Reseña

Guatemala, Venezuela y Panamá ante el gobierno español en el exilio 1945-1948

Guatemala, Venezuela y Panamá ante el gobierno español en el exilio

Este libro nos sitúa en un contexto histórico de gran relevancia para las relaciones internacionales entre España y América Latina: la Guerra Civil Española y el enorme impacto que generó la derrota de la Segunda República en 1939. A partir de abril de ese año se desencadenó un éxodo masivo de republicanos españoles que buscaron refugio en diversos países de América Latina, donde encontraron no solo asilo, sino también una plataforma para continuar su lucha.

Es de subrayar la importancia de la investigación interdisciplinaria en este campo, que ha permitido una mejor comprensión de la influencia del exilio republicano en las relaciones internacionales, así como en la política y la cultura de los países de acogida. El autor realiza una reseña, un recorrido, de obras recientes que han contribuido significativamente al conocimiento sobre este tema y que reflejan un creciente interés académico por estudiar las relaciones entre España y Latinoamérica durante y después de la Guerra Civil Española. Se trata de una atención alimentada por la necesidad de buscar nuevas fuentes históricas, incluyendo archivos previamente inaccesibles, que han posibilitado a los/las investigadores/as a profundizar en aspectos como la diplomacia y la prensa, así como las dinámicas culturales y políticas que surgieron a partir del exilio republicano.

Si bien el estudio se centra en los casos de Guatemala, Venezuela, Panamá y, desde luego, México y sus vínculos con la Segunda República Española en el exilio, el libro ofrece una visión panorámica desde la óptica del surgimiento y desarrollo de una suerte de progresismo latinoamericano que, al decir del historiador norteamericano Gilbert M. Joseph, se sitúa en un contexto histórico más amplio para descifrar la historia política latinoamericana del siglo XX. Marco interpretativo al que los académicos se refieren cada vez más como la “larga Guerra Fría Latinoamericana” o centenario ciclo de reforma y revolución que arranca con la revolución mexicana en 1910[1]. Siguiendo a Joseph, “durante las décadas de 1930 y 1940, el populismo y los regímenes de frente popular, sobre todo en el Cono Sur, buscaron extender los derechos y articular una identidad nacional-popular más inclusiva. En la década de 1940, socialistas, nacionalistas y liberales intentaron cumplir la promesa de la socialdemocracia antifascista, que durante un breve período recibió tanto la bendición como la inspiración de unos Estados Unidos panamericanos de buena vecindad”[2]. Es en este cuadro en el que se inserta el breve episodio de reconocimiento guatemalteco, venezolano y panameño al gobierno republicano, que se entiende por los procesos que aquellos países estaban viviendo: reformas progresistas y luchas sociales que la causa republicana reflejó como espejo de las propias aspiraciones y desafíos.

Todo ello resulta ininteligible sin atender al proceso a través del cual se dio la conformación del gobierno español en el exilio, lo que lleva al autor a examinar la formación y actividades de distintas organizaciones, en especial de la Junta Española de Liberación (JEL), que fue clave en la lucha contra el franquismo en América Latina. La JEL fue establecida en México, en 1943, como una plataforma antifranquista que buscaba mantener viva la causa republicana y actuó como un centro de coordinación para las actividades en toda la región.

La JEL organizó conferencias, publicó materiales de propaganda, y trabajó en estrecha colaboración con movimientos sociales y partidos políticos que compartían su visión de un mundo libre de fascismo. Al respecto es de destacar la afinidad de la JEL y de la causa republicana en un sentido amplio (la comunista Junta Suprema de Unificación Nacional, JSUNE) con otra agrupación de carácter anti dictatorial, la Unión Democrática Centroamericana, que también funcionó en México, formada por exiliados detractores de Trujillo (República Dominicana), Somoza (Nicaragua), Ubico (Guatemala) Carías (Honduras) y Hernández Martínez (Salvador) y cuyos vínculos y relaciones destaca el autor. Entonces, México se vuelve una suerte de nodo en el que se cruzan los exilios y en expresión vívida de historia transnacional, en otro enorme aporte de este libro.  

El profesor Mejía también analiza los desafíos que enfrentó la JEL, incluyendo la fragmentación interna entre diferentes facciones republicanas y la creciente presión internacional para normalizar las relaciones con la España franquista, en el contexto de la Guerra Fría. A pesar de estos obstáculos, la JEL logró mantener una presencia activa cuyo mayor logro fue su vocación latinoamericana y obtener la condena al franquismo tanto de México y Guatemala en la conferencia de Chapultepec, como la de Venezuela y Panamá en la Conferencia de San Francisco, que dio nacimiento a la ONU. Organización Internacional de la que la España de Franco sería excluida hasta 1955.   

La JEL se disuelve en 1945, cuando el gobierno republicano en el exilio fue reconocido oficialmente por algunos países latinoamericanos. Este primer gobierno en el exilio presidido por Jose Giral Pereira contó con el apoyo de México , un camino que fue seguido solo por los tres países de cuya historia trata este libro: Guatemala, Venezuela y Panamá.

El reconocimiento de estos países fue un acto de desafío directo contra el régimen franquista y una muestra de solidaridad con la causa republicana. Cada uno de estos países tenía sus propias razones para apoyar al gobierno republicano en el exilio. En Guatemala, el presidente Juan José Arévalo, un ferviente defensor de los valores democráticos, vio en dicha causa un reflejo de su propia lucha contra las dictaduras en América Latina.

Venezuela, bajo el liderazgo de Rómulo Betancourt, también mostró un fuerte compromiso con la República Española. Betancourt, al igual que Arévalo, se identificó con la justa republicana y buscó utilizar su influencia en la región para aislar diplomáticamente al régimen franquista. Este apoyo, no solo fue simbólico también incluyó ayuda material y logística para los exiliados.

Panamá, aunque con menos protagonismo que Guatemala y Venezuela, igualmente desempeñó un papel importante en el reconocimiento del gobierno republicano español. El presidente Enrique Adolfo Jiménez Brim, influenciado por las corrientes democráticas de la época, decidió unirse a la causa republicana y romper relaciones con el régimen de Franco. Asimismo, Panamá se convirtió en un punto de apoyo crucial para las actividades diplomáticas y propagandísticas del exilio republicano.

De acuerdo con el autor, 1948 es un punto de inflexión en las relaciones diplomáticas entre Guatemala, Venezuela, Panamá y España. Este año marcó el inicio de un cambio en la política exterior de estos países hacia el régimen franquista, impulsado por las dinámicas de la Guerra Fría y la creciente influencia de Estados Unidos en la región.

En Guatemala, el gobierno de Juan José Arévalo mantuvo su apoyo al gobierno republicano en el exilio, pero comenzó a enfrentar presiones internas y externas para normalizar relaciones con el franquismo. Dichas tensiones descollaron en el golpe de Estado de 1954 que derrocó a Jacobo Árbenz, el sucesor de Arévalo, poniendo fin al apoyo guatemalteco a la causa republicana.

Venezuela, bajo la presidencia de Rómulo Gallegos, también continuó apoyando a la República Española en el exilio. Sin embargo, el derrocamiento de Gallegos en 1948 llevó a un cambio abrupto en la política exterior venezolana. La junta militar que asumió el poder decidió romper con el gobierno republicano en el exilio y restablecer relaciones diplomáticas con el régimen franquista, marcando un giro significativo en la postura internacional de Venezuela.

Panamá, que había sido un firme aliado de la República Española en el exilio, también comenzó a reconsiderar su política exterior en 1948. La inestabilidad política interna, combinada con las presiones externas, llevaron a un enfriamiento de las relaciones con el gobierno republicano en el exilio. En 1950, el nuevo presidente Arnulfo Arias Madrid reconoció oficialmente al régimen de Franco, sellando el destino de la política exterior panameña.

El autor subraya cómo la Guerra Fría influyó en la decisión de estos países de cambiar su postura hacia España. A medida que Estados Unidos fortalecía su influencia en América Latina, los gobiernos de la región comenzaron a alinearse más estrechamente con las políticas estadounidenses, incluida la normalización de relaciones con el régimen franquista. Una alineación que tuvo profundas implicaciones para la política exterior de estos países y para la comunidad de exiliados republicanos en América Latina.

Aunque 1948 fue un año de retrocesos para la causa republicana en nuestra región, también evidenció la resistencia de muchos actores políticos y sociales a aceptar la legitimidad del régimen franquista. Pese a los cambios en la política exterior oficial, la solidaridad con los exiliados republicanos continuó en diversos sectores de la sociedad civil latinoamericana.

En suma, aunque los esfuerzos por obtener un reconocimiento más amplio y efectivo del gobierno republicano en el exilio no lograron revertir la consolidación del régimen franquista en España, sí lograron mantener viva la causa republicana en el ámbito internacional. Guatemala, Venezuela y Panamá, a pesar de sus limitaciones en la arena global, demostraron un fuerte compromiso con los ideales democráticos y con la lucha contra el fascismo, ofreciendo apoyo diplomático, material y simbólico a los exiliados republicanos.

El autor subraya que el estudio de las relaciones hispano-latinoamericanas durante este período es esencial para comprender las dinámicas de solidaridad internacional y las complejidades de la política exterior en el contexto de la Guerra Fría. Los casos de Guatemala, Venezuela y Panamá son ejemplos claros de cómo pequeños y medianos estados pueden desempeñar un papel significativo en la política internacional al apoyar causas que trascienden sus propias fronteras.

Resulta imposible terminar estas líneas sin subrayar la atención que el autor dedica al legado del exilio republicano en América Latina. Hombres y mujeres que no sólo encontraron refugio en estos países, también favorecieron significativamente al desarrollo cultural, académico y político de sus sociedades de acogida. Muchos de estos exiliados se convirtieron en figuras clave en las universidades, en la literatura y en las artes, contribuyendo a la creación de un espacio cultural transatlántico que perdura hasta hoy.

“Guatemala, Venezuela y Panamá ante el gobierno español en el exilio, 1945-1948” invita a una reflexión sobre la importancia de la memoria histórica y el reconocimiento de los sacrificios realizados por aquellos que lucharon por la democracia y la libertad en contextos de opresión. El legado de los exiliados republicanos en América Latina es un recordatorio de que la lucha por los ideales democráticos no conoce fronteras y que, incluso en la derrota, los valores de libertad y justicia pueden perdurar y florecer en nuevas tierras.

[1] Ver Gilbert M. Joseph, “Border crossings and the remaking of Latin American Cold War Studies”, Cold War History, 2019.

[2] Ibídem., p. 15