero a ver si los desafíos se sostenían, si seguían, o si se había evolucionado. Antiguamente, nadie tenía una oficina de aseguramiento de la calidad, no existía, y lograrlo ha sido un proceso, ha significado instalar cosas, tender puentes y visibilizar necesidades.