La Asociación de Universidades Grupo Montevideo (AUGM) es una red compuesta por 27 casas de estudios superiores públicas, autónomas y autogobernadas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay que, en razón de sus semejanzas, comparten sus vocaciones, su carácter público, sus similitudes en las estructuras académicas y la equivalencia de los niveles de sus servicios; características que las sitúan en condiciones de desarrollar actividades de cooperación con perspectivas ciertas de viabilidad.
“En este encuentro se realizó la reunión anual de Comité Académico, con la misión de elegir al próximo equipo coordinador para el próximo bienio; fui propuesto y elegido de manera unánime, cosa que para mí es muy bonita porque hay un reconocimiento al trabajo; además, la AUGM permite la articulación desde la lógica Sur-Sur con los países hermanos, con los que compartimos realidades y trabajo en el mismo sentido, entonces la verdad es una responsabilidad muy bonita y me sentí muy feliz, muy honrado por la confianza entregada junto a la coordinadora alterna, que es la profesora Carla Saad, de la Universidad Nacional de Córdoba”, dice el profesor Bustamante.
Así, añade que “el Comité Académico cuenta desde el 2018 con un plan operativo de desarrollo y nuestra primera misión es apuntar a su cumplimiento, pero también traemos ideas nuevas, con el sello propio que le podemos entregar. En ese sentido, creo que un trabajo importante es lograr que las universidades chilenas que integran la AUGM tengan representantes en este comité. También me parece que hay que discutir y evaluar los nuevos escenarios; entre ellos, la salud mental, ámbito en el que sabemos que hay una crisis, así como dar una nueva mirada a la discapacidad y a la neurodivergencia, pues desafían a las instituciones y a las investigaciones. Creo que hay varias responsabilidades para avanzar, redefiniendo también los conceptos de accesibilidad, que cada vez están más vigentes”.
¿Cómo serían esas redefiniciones?
Pienso que hay que redefinirlos en términos del acceso universal, conceptualizarlos como un beneficio para toda la comunidad, aunque apunten a una necesidad para algunas personas. En ese sentido, la Facultad de Medicina –sobre todo el espacio que tenemos dentro de la mesa de Discapacidad y de la implementación de la política correspondiente-, también ha repensado la accesibilidad en términos de los currículum, de nuestras mallas, de la forma de entender también el aula diversa, pero también en los espacios de esparcimiento y de vida universitaria. Por ejemplo, para personas neurodivergentes plantear evaluaciones en una sala donde puedan trabajar solas, en espacios libres de ruido y de estímulos. Hay que ir pensando cómo la accesibilidad universal beneficia a la comunidad, también desarrollar investigaciones con perspectiva crítica respecto a la discapacidad también son fundamentales.
A ello, añade que “el estar en red nos permite compartir esas buenas prácticas entre instituciones hermanas. Así, nuestros grandes desafíos de hoy son, además de lo ya mencionado, los estudios respecto a indicadores y estándares mínimos de políticas de inclusión y discapacidad en las universidades públicas latinoamericanas, en los que ya estamos avanzando. Pero también escribir nuestra memoria como comité académico, para dar cuenta también de que la accesibilidad debe ser algo transversal en las Universidades, pensando en cómo convivimos en la diversidad”.
Logros e hitos
Analizando la labor realizada en nuestro plantel, el profesor Bustamante releva la realización de del encuentro “Inclusión y Discapacidad en la Educación Superior”; “ese fue un hito importante, en términos de generar un espacio para discutir respecto a la experiencias. Tenemos un trabajo articulado con la Dirección de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios, en conjunto con el profesor Álvaro Besoaín, encargado de la mesa de Inclusión y Discapacidad de la Facultad de Medicina, que ha trabajado en distintos ejes en la implementación de la política y en las investigaciones que hemos realizado. Con el Núcleo de desarrollo inclusivo de la Facultad de Medicina y con el Núcleo de investigación interdisciplinaria en inclusión universitaria y discapacidad”.
Todos estos avances, añade, sitúan a la Universidad de Chile en un lugar en el que se ha ido avanzando; “otro logro es el hecho de que los estudiantes neurodivergentes y con diversidad funcional están organizados; ese también es un escenario que desafía a los Comités Académicos, pues pienso que debiésemos incluir a estas agrupaciones para que sean parte de las discusiones y de los estudios que estamos llevando a cabo”.
E incluso agrega que “este año tuvimos la suerte en la Facultad de Medicina, gracias a AUGM, de recibir una estudiante de doctorado de la Universidad de São Paulo, quien está haciendo una investigación respecto a la implementación de la política y las prácticas de inclusión en nuestra institución. Entonces estamos investigando, generando conocimiento; tenemos los cursos de formación general de discapacidad, debates actuales y perspectivas críticas junto a los profesores Luis Vera y Sandra Mella. Hay un trabajo colectivo en torno a la discapacidad, a la diversidad funcional, que debe incluir a la comunidad con discapacidad para poder asumir esos nuevos retos de transformación”.
¿Usted percibe que efectivamente hay un piso mínimo común en esta materia a nivel continental?
Yo creo que la universidad es una institución capacitista, frente a lo cual soy crítico porque es muy homogeneizante en términos de la educación; muchas veces se cruza el concepto de excelencia con prácticas que son bien discriminatorias, entonces en sí mismo eso ya un desafío para la universidad. Yo pienso que hay universidades que están más avanzadas en cierto ámbito, otras en otros, pero lo importante es primero la mirada colaborativa y colectiva, más que la lógica de pensar cuál es la institución que está mejor, sino que compartir lo aprendido y las experiencias y procesos. Ha sido muy difícil el camino para abrir los espacios universitarios, y en general se ha avanzado después de una denuncia, después de una exclusión, o de discriminaciones sobre trayectorias de estudiantes, de personas que han venido a sufrir en la universidad; esa es la realidad. Nosotros tenemos la suerte de tener un Senado Universitario, que yo creo que eso es un hito y un valor muy importante en términos de la discusión de las políticas, como la de inclusión y discapacidad en perspectiva de diversidad funcional. También las vías de ingreso especial, permanencia, egreso y empleabilidad desafían a las comunidades en términos de entender al aula diversa, no solo centrado en la discapacidad y las adecuaciones propias que se deben hacer. Tenemos parecidos y diferencias en algunos ámbitos; podemos compartir avances y generar investigaciones nuevas, colaboraciones académicas, posgrado. Creo que el Comité Académico también tiene esa característica, que también tiene una mirada académica respecto a cómo ir generando nuevos saberes, articulando distintos equipos.
¿Las universidades que son parte de este conglomerado tienen realidades distintas que les ha costado superar, aunque quisieran, por la falta de recursos?
Por supuesto que sí, porque al final aquí existe la lógica de la competitividad para los recursos. Hay una crítica que sigue estando vigente respecto al rol público de la universidad y cómo el Estado finalmente financia la educación pública, creo que es algo transversal a los países de la región, pero hay que ir avanzando en comprometer ese financiamiento, dar sostenibilidad a esos esfuerzos porque requieren un presupuesto. Para la política de inclusión y discapacidad nosotros logramos comprometer ese financiamiento desde el Senado Universitario; ahora, es algo que constantemente se debe estar discutiendo, pero ahí debe haber una reflexión respecto a que un discurso afirmativo debe acompañarse de presupuesto y de financiamiento para asegurar que la accesibilidad exista para todas las personas que la necesiten.
Por último, el profesor Bustamante anuncia que a fines del 2025 realizarán un seminario internacional, con invitados internacionales y mesas de discusión donde se puedan compartir las investigaciones y los principales avances. “Creo que es importante generar esos espacios de reflexión y también donde se pueden generar nuevas redes, nuevos diálogos que permiten articular las investigaciones y saberes; que finalmente van a incidir también en los avances que podamos hacer dentro de las universidades”.